Hijos e Hijas de Dios

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Nuevas alturas de fe, 12 de noviembre

Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Salmos 42:1. HHD 325.1

Muchos jóvenes... se abaten por cada nube, y no tienen la facultad de perseverar. No crecen en gracia... Su corazón carnal debe ser transformado. Deben ver belleza en la santidad; entonces la anhelarán como el ciervo brama por las corrientes de las aguas... HHD 325.2

Si vuestros pasos están dirigidos por el Señor, queridos jóvenes, no debéis esperar que vuestra senda sea siempre de paz exterior y prosperidad. La senda que conduce hacia el día eterno no es la más fácil de recorrer, y algunas veces parecerá oscura y escabrosa. Pero tened la seguridad de que los brazos eternos de Dios os rodean para protegeros del pecado. Desea que ejercitéis una fe diligente en él, y que aprendáis a confiar en él tanto en las sombras como en la luz del sol... HHD 325.3

En sus esfuerzos por alcanzar el nido, el águila es abatida con frecuencia por las tempestades en los estrechos desfiladeros de las montañas. Las nubes, en masas negras y encolerizadas, se deslizan entre ella y las asoleadas alturas en que ha fijado su nido. Por un instante parece perpleja y zigzaguea aquí y allá, batiendo sus alas poderosas como para dispersar las densas nubes. Despierta los ecos de la montaña con sus gritos salvajes en sus vanos esfuerzos para encontrar un camino para salir de su prisión. HHD 325.4

Por último se lanza hacia arriba, en medio de la oscuridad, y emite un agudo chillido de triunfo, y un momento después surge en las alturas a la serena luz del sol. La oscuridad y la tempestad quedaron por debajo de ella, y la luz del cielo brilla a su alrededor. Alcanza su hogar amado en la altísima roca, y queda satisfecha. Pasando por en medio de la oscuridad, alcanzó la luz. Le costó esfuerzo lograrlo, pero su recompensa consiste en alcanzar el objeto que anhelaba.—The Youth’s Instructor, 12 de mayo de 1898. HHD 325.5