Hijos e Hijas de Dios

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El espíritu vivifica, 27 de enero

El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Juan 6:63. HHD 35.1

Sólo el Espíritu de Dios puede vivificar las facultades de percepción.—Carta 49, 1896. HHD 35.2

Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que esperan su dirección y gracia, se da el Espíritu. Esta bendición prometida, pedida con fe, trae consigo todas las demás bendiciones. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y está lista para abastecer toda alma según su capacidad de recepción. HHD 35.3

El impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo. Únicamente aquellos que son así enseñados por Dios, únicamente aquellos en cuyo interior obra el Espíritu, y en cuya vida se manifiesta la vida de Cristo, pueden ocupar la posición de verdaderos representantes del Salvador. HHD 35.4

Dios toma a los hombres como son, y los educa para su servicio, si ellos quieren entregarse a él. El Espíritu de Dios, recibido en el alma, vivifica todas sus facultades. Bajo la dirección del Espíritu Santo, la mente, consagrada sin reservas a Dios, se desarrolla armoniosamente, y queda fortalecida para comprender y cumplir lo que Dios requiere. El carácter débil y vacilante se vuelve fuerte y firme. La devoción continua establece una relación tan íntima entre Jesús y sus discípulos, que el cristiano se vuelve más semejante a su Maestro en carácter. Tiene una visión más clara y amplia. Su discernimiento es más penetrante, su criterio mejor equilibrado. Queda tan avivado por el poder vivificador del Sol de justicia, que es habilitado para llevar mucho fruto para gloria de Dios.—Obreros Evangélicos, 302, 303. HHD 35.5