Hijos e Hijas de Dios

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Misericordia que preserva, 6 de noviembre

Jehová, no retengas de mí tus misericordias; tu misericordia y tu verdad me guarden siempre. Salmos 40:11. HHD 319.1

La religión de Cristo elevará la vida a un nivel superior. La obra interior del Espíritu de Dios humilla el orgullo humano, induciéndonos a comprender algo de las tiernas mercedes y la amante bondad de Dios... Cuando descubrís vuestra propia ineficacia, y miráis a la fuente de vuestra fortaleza con súplica vehemente, diciendo: “Jehová, no retengas de mí tus misericordias; tu misericordia y tu verdad me guarden siempre”, obtendréis luz... HHD 319.2

No podéis tener fe en que el Señor os guardará por su misericordia y os preservará continuamente por su verdad, si no os situáis en los conductos de la luz. Entonces rehuid de las malas compañías y elegid las buenas. La semilla de la verdad sembrada en el corazón debe recibir los rayos brillantes del Sol de justicia para crecer. Las semillas de la verdad que no brotan y crecen, pronto pierden su poder germinativo y perecen. Pero las malezas de los hábitos pecaminosos brotarán y prosperarán en su lugar. Las preciosas plantas del amor, la alegría, la paciencia, la cortesía, la mansedumbre y la humildad, necesitan cultivarse cuidadosamente si se quiere que crezcan y adelanten. HHD 319.3

No os contentéis con una piedad superficial, sino, jóvenes amigos, creced en gracia y en el conocimiento de Jesucristo. ¿Hacéis progresos? ¿Se está convirtiendo en árbol la planta de la gracia, o se está secando? Presentaos humildemente y con frecuencia ante el trono de la gracia, y contad a Jesús todos vuestros anhelos, y no penséis que hay algo demasiado insignificante para él, que no podáis contárselo.—The Youth’s Instructor, 9 de febrero de 1893. HHD 319.4