Hijos e Hijas de Dios

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La hermosura de Jehová, 7 de noviembre

Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. Salmos 27:4. HHD 320.1

Hay facultades elevadas al alcance de todos. Bajo la vigilancia divina, un hombre puede tener una mente íntegra, santificada, elevada y ennoblecida. Mediante la gracia de Cristo, la mente del hombre se habilita para amar y glorificar a Dios, el Creador. HHD 320.2

El Señor Jesús vino a nuestro mundo a representar al Padre... Cristo era la imagen exacta de la persona de su Padre, y vino a nuestro mundo para restaurar la imagen moral de Dios en el hombre, a fin de que éste, aunque caído, pudiera identificarse con el carácter y la imagen divinos, adornado con la belleza de la bondad del Señor, mediante la obediencia a los mandamientos de Dios. Y de aquellos cuyos caracteres son así transformados, se dice: “Empero deseaban la mejor, es a saber, la celestial”.—Manuscrito 24, 1891. HHD 320.3

Dios desea que los jóvenes sean atractivos, no con adornos artificiales, sino con la hermosura del carácter, los encantos de la bondad y el afecto, los cuales ceñirán sus corazones con alegría y felicidad.—The Signs of the Times, 6 de diciembre de 1877. HHD 320.4

Se debería enseñar a las jóvenes que el encanto verdadero de la mujer no reside sólo en la belleza de la forma o de las facciones, ni en la posesión de ciertos dones, sino en un espíritu humilde y reposado, en la paciencia, la generosidad, la bondad y la buena voluntad para sufrir y obrar por los demás. Debería enseñárseles a trabajar, a estudiar con algún propósito, a vivir con un fin, a confiar en Dios y temerle, y a respetar a sus padres. Luego, cuando avancen en edad, tendrán mentes más puras, más confianza en sí mismas y serán más queridas. Será imposible degradar a tales mujeres. Escaparán a las pruebas que han sido la ruina de tantas otras.—Conducción del Niño, 128. HHD 320.5