Hijos e Hijas de Dios

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Salvar a los perdidos, 27 de septiembre

Y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Lucas 15:6. HHD 279.1

Cuando Jesús pronunció estas palabras, se estaba dirigiendo a un grupo de personas que conocía por experiencia lo que era la vida de un pastor de Palestina. En ese lugar no se guardan los rebaños en llanos o en campos de pastoreo cercados, sino en las faldas de las colinas entre despeñaderos y precipicios... HHD 279.2

Los ladrones y los lobos ofrecían un peligro continuo contra el cual había que guardar las ovejas. A veces se extraviaba del rebaño una de ellas. Por eso se las contaba a menudo para tener la seguridad de que ninguna se había perdido, porque el pastor debía rendir estricta cuenta de todas las ovejas confiadas a su cuidado... La vida de un pastor es una vida llena de peligro. Si es digno de confianza, no será descuidado ni procurará su propia comodidad, sino que irá a buscar la oveja descarriada en medio de la tormenta y la tempestad... HHD 279.3

Esa es la forma como el Pastor verdadero trata al pecador perdido. Va tras él; no vacila ante el peligro, la abnegación y el sacrificio. Está resuelto a traer al alma cargada de pecado al arrepentimiento, la salvación, la paz, el descanso y la felicidad en el amor de su Salvador. Y cada uno que ha experimentado el amor de Jesús en su propio corazón, tiene la oportunidad de reflexionar si no hay alguien a quien, mediante el esfuerzo personal, el tacto y la bondad, puede traer a Jesús, quien está dispuesto a aceptar a todos los que desean allegarse a él. Todos nosotros podemos lograr mucho mediante el esfuerzo personal. Podemos ser colaboradores con Jesucristo.—The Youth’s Instructor, 28 de abril de 1886. HHD 279.4