Hijos e Hijas de Dios

265/374

Como beneficiarnos, 20 de septiembre

El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado. Proverbios 11:25. HHD 272.1

Para muchos, la vida es una lucha dolorosa; se sienten deficientes, desgraciados y descreídos: piensan que no tienen nada que agradecer. Las palabras de bondad, las miradas de simpatía, las expresiones de gratitud, serían para muchos que luchan solos como un vaso de agua fría para una alma sedienta. Una palabra de simpatía, un acto de bondad, alzaría la carga que doblega los hombros cansados. Cada palabra y obra de bondad abnegada es una expresión del amor que Cristo sintió por la humanidad perdida. HHD 272.2

Los misericordiosos “alcanzarán misericordia”. “El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado”. Hay dulce paz para el espíritu compasivo, una bendita satisfacción en la vida de servicio desinteresado por el bienestar ajeno. El Espíritu Santo que mora en el alma y se manifiesta en la vida ablandará los corazones endurecidos y despertará en ellos simpatía y ternura.—El discurso maestro de Jesucristo, 24. HHD 272.3

Llegará el momento cuando la tierra se tambaleará de un lado al otro y será removida como una cabaña. Pero los pensamientos, los propósitos y los actos de los obreros de Dios, aunque ahora no se vean, aparecerán en el gran día del castigo y la recompensa finales. Cosas que ahora están olvidadas aparecerán entonces como testigos, sea para aprobar o para condenar. HHD 272.4

El amor, la cortesía, la abnegación, son cosas que nunca se pierden. Cuando los escogidos de Dios sean transformados de la mortalidad a la inmortalidad, se pondrán de manifiesto sus palabras y hechos bondadosos y se guardarán por las edades eternas. Jamás se perderá ningún acto de servicio abnegado, no importa cuán pequeño o sencillo sea. Por medio de los méritos de la justicia imputada de Cristo, se preservará eternamente la fragancia de tales palabras y actos.—Manuscrito 161, 1897. HHD 272.5