Hijos e Hijas de Dios

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Guiados por el espíritu, 22 de enero

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Romanos 8:14. HHD 30.1

El Espíritu Santo es una persona, porque da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Cuando se recibe este testimonio, trae consigo su propia evidencia. En tales momentos creemos y estamos seguros de que somos hijos de Dios.—El Evangelismo, 616. HHD 30.2

El Señor tiene plenitud de gracia para derramarla sobre los que recibirán los dones celestiales. El Espíritu Santo pondrá las capacidades confiadas por Dios al servicio de Cristo, y modelará al instrumento humano de acuerdo con el Modelo divino, en la proporción en que éste desee fervientemente esa transformación.—The Youth’s Instructor, 5 de julio de 1894. HHD 30.3

Los que consientan en ser guiados por el Espíritu de Dios, serán iluminados y santificados. Discernirán lo odioso del pecado y la belleza de la santidad. Considerarán un gran honor ser llamados hijos de Dios, debido a que saben que son totalmente llamados indignos de relacionarse con Cristo, el Hijo unigénito del Padre. Cristo tomó sobre sí nuestra naturaleza, para poder relacionarnos con él mismo. Sufrió en la carne... para poder llevar muchos hijos e hijas a Dios.—The Youth’s Instructor, 8 de diciembre de 1892. HHD 30.4

Es el Espíritu el que hace resplandecer en las mentes entenebrecidas los brillantes rayos del Sol de justicia; el que hace arder el corazón de los hombres dentro de sí mismos con la recién despertada comprensión de las verdades de la eternidad; el que presenta a la mente la gran norma de justicia, y convence de pecado; el que inspira fe en el Unico que puede salvar del pecado.—Obreros Evangélicos, 303, 304. HHD 30.5