Hijos e Hijas de Dios

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Trabajemos celosamente, 13 de septiembre

Yo de cierto soy... celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros. Hechos 22:3. HHD 265.1

Como pueblo, no carecemos de talento. Entre nosotros hay hombres y mujeres cuyas labores Dios aceptaría si ellos se ofrecieran para trabajar por él, pero son muy pocos los que tienen espíritu de sacrificio. Algunos dan de buen grado de sus bienes y creen que cuando lo han hecho, no se requiere nada más de ellos. Al hacerlo no realizan ningún sacrificio especial. La contribución monetaria es buena hasta donde su bondad alcanza, pero a menos que vaya acompañada del esfuerzo personal, no hará mucho para convertir las almas a la verdad. Dios no pide únicamente vuestro dinero,... sino a vosotros mismos. Si solamente dais vuestro dinero, manifestáis egoísmo reservándoos a vosotros mismos. Un obrero ferviente en la viña vale más que un millón de pesos, cuando se carece del hombre que realice el trabajo. Esta dádiva de vosotros mismos no será un sacrificio si estimáis debidamente la obra y os dais cuenta de sus necesidades... HHD 265.2

Muchos no se dan plena cuenta del deber que tienen de hacer el trabajo que podrían hacer si quisieran, y que no hacen porque carecen de espíritu de sacrificio. Dios tendrá a los tales por responsables de las almas de sus semejantes. Podrían haber hecho un buen trabajo en unión con Cristo, y se los llamará a rendir cuentas por el bien que podrían haber hecho a las almas y que no hicieron.—General Conference Bulletin, 103 (1899). HHD 265.3