Hijos e Hijas de Dios

259/374

La generosidad y la oración, 14 de septiembre

Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Hechos 10:4. HHD 266.1

La verdadera generosidad cristiana nace del principio del amor agradecido. No puede existir amor a Cristo sin su correspondiente amor hacia los que él vino a redimir. El amor de Cristo debe constituir el principio guiador del ser, de manera que encauce todas sus emociones y dirija todas sus energías. El amor redentor debiera despertar en el corazón humano todos los tiernos afectos y la devoción abnegada que puedan existir allí. Cuando ése es el caso, no se necesitarán llamamientos conmovedores para quebrantar el egoísmo y despertar las simpatías dormidas, para obtener ofrendas generosas para la preciosa causa de la verdad... HHD 266.2

La dadivosidad bien dirigida actúa sobre las energías mentales y morales de los hombres y los constriñe a una acción más sana, destinada a bendecir a los necesitados e impulsar la causa de Dios. Si los que poseen recursos se dieran cuenta de que son responsables ante Dios por cada peso que gastan, sus supuestas necesidades serían mucho menores. Si su conciencia fuera sensible, les haría ver cuánto dinero invierten innecesariamente en la complacencia del apetito, en halagar el orgullo y la vanidad, en diversiones, y les denunciaría el despilfarro que hacen del dinero del Señor, que debieran haber dedicado a su causa... HHD 266.3

La longitud y la felicidad de la vida no dependen de la cantidad de bienes terrenales que poseemos.—The Review and Herald, 15 de diciembre de 1874. HHD 266.4