Hijos e Hijas de Dios

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Se difunde el evangelio, 11 de septiembre

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias. 2 Corintios 12:10. HHD 263.1

En todo tiempo los mensajeros elegidos de Dios fueron víctimas de insultos y persecución; no obstante, el conocimiento de Dios se difundió por medio de sus aflicciones. Cada discípulo de Cristo debe ocupar un lugar en las filas para adelantar la misma obra, sabiendo que todo cuanto hagan los enemigos redundará en favor de la verdad. El propósito de Dios es que la verdad se ponga al frente para que llegue a ser tema de examen y discusión, a pesar del desprecio que se le haga. Tiene que agitarse el espíritu del pueblo; todo conflicto, todo vituperio, todo esfuerzo por limitar la libertad de conciencia son instrumentos de Dios para despertar las mentes que de otra manera dormirían. HHD 263.2

¡Cuán frecuentemente se ha visto este resultado en la historia de los mensajeros de Dios! Cuando apedrearon al elocuente y noble Esteban por instigación del Sanedrín, no hubo pérdida para la causa del Evangelio. La luz del cielo que glorificó su rostro, la compasión divina que se expresó en su última oración, llegaron a ser como una flecha aguda de convicción para el miembro intolerante del Sanedrín que lo observaba, y Saulo, el fariseo perseguidor, se transformó en el instrumento escogido para llevar el nombre de Cristo a los gentiles, a los reyes y al pueblo de Israel. Mucho después, el anciano Pablo escribió desde su prisión en Roma: “Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda... No sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones... No obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es anunciado”.—El discurso maestro de Jesucristo, 32. HHD 263.3