Hijos e Hijas de Dios

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Se comienza en el hogar, 2 de septiembre

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor. Lucas 1:6. HHD 254.1

Al establecer una relación con Cristo, el hombre renovado no hace sino volver a la relación con Dios que ya se le había señalado... Su primer deber es hacia sus hijos y sus parientes más cercanos. Nada puede excusarle por descuidar el círculo de sus más allegados para atender el más amplio, que se encuentra fuera de éste. En el día del ajuste final de cuentas... se les preguntará a los padres y a las madres qué hicieron para asegurar la salvación de las almas de los que ellos se hicieron responsables trayéndolos al mundo. ¿Descuidaron sus corderos dejándolos al amparo de extraños?... Una gran cantidad de bien realizado en favor de otros no cancelará la deuda que tenéis ante Dios de cuidar a vuestros hijos. El bienestar espiritual de tu familia está en primer lugar.—General Conference Bulletin, 34, 35 (1899). HHD 254.2

Siempre que cumplamos con el deber que tenemos más a mano, Dios nos bendecirá y escuchará nuestras oraciones. Hay demasiadas personas que realizan obra misionera fuera del hogar, mientras que en su propia casa no se hace nada en ese sentido, y como consecuencia de ese descuido, su hogar va a la ruina... El primer trabajo misionero consiste en cuidar de que el amor, la luz y el gozo reinen en el hogar. No tratemos de realizar alguna gran campaña en favor de la temperancia, o alguna gran empresa misionera, antes de cumplir con los deberes hacia nuestro hogar. Cada mañana debiéramos pensar: ¿Qué acto bondadoso puedo realizar hoy? ¿Qué palabra tierna puedo pronunciar? Las palabras bondadosas en la intimidad del hogar se asemejan a los rayos del sol. El esposo necesita de ellas, como también las necesitan la esposa y los niños... Cada corazón debiera aspirar a conseguir que exista aquí abajo tanto del cielo como sea posible. Debiéramos ser justos antes de ser generosos. Se necesita una religión del hogar, una gratitud manifestada por el hogar entero.—The Review and Herald, 23 de diciembre de 1884. HHD 254.3