Hijos e Hijas de Dios

242/374

Seguimos a Cristo, 28 de agosto

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen. Juan 10:27. HHD 249.1

¡Cuán precioso es el conocimiento que tenemos de un fiel Amigo, que nos impartirá un carácter noble y elevado, que nos preparará para la comunión con los ángeles en las cortes celestiales! Su cuidado se extiende a todos sus hijos. Gozan de una paz que el mundo no puede dar ni quitar. La pérdida de los tesoros terrenales no los desespera ni los deja desamparados... HHD 249.2

Cristo contempla el mundo, lleno de actividad y dedicado a la búsqueda de tesoros terrenales. Ve a muchos que prueban ansiosamente primero una cosa y después otra, en su esfuerzo de obtener el codiciado tesoro terrenal que piensan que satisfará su anhelo egoísta mientras que en su ansiosa persecución pasan al lado de la única senda que conduce a las verdaderas riquezas. HHD 249.3

Como quien tiene autoridad, Cristo se dirige a los tales invitándolos a seguirle. Les ofrece conducirlos a las riquezas tan perdurables como la eternidad. Les señala la ser da estrecha de la abnegación y el sacrificio. Los que avancen por esa senda, venciendo todo obstáculo, llegarán a la tierra de gloria. Al levantar la cruz, descubrirán que ésta los eleva y que al final obtendrán los tesoros imperecederos. HHD 249.4

Debemos elevar la cruz y seguir en las pisadas de Cristo. Los que levanten la cruz, descubrirán que al hacerlo, ésta los eleva, dándoles fortaleza y valor y señalándoles al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.—The Review and Herald, 13 de julio de 1905. HHD 249.5