Hijos e Hijas de Dios

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La tomamos con abnegación, 27 de agosto

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20. HHD 248.1

Cristo fue crucificado por el hombre caído. Pero para muchos que se llaman cristianos, este acontecimiento no significa nada. Niegan en la práctica la cruz de Cristo. Admiten que Cristo murió en la cruz, pero debido a que hay una crucifixión para ellos en su experiencia, no quieren recibir las lecciones que los inducirían a la abnegación y al sacrificio propio. Hay cristianos sólo de nombre. El punto central de su fe no es un Salvador crucificado y resucitado, que concede a todos los que lo reciben el privilegio de convertirse en hijos e hijas de Dios.—The Youth’s Instructor, 7 de julio de 1898. HHD 248.2

Abandonad los placeres del pecado a cambio del cielo y la vida eterna. ¿Qué son los pocos días de complacencia egoísta que no contienen ni una sola gota genuina de felicidad, en comparación con la eternidad de bendición que aguarda a las almas fieles? No apartéis el amor de Cristo de vuestra alma. Mirad a la cruz del Calvario si deseáis una prueba tangible de su amor. El cielo contempla con interés lo que hacéis. Los ángeles se asombran cuando ven que os apartáis indiferentes de las bendiciones que se os confieren. Si rehusáis responder a la atracción del amor de Dios, finalmente os pondréis rebeldes y desafiantes.—The Youth’s Instructor, 2 de marzo de 1893. HHD 248.3

Los que se niegan a sí mismos para hacer el bien, y se dedican con todo lo que tienen al servicio de Cristo, gustarán la felicidad que el hombre egoísta busca en vano.—Testimonies for the Church 3:397. HHD 248.4