Hijos e Hijas de Dios

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Junto a Dios no hay temor, 9 de julio

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Josué 1:9. HHD 199.1

Solamente la sensación de la presencia de Dios puede desvanecer el temor que, para el niño tímido, haría de la vida una carga. Grabe él en su memoria la promesa: “Asienta campamento el ángel de Jehová en derredor de los que le temen, y los defiende”. Lea la maravillosa historia de Eliseo cuando estaba en la ciudad de la montaña y había entre él y el ejército de enemigos armados un círculo poderoso de ángeles celestiales. Lea cómo apareció el ángel de Dios a Pedro cuando estaba en la prisión, condenado a muerte; cómo lo sacó en salvo, pasando por entre los guardianes armados y las macizas puertas de hierro con sus cerrojos y barrotes. Lea la escena desarrollada en el mar, cuando Pablo, el prisionero, en viaje al lugar donde iba a ser juzgado y ejecutado, dirigió a los soldados y marineros náufragos, abatidos por el trabajo y la vigilancia y el ayuno, palabras de valor y esperanza: “Os exhorto a que tengáis buen ánimo; porque no habrá pérdida de vida alguna de entre vosotros... Porque estuvo junto a mí esta noche un ángel de Dios, de quien soy y a quien sirvo, el cual decía: No temas Pablo; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí que Dios te ha dado a todos los que navegan contigo”. Con fe en esta promesa, Pablo aseguró a sus compañeros: “No se perderá un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros”. Así ocurrió. Por el hecho de estar en ese buque un hombre por medio del cual Dios podía obrar, toda la carga de soldados y marineros paganos se salvó. “Todos escaparon salvos a tierra”.—La Educación, 249, 250. HHD 199.2