Hijos e Hijas de Dios

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La discreción, 28 de junio

La discreción te guardará; te preservará la inteligencia. Proverbios 2:11. HHD 188.1

Por medio de vuestras palabras elegidas y una conducta consecuente, mediante vuestra limpieza, vuestra ferviente piedad, confesad vuestra fe, decididos a que Cristo ocupe el trono en el templo del alma, y poned vuestros talentos sin reserva a sus pies para que él los emplee en su servicio... Haced del honrar a Dios la ley de vuestra vida, de la cual no logre apartaros ninguna tentación ni interés.—The Youth’s Instructor, 2 de febrero de 1893. HHD 188.2

Mis hermanas, evitad aun la apariencia de mal. En esta era disoluta, saturada de corrupción, no estáis seguras a menos que estéis protegidas. La virtud y el recato son raros. Os exhorto, como seguidoras de Cristo que hacéis una elevada profesión, que acariciéis la preciosa y sin par gema del recato. Ella preservará la virtud.—Conducción del Niño, 391. HHD 188.3

La santidad de corazón no conducirá nunca a acciones impuras... La verdad de origen celestial no degrada nunca al que la recibe;... por el contrario, santifica al creyente, refina su gusto, lo eleva y lo ennoblece, y lo pone en íntima comunión con Jesús. Le induce a considerar la orden del apóstol Pablo de abstenerse aun de la apariencia del mal, porque “no sea pues blasfemado vuestro bien”. HHD 188.4

Este es un asunto al cual debemos prestar atención. Debemos precavernos contra los pecados de esta era degenerada. Debemos mantenernos alejados de todo lo que sepa a familiaridad indebida. Dios lo condena. Es terreno prohibido sobre el cual es inseguro asentar los pies. Cada palabra y acción debe tender a elevar, refinar y ennoblecer el carácter.—Joyas de los Testimonios 2:234. HHD 188.5