La Educación Cristiana

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Lo que debe ser el maestro

Debe manifestarse gran cuidado en la elección del maestro para los niños. Los maestros de escuela deben ser hombres y mujeres que tengan una humilde opinión de sí mismos, que no estén llenos de vano engreimiento. Deben ser obreros fieles, llenos del verdadero espíritu misionero, obreros que han aprendido a poner su confianza en Dios y a trabajar en su nombre. Deben poseer los atributos del carácter de Cristo: la paciencia, la bondad, la misericordia y el amor; y en su vida diaria deben manifestar la justicia y la paz del Salvador. Entonces, trabajando con influencia fragante, darán evidencia de lo que la gracia puede hacer por los agentes humanos que ponen su confianza en Dios. ECR 193.3

Sea cada escuela de iglesia dirigida con tanto orden, que Cristo pueda honrar el aula con su presencia. El Maestro no acepta un servicio trivial y espurio. Sepan los maestros aprender, dedicando toda la mente a la tarea de instruirse para prestar un servicio eficiente. Deben sentir siempre preocupación por las almas, no porque ellos mismos pueden salvarlas, sino porque, como mano auxiliadora de Dios, tienen el privilegio de ganar a sus alumnos para Cristo. ECR 194.1

Maestros, no haya insensatez en vuestra conversación. En las escuelas os dedicáis a conducir, a ofrecer el debido ejemplo a los niños presentándolos cada mañana a Dios en oración. Por lo tanto, pedidle fuerza a cada hora y creed que él os ayuda. Mientras hacéis esto, conquistaréis el afecto de los niños. Gracias a Dios, el guiarlos no es trabajo tan difícil. Tenemos un Auxiliador, que es infinitamente más fuerte que nosotros. Estoy agradecidísima porque no hemos de depender de nosotros mismos, sino de la fuerza de lo alto. ECR 194.2

Si vuestra vida está escondida con Cristo en Dios, a vuestro lado habrá un ayudador divino, y seréis una cosa con el Salvador, y con aquellos a quienes estáis enseñando. No exaltéis nunca el yo; exaltad a Cristo, glorificadle, honradle delante del mundo. Decid: Me hallo bajo el estandarte tinto en sangre del Príncipe Emanuel. Estoy completamente de parte del Señor. Manifestad simpatía y ternura al tratar con vuestros alumnos. Revelad el amor de Dios. Sean las palabras que habláis bondadosas y estimulantes. Entonces, a medida que trabajéis por ellos, ¡qué transformación se realizará en el carácter de los que han sido debidamente educados en el hogar! El Señor puede hacer aun de los maestros jóvenes, si quieren consagrarse a él, medios de revelar su gracia. ECR 194.3