La Educación Cristiana

65/201

Capítulo 21—La parábola de la semilla vegetante

Jesús enseñó por ilustraciones y parábolas sacadas de la naturaleza y de los acontecimientos familiares de la vida diaria. ... De esta manera asociaba las cosas naturales con las espirituales, vinculando las cosas de la naturaleza y la vida de sus oyentes con las verdades sublimes de la Palabra escrita. Y más tarde, cuandoquiera sus ojos cayesen sobre los objetos que él había asociado con la verdad eterna, oirían repetidas sus lecciones. ECR 169.1

Una de las parábolas más hermosas e impresionantes de Cristo es la del sembrador y la semilla. “Así es el reino de Dios—dijo él—, como si un hombre echa simiente en la tierra; y duerme y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe. Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”. Marcos 4:26-28. ... El que dió esta parábola era el mismo que había creado la diminuta simiente, le había dado sus propiedades vitales y ordenado las leyes que debían gobernar su crecimiento; e hizo de ella una ilustración viva de la verdad tanto en el mundo natural como el espiritual. ECR 169.2

Las verdades que esta parábola enseña fueron hechas una realidad viviente en la vida misma de Cristo. Tanto en su naturaleza física como en la espiritual, siguió el orden divino del crecimiento, ilustrado por la planta, como él desea que hagan todos los jóvenes. Aunque él era la Majestad del cielo, el Rey de Gloria, vino como niño a Belén, y durante un tiempo representó al impotente infante bajo el cuidado de su madre. ECR 169.3

En su infancia, Jesús hizo las obras de un niño obediente. Hablaba y actuaba con la sabiduría de un niño, y no de un hombre, honrando a sus padres, y ejecutando sus deseos en forma servicial, según la capacidad de un niño. Pero en cada etapa de su desarrollo fué perfecto, con la gracia sencilla y natural de una vida sin pecado. El relato sagrado dice de su infancia lo siguiente: “Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de gracia y sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él”. Y acerca de su juventud tenemos registrado: “Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres”. Lucas 2:40, 52. ECR 169.4

Aquí se sugiere la obra de los padres y de los maestros. ... Deben procurar cultivar las tendencias de los jóvenes, a fin de que en cada etapa de su vida puedan representar la belleza natural apropiada a ese período, en un desarrollo natural, como el de las plantas en el jardín. ECR 170.1