La Educación Cristiana

20/201

Conocimientos históricos y teológicos

Como preparación para la obra cristiana muchos creen necesario adquirir extenso conocimiento de escritos históricos y teológicos. Se figuran que este conocimiento les ayudará para enseñar el Evangelio. Pero el estudio laborioso de las opiniones de los hombres tiende a debilitar su ministerio, más bien que a fortalecerlo. Cuando veo bibliotecas atestadas de enormes obras de erudición histórica y teológica, me pregunto: ¿Para qué gastar dinero en lo que no es pan? El capítulo sexto de Juan nos dice más de lo que podemos encontrar en semejantes obras. Dice Cristo: “Yo soy el pan de vida: el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. “Yo soy el pan vivo que he descendido del cielo: si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre”. “El que cree en mí, tiene vida eterna”. “Las palabras que yo os he hablado, son espíritu y son vida”. Juan 6:35, 51, 47, 63. ECR 72.3

Hay un estudio de la historia que no debe condenarse. La historia sagrada fué uno de los estudios que se hacían en las escuelas de los profetas. En la crónica de su trato con las naciones se trazaban las huellas de Jehová. Así también debemos considerar hoy día los tratos de Dios con las naciones de la tierra. Debemos ver en la historia el cumplimiento de la profecía, debemos estudiar las obras de la Providencia en los grandes movimientos de la Reforma, y entender la marcha de los acontecimientos en la reunión de las naciones para el conflicto final de la gran controversia. ECR 73.1

Semejante estudio suministrará ideas amplias y comprensivas de la vida. Nos ayudará a entender algo de las relaciones y dependencia de ella, nos enseñará cuán maravillosamente unidos estamos en la gran fraternidad de la sociedad y de las naciones, y hasta qué extensión la opresión y la degradación de un solo miembro perjudica a todos. ECR 73.2

Pero la historia tal como se suele estudiarla, se relaciona con las hazañas de los hombres, sus victorias en la guerra, y su éxito en alcanzar poder y grandeza. Pero la intervención de Dios en los asuntos de los hombres se pierde de vista. Pocos estudian la realización del designio divino en el levantamiento y decaimiento de las naciones. ECR 73.3

La teología también hasta cierto punto, tal como es estudiada y enseñada, no es más que la consignación de la especulación humana que sólo “oscurece el consejo con palabras sin sabiduría”. Job 38:2. Muchas veces el motivo para acumular tantos libros como éstos no es el deseo de sacar de ellos alimento para el espíritu y el alma, sino más bien la ambición de familiarizarse con filósofos y teólogos, el deseo de presentar el cristianismo al pueblo en forma y proposiciones cultas. ECR 73.4

No todos los libros escritos pueden contribuir a una vida santa. “Aprended de mí—decía el gran Maestro—‘llevad mi yugo sobre vosotros’, aprended mi mansedumbre y mi humildad”. Vuestro orgullo intelectual no os ayudará a entrar en contacto con almas que están pereciendo por falta del pan de vida. Al estudiar estos libros, les dais el lugar que ocupan en perjuicio y menoscabo de las lecciones prácticas que deberíais aprender de Cristo. Con los resultados de este estudio no se alimenta al pueblo. Muy pocas de tantas investigaciones que cansan la inteligencia proporcionan lo que puede ayudar a uno a trabajar con éxito en bien de las almas. ECR 74.1

El Salvador “vino para dar buenas nuevas a los pobres”. Lucas 4:18. En su enseñanza hacía uso de los términos más sencillos y de las imágenes más claras. Y se decía que “los que eran del común del pueblo le oían de buena gana”. Marcos 12:37. Los que procuran hacer su obra en este tiempo necesitan una inteligencia más profunda de las lecciones que él dió. ECR 74.2

Las palabras del Dios vivo son las más elevadas de toda educación. Los que sirven al pueblo necesitan comer del pan de vida. Este les dará fuerza espiritual; entonces serán aptos para servir a todas las clases del pueblo. ECR 74.3