La Educación Cristiana

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Capítulo 66—“Conforme a lo que uno tiene”

DIOS puede y quiere emplear a quienes no han recibido instrucción cabal en las escuelas de los hombres. Dudar de que puede hacer esto, es incredulidad manifiesta. Nuestro Salvador no pasó por alto el saber ni despreció la educación; sin embargo eligió para la obra del Evangelio a pescadores sin letras, porque no habían recibido escuela en las falsas costumbres y tradiciones del mundo. Eran hombres de buena capacidad natural y espíritu humilde, dispuestos a recibir enseñanza; hombres a quienes podía educar para su gran obra. ECR 473.1

En las vocaciones comunes de la vida, hay muchos que trabajan pacientemente, cumpliendo la rutina de sus tareas diarias, sin tener conciencia de las aptitudes latentes que, puestas en acción, los pondrían entre los grandes dirigentes del mundo. Se necesita el toque de una mano hábil para despertar y desarrollar estas facultades dormidas. Fueron hombres tales los que Jesús relacionó consigo; y les dió la ventaja de prepararse tres años bajo su propio cuidado. Ningún curso de estudio seguido en las escuelas de los rabinos o en las galerías de los filósofos podría haber igualado a esto en valor. ECR 473.2

Una vida dedicada a Dios no debe ser una vida de ignorancia. Muchos hablan contra la educación porque Jesús eligió a pescadores sin letras para predicar el Evangelio. Aseveran que él manifestó preferencia por los analfabetos. Pero muchos hombres sabios y honorables creyeron las enseñanzas de Jesús. Si hubiesen obedecido intrépidamente a las convicciones de su conciencia le habrían seguido. Su capacidad habría sido aceptada y empleada para el servicio de Cristo, si se la hubiesen ofrecido. Pero, frente a los ceñudos sacerdotes y celosos gobernantes, no tenían fuerza moral para confesar a Cristo y aventurar su reputación en relación con el humilde Galileo. ECR 473.3

El que conoce todos los corazones comprendía esto. Si los educados y nobles no querían hacer la obra para la cual estaban preparados, Cristo iba a elegir hombres que serían obedientes y fieles en hacer su voluntad. Eligió a hombres humildes y los relacionó consigo, a fin de educarlos para que llevasen adelante por toda la tierra la gran obra cuando él la dejase. ECR 474.1

Cristo era la luz del mundo. Era la fuente de todo conocimiento. Podía preparar a los pescadores sin letras para que ejecutasen la gran comisión que les iba a dar. Las lecciones de verdad dadas a estos hombres humildes eran de gran significado. Habían de conmover la tierra. Parecía cosa sencilla que Jesús relacionase a estas personas humildes consigo; pero fué un suceso que produjo tremendos resultados. Sus palabras y sus obras habían de revolucionar al mundo. ECR 474.2

Dios aceptará a los jóvenes con sus talentos y sus preciosos afectos, si ellos quieren consagrarse a él. Pueden alcanzar al punto más alto de la grandeza intelectual; y si son equilibrados por principios religiosos, pueden llevar adelante la obra que Cristo vino a cumplir desde el cielo. ECR 474.3

Los alumnos de nuestros colegios tienen valiosas ventajas; no sólo en cuanto al conocimiento de las ciencias, sino también respecto de aprender a cultivar y practicar virtudes que les darán caracteres simétricos. Son agentes morales responsables delante de Dios. Los talentos de riqueza, posición e intelecto son confiados por Dios al hombre para que los aproveche sabiamente. Ha distribuido estos diversos cometidos proporcionalmente a las facultades y capacidades conocidas de sus siervos, a cada uno su trabajo. ECR 474.4

Y el Dador espera resultados concordantes con lo dado. El don más humilde no debe ser despreciado. Cada uno tiene su esfera y vocación peculiares. El que saca el mejor partido de las oportunidades que Dios le ha confiado, devolverá al Dador, en su aprovechamiento, un interés proporcional al capital entregado. ECR 474.5

No es la mayor cantidad de trabajo lo que el Señor recompensa. El no considera la magnitud de la obra tanto como la fidelidad con que se ha hecho. El siervo bueno y fiel es recompensado. En la medida en que cultivemos las facultades que Dios nos ha concedido, creceremos en conocimiento y percepción. ECR 475.1

La perseverancia en la adquisición de conocimientos, regida por el temor y el amor de Dios, dará a los jóvenes crecidas fuerzas para el bien en esta vida; y los que saquen el mejor partido de sus oportunidades para alcanzar altas realizaciones, las llevarán consigo a la vida futura. Han procurado y obtenido lo que es imperecedero. La capacidad de apreciar las glorias que “ojo no vió, ni oído oyó” (1 Corintios 2:9), será proporcional a las realizaciones alcanzadas. ECR 475.2

Los que despojan su corazón de vanidad y escoria, por la gracia de Dios pueden purificar la mente, y hacer de ella un alfolí de conocimiento, pureza y verdad, que estará continuamente expandiéndose más allá de los estrechos límites del pensamiento mundanal, a la vastedad de lo infinito.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 497-499. ECR 475.3