La Educación Cristiana

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Capítulo 58—El carácter cristiano ejemplificado en los docentes y los alumnos

En nombre de mi Señor suplico a los jóvenes y las señoritas que pretenden ser hijos e hijas de Dios, que presten obediencia a la Palabra de Dios. Suplico a los docentes de nuestras escuelas y colegios que den un ejemplo correcto a aquellos con quienes se relacionen. Los que quieren reunir las condiciones para poder modelar el carácter de los jóvenes, deben contarse como estudiantes en la escuela de Cristo, a fin de que sean mansos y humildes de corazón, como lo fué el Modelo divino. En el vestido, en el porte, en todas sus maneras, debieran ejemplificar el carácter cristiano, poniendo de manifiesto el hecho de que están bajo las sabias reglas disciplinarias del gran Maestro. El joven cristiano debiera ciertamente estar preparado para llevar responsabilidades con corazón valiente y manos voluntarias. Debiera estar listo para afrontar las pruebas de la vida con paciencia y fortaleza. Debiera tratar de formar un carácter de acuerdo con el Modelo divino, siguiendo los principios dignos y afianzándose en hábitos que lo capaciten para obtener la corona del vencedor. ECR 404.1

En la vida escolar, los jóvenes pueden sembrar semillas que rindan fruto, no ya de espinas sino de precioso grano para el granero celestial. No hay tiempo más favorable que el pasado en la escuela y el colegio, tiempo en que se conoce el poder de la gracia salvadora de Cristo, en que se es gobernado por los principios de la ley divina; e interesa al propio alumno llevar una vida piadosa. La gloria culminante de la vida resulta de la unión con Cristo. Nadie vive para sí. Vuestra vida está entretejida con todas las demás en la trama común de la humanidad y tenéis que ser obreros juntamente con Dios en pro de la salvación de aquellos que perecen en la degradación y la miseria. Tenéis que ser instrumentos para inclinar el ánimo de aquellos con quienes os asociáis hacia una vida mejor y para guiar la mente a Jesús. ECR 404.2

Juan escribe: “Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno”. Y Pablo manda a Tito que exhorte a los jóvenes a que sean “comedidos”. Elevad vuestra alma con el fin de ser como Daniel, un servidor leal e invariable del Señor de los ejércitos. Considerad bien la senda de vuestros pies; pues os halláis sobre tierra santa y los ángeles de Dios están a vuestro alrededor. Es justo que sintáis que debéis subir hasta el peldaño más alto de la escalera de la educación. La filosofía y la historia son estudios importantes; con todo, vuestro sacrificio de tiempo y dinero no valdrá nada, si no usáis lo que alcancéis para la honra de Dios y el bien de la humanidad. A menos que el conocimiento de la ciencia sea un escalón para alcanzar los más elevados propósitos, carece de valor. La educación que no suministre conocimiento tan duradero como la eternidad, no tiene objeto. A menos que tengáis presente el cielo y la vida inmortal futura, lo que alcancéis no tiene valor permanente. Pero si Jesús es vuestro maestro, no simplemente un día en la semana, sino cada día, cada hora, podréis tener su favor en la prosecución de conocimientos literarios. ECR 405.1

Daniel tuvo siempre presente la gloria de Dios y vosotros también debierais decir: Señor, yo quiero conocimiento, no para la glorificación del yo, sino para ponerme a la altura de lo que Jesús espera, esto es: que perfeccione un inteligente carácter cristiano mediante la gracia que me ha dado. ¿Quieren los estudiantes ser fieles a los principios como lo fué Daniel? ECR 405.2

En lo futuro habrá más apremiante necesidad de hombres y mujeres de cualidades literarias de la que ha habido en lo pasado, pues vastos campos se abren delante de nosotros, ya blancos para la siega. En esos campos podéis ser obreros juntamente con Dios. Pero si sois amadores de los placeres más que de Dios, si sois livianos, si permitís que pasen las áureas oportunidades sin adquirir conocimiento, sin poner sólidas vigas en el edificio de vuestro carácter, seréis enanos e inválidos en cualquier ramo de trabajo que emprendáis. ECR 405.3

Al paso que una buena educación es un gran beneficio cuando el que la posee la combina con la consagración, los que no tienen el privilegio de alcanzar grandes conquistas literarias, no tienen por qué creer que no les es posible avanzar en la vida intelectual y espiritual. Si quieren sacar el mejor partido del conocimiento que poseen, si quieren tratar de juntar diariamente algo para sus almacenes y vencer todas las perversidades de su temperamento mediante el diligente cultivo de los rasgos del carácter propio de Cristo, Dios les abrirá conductos de sabiduría y podrá decirse de ellos, como antiguamente se dijo de los jóvenes hebreos, que Dios les da sabiduría y entendimiento. ECR 406.1

No es cierto que los jóvenes vivaces alcanzan siempre el mayor éxito. ¡Con cuánta frecuencia se ha colocado en puestos de confianza a hombres de talento y educación y han resultado un fracaso! Su brillo tenía la apariencia del oro; pero cuando se lo probó, no resultó ser más que oropel y escoria. Fracasaron en su trabajo a causa de su infidelidad. No fueron industriosos y perseverantes y tampoco fueron hasta el fondo de las cosas. No estuvieron dispuestos a comenzar desde la parte inferior de la escalera y con trabajo paciente ascender peldaño tras peldaño hasta alcanzar la cumbre. Andaban al resplandor de las chispas (sus vivos resplandores de pensamiento) producidas por ellos mismos. No dependían de la sabiduría que Dios solamente puede dar. Su fracaso no se debió a su falta de oportunidad, sino a su carencia de buen sentido. No percibieron que sus ventajas educacionales les eran valiosas, de modo que no avanzaron, como podrían haberlo hecho, en el conocimiento de la religión y la ciencia. Su entendimiento y carácter no fueron equilibrados por los elevados principios de rectitud. ECR 406.2

Sean nuestros jóvenes sensatos y consideren los senderos de sus pies. Rehuyan el pecado por ser destructivo en sus tendencias y desagradable para Dios. Disciernan las posibilidades que están a su alcance y busquen a Dios para que les conceda gracia para mantenerse en las sendas de la justicia. Busquen el consejo y la dirección del Señor a fin de que puedan dedicar sus vidas para su gloria en el mundo. ECR 407.1

Al adquirir educación no se ha de considerar el éxito como cuestión de oportunidad o destino; éste proviene de aquel Dios que leyó el corazón de Daniel, que miró con placer la pureza de sus motivos, la firmeza de su propósito de honrar al Señor. Daniel no anduvo a la luz de las chispas de su propia producción, sino que hizo del Señor su sabiduría. La filosofía divina fué la base de su educación. Recibió con agrado el consejo del Señor. ¡Ojalá que los estudiantes fuesen como Daniel! Pero muchos no advierten la importancia de someterse a la divina disciplina. ECR 407.2

¡Ojalá que todos se diesen cuenta de que sin Cristo no pueden hacer nada! Los que con él no recogen, desparraman. Sus pensamientos y acciones no tendrán el carácter debido, y su influencia será destruidora del bien. Nuestras acciones tienen una influencia doble, pues afectan a otros tanto como a nosotros. Esta influencia será una bendición o una maldición para aquellos con quienes nos relacionemos. ¡Cuán poco apreciamos este hecho! Las acciones hacen los hábitos y los hábitos el carácter; por lo que si no cuidamos de nuestros hábitos, no estaremos en condiciones de unirnos con los agentes celestiales en la obra de salvación, ni listos para entrar en las celestes mansiones que Jesús ha ido a preparar; porque allí no habrá nadie fuera de aquellos que rindieron su voluntad y propósito a la voluntad y propósito de Dios. Aquel cuyo carácter está probado, que ha soportado el experimento de la prueba, que es partícipe de la naturaleza divina, se hallará entre aquellos a quienes Jesús declare bienaventurados. ECR 407.3

Sin Cristo nada podemos hacer. Los principios puros de integridad, virtud y bondad, proceden todos de Dios. Un concienzudo cumplimiento del deber, la simpatía propia de Cristo, el amor por las almas y por la vuestra propia, por cuanto pertenecéis a Dios y habéis sido comprados con la preciosa sangre de Cristo, os harán obreros juntamente con Dios y os conferirán poder persuasivo y atrayente. Tenéis que respetar vuestra propia fe a fin de presentarla con éxito a otros. Tanto por ejemplo, como por precepto, debéis demostrar que reverenciáis vuestra fe, hablando reverentemente de cosas sagradas. No permitáis jamás que escape de vuestros labios una expresión de ligereza o trivialidad cuando citáis las Escrituras. Al tomar la Biblia en vuestras manos recordad que estáis sobre tierra santa. Hay ángeles a vuestro alrededor, a quienes podríais ver si fuesen abiertos vuestros ojos. Sea tal vuestra conducta que dejéis sobre cada alma con la cual os relacionéis la impresión de que os rodea una atmósfera pura y santa. Una palabra vana, una risa trivial, puede inclinar un alma en la dirección indebida. Terribles son las consecuencias de no tener una relación constante con Dios. ECR 408.1

Absteneos de todo mal. Los pecados comunes, por insignificantes que se los considere, echarán a perder vuestro sentido moral y apagarán la impresión interior del Espíritu de Dios. El carácter de los pensamientos deja su huella en el alma y una conversación rastrera corrompe el entendimiento. Todas las malas obras arruinan a aquellos que las hacen. Dios podrá perdonar al pecador que se arrepiente; pero aunque sea perdonado, su alma está dañada; queda destruida la fuerza del pensamiento elevado de que es capaz la mente cuando no ha recibido ningún daño. Siempre lleva el alma la cicatriz. Busquemos entonces aquella fe que obra por el amor y purifica el corazón, a fin de que representemos ante el mundo el carácter de Cristo.—The Review and Herald, 8 de diciembre de 1891. Reproducido en Fundamentals of Christian Education, 191-195. ECR 408.2