La Educación Cristiana

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Una súplica personal

Suplico a los docentes de nuestras instituciones educacionales que no permitan que retrograden el fervor y el celo religiosos. No hagáis movimientos de retroceso; empero sea vuestro lema “Adelante”. Nuestras escuelas y colegios deben subir a un plano de acción más alto; se han de tener miras más vastas; ha de haber fe más poderosa y más profunda piedad; la Palabra de Dios ha de ser la raíz y rama de toda sabiduría y conquistas intelectuales. Cuando el poder convertidor de Dios eche mano de ellas, se verá que el conocimiento de Dios abarca un campo más vasto que los llamados “métodos avanzados” de educación. En toda la instrucción impartida deben los docentes recordar las palabras de Cristo: “Vosotros sois la luz del mundo”. Mateo 5:14. Entonces no tendrán tan grande impedimento en la preparación de misioneros que salgan e impartan su conocimiento a otros. ECR 399.1

Tenemos todo don en cuanto a aptitudes y toda facilidad para cumplir con los deberes que se nos han confiado; y debiéramos estar agradecidos a Dios que por su misericordia tenemos dichas ventajas y poseemos el conocimiento de su gracia, de la verdad presente y del deber. ¿Estáis, entonces, como maestros tratando de conservar la falsa educación que habéis recibido? ¿Estáis perdiendo las preciosas oportunidades que se os han concedido para imponeros mejor de los planes y métodos de Dios? ¿Creéis la Palabra de Dios? ¿Estáis volviéndoos cada día más capaces de comprender, de entregaros al Señor y de que se os use en su servicio? ¿Sois misioneros para hacer la voluntad de Dios? ¿Creéis a la Biblia y prestáis atención a lo que dice? ¿Creéis que estamos viviendo en los últimos días de la historia de esta tierra? ¿Y tenéis corazones capaces de sentir? Tenemos una gran obra delante de nosotros; hemos de ser portadores de la sagrada luz del mundo, que ha de iluminar a todas las naciones. Somos cristianos; por tanto, ¿qué estamos haciendo? ECR 399.2

Tomad, docentes, vuestro lugar como verdaderos educadores y mediante palabras y expresiones de interés por las almas de vuestros alumnos derramad en sus corazones la viva corriente del amor redentor. Consultad con ellos antes de que sus mentes se preocupen con su trabajo literario. Instadles a buscar a Cristo y su justicia. Hacedles presente los cambios que seguramente se realizarán si el corazón se da a Cristo. Fijad su atención en él; esto cerrará la puerta a las locas aspiraciones que naturalmente se manifiestan, y preparará la mente para la recepción de la verdad divina. Se ha de enseñar a los jóvenes que el tiempo es oro y que corren peligro con pensar que pueden sembrar excesos juveniles sin cosechar el dolor y la ruina. Se les ha de enseñar a tener sobrias inclinaciones y a admirar lo bueno en el carácter de otros. Se les ha de enseñar a poner la voluntad en conformidad con la voluntad de Dios para que puedan cantar el nuevo cántico y mezclarse con las armonías celestiales. ECR 400.1

Desechad todas las manifestaciones de encumbramiento personal, porque esto no os puede servir de ayuda en vuestro trabajo; y, ello no obstante, os ruego que estiméis altamente vuestro propio carácter, por cuanto comprados sois a un precio infinito. Sed cuidadosos, dedicaos a la oración, sed serios. No penséis que os es posible mezclar lo profano con lo santo. Esto se ha hecho tan continuamente en lo pasado que el discernimiento espiritual de los docentes se ha oscurecido y no pueden distinguir entre lo santo y lo profano. Han tomado fuego extraño y lo han exaltado, alabado y mantenido vivo; por lo que el Señor se ha apartado con desagrado. Docentes, ¿no sería mejor hacer una consagración plena de vosotros mismos a Dios? ¿Pondréis en peligro vuestras almas a causa de un servicio dividido? ECR 400.2

Por medio de la pluma y la voz, dad a Dios la honra debida. Santificad al Señor Dios en vuestros corazones y estad siempre prontos para dar, a todo aquel que os la pidiera, razón de la esperanza que hay en vosotros; empero con mansedumbre y temor. ¿Entenderán esto los docentes de nuestras escuelas y colegios? ¿Tomarán la Palabra de Dios como el libro de texto que puede hacerlos sabios para salvación? ¿Impartirán a los alumnos esta sabiduría superior, dándoles ideas claras y precisas de la verdad, a fin de que sean capaces de presentar esas ideas a otros? Podrá parecer que la enseñanza de la Palabra de Dios tiene poco efecto sobre las mentes y los corazones; pero si el trabajo del docente ha sido hecho en Dios, algunas lecciones de divina verdad quedarán hasta en la memoria de los más indiferentes. El Espíritu Santo regará la semilla sembrada y, a menudo, brotará después de muchos días y llevará fruto para gloria de Dios. ECR 401.1

El gran Maestro del cielo no ha indicado a los docentes el estudio de ninguno de los grandes autores, reputados por tales. El dijo: “Venid a mí, ... aprended de mí, ... y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:28, 29. Cristo ha prometido descanso, y lo hallaremos aprendiendo lecciones de él. Le fueron entregados todos los tesoros del cielo a fin de que pudiese dar esos dones al que los buscara con diligencia y perseverancia. Nos ha sido hecho por Dios “sabiduría, y justificación, y santificación y redención”. 1 Corintios 1:30. ECR 401.2

Los docentes deben comprender qué lecciones impartir, o de otra suerte no podrán preparar alumnos para que se los promueva al curso superior. Deben estudiar las lecciones de Cristo y el carácter de su enseñanza. Deben considerar su independencia del formalismo y la tradición y apreciar la originalidad, la autoridad, la espiritualidad, la ternura, la benevolencia y la practicabilidad de su enseñanza. Los que hacen de la Palabra de Dios su libro de estudio, los que cavan en busca de los tesoros de verdad, se compenetrarán del Espíritu de Cristo y por la contemplación serán transformados a su semejanza. Los que aprecian la Palabra enseñarán como discípulos que se han sentado a los pies de Jesús y se acostumbraron a aprender de él. En vez de introducir en nuestras escuelas libros que contienen las hipótesis de los grandes autores del mundo, dirán: No me tentéis a menospreciar al mayor Autor y Maestro por quien tengo yo la vida eterna. El nunca se equivoca. Es el gran Manantial de donde fluye toda sabiduría. Siembre, pues entonces, cada docente la semilla de la verdad en la mente de los alumnos. Cristo es el Maestro modelo. ECR 401.3

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La Palabra del Dios eterno es nuestra guía. Por su medio hemos sido hechos sabios para salvación. Esta Palabra ha de estar siempre en nuestros corazones y en nuestros labios. “Escrito está”, ha de ser nuestra ancla. Los que hacen de la Palabra de Dios su consejero, reconocen la debilidad del corazón humano y el poder de la gracia de Dios para subyugar todo impulso no santificado e impío. Sus corazones están siempre entregados a la oración y se les ha concedido la custodia de santos ángeles. Cuando el enemigo viene cual avenida de aguas, el Espíritu de Dios levanta por ellos bandera contra él. Existe armonía en el corazón, porque la influencia preciosa y potente de la verdad es la que domina. Hay una manifestación de la fe que obra por el amor y purifica el alma. ECR 402.1

Orad porque nazcáis de nuevo. Si tenéis este nuevo nacimiento os deleitaréis, no ya en los caminos torcidos de vuestros propios deseos, sino en el Señor. Desearéis estar bajo su autoridad. Procuraréis constantemente alcanzar una norma más alta. No seáis solamente lectores de la Biblia sino también estudiantes fervorosos de ella, a fin de que conozcáis lo que Dios requiere de vosotros. Necesitáis un conocimiento experimental de cómo hacer su voluntad. Cristo es nuestro Maestro. ECR 402.2

Que cada docente de nuestras escuelas y colegios y caca administrador de nuestras instituciones estudie qué cosa le es esencial para trabajar en las filas del Señor y llevar consigo un sentimiento de perdón, consuelo y esperanza. ECR 403.1

Mensajeros celestiales son enviados para ministrar a los que han de ser herederos de salvación y éstos se comunicarían con los docentes si ellos no estuviesen satisfechos con el muy trillado camino de la tradición, si no tuviesen temor de apartarse del amparo del mundo. Los docentes deben tener cuidado, no sea que cierren la puerta de modo que el Señor no halle entrada en el corazón de los jóvenes.—Testimonies for the Church 6:156-161. ECR 403.2