La Educación Cristiana

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La obra del docente

Los docentes han de ser obreros juntamente con Dios, promoviendo y llevando adelante la obra que Cristo, con su propio ejemplo, les ha enseñado a hacer. Tienen que ser, en efecto, la luz del mundo, por cuanto manifiestan los virtuosos atributos revelados en el carácter y obra de Cristo, atributos que enriquecerán y embellecerán sus propias vidas como discípulos de Cristo. ECR 398.1

¡Qué obra solemne, sagrada e importante es el empeño de representar el carácter de Cristo y su Espíritu a nuestro mundo! Ella es privilegio de todo director y de todo docente vinculado con la obra de educar, preparar y disciplinar la mente de los jóvenes. A todos les es necesario tener la convicción inspiradora y firme de que están llevado, en efecto, el yugo de Cristo y su carga. ECR 398.2

Se encontrarán pruebas en esta tarea; el desánimo oprimirá el alma a medida que los docentes vean que sus labores no son siempre apreciadas. Satanás ejercerá sobre ellos su poder mediante tentaciones, desalientos y aflicciones por enfermedades, con la esperanza de que podrá hacerlos murmurar contra Dios y cerrar su entendimiento a su bondad, misericordia y amor y al sobremanera grande peso de gloria que ha de ser el galardón del vencedor. Pero Dios está guiando estas almas a una confianza más perfecta en su Padre celestial. Su ojo está sobre ellos cada momento, y si ellos elevan a él su clamor con fe, si apoyan en él sus almas en las perplejidades, el Señor los sacará como oro purificado. El Señor Jesús ha dicho: “No te desampararé, ni te dejaré”. Hebreos 13:5. Dios puede permitir que sobrevenga una serie de circunstancias que los mueva a huir a la Fortaleza y por la fe se extiendan hacia el trono de Dios a través de densas nubes de oscuridad; pues su presencia también se oculta en ellas. Pero él siempre está listo para librar a todos los que en él confían. La victoria obtenida de esa manera será más completa, el triunfo más seguro; porque la persona probada, abatida por la pena y afligida, podrá decir: “He aquí, aunque me matare, en él esperaré; empero defenderé delante de él mis caminos”. Job 13:15. “Aunque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva, y los labrados no darán mantenimiento, y las ovejas serán quitadas de la majada, y no habrá vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salud”. Habacuc 3:17, 18. ECR 398.3