La Educación Cristiana

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Deficiencias de los maestros

Una buena parte de nuestros docentes tienen mucho que desaprender y mucho que aprender, de diferente carácter. A menos que estén dispuestos a hacer esto, a menos que lleguen a familiarizarse perfectamente con la Palabra de Dios y sus inteligencias se contraigan a estudiar las gloriosas verdades referentes a la vida del gran Maestro, fomentarán precisamente los errores que el Señor está tratando de corregir. Planes y opiniones que no debieran concebirse se grabarán en su mente; y con toda sinceridad llegarán a conclusiones erróneas y peligrosas. De este modo se sembrará una semilla que no es grano verdadero. Muchas costumbres y prácticas comunes en la obra escolar y que tal vez se tienen por cosas pequeñas, no pueden ahora introducirse en nuestras escuelas. Podrá ser difícil para los profesores abandonar ideas y métodos por largo tiempo acariciados; con todo, si quieren, sincera y humildemente, preguntarse a cada paso: ¿Es éste el camino del Señor? y se entregan a su dirección, él los conducirá por senderos seguros, y sus manera de ver cambiarán a medida que vayan adquiriendo experiencia. ECR 397.1

Los docentes de nuestros colegios tienen necesidad de escudriñar las Escrituras hasta que las comprendan individualmente, abriendo sus corazones a los preciosos rayos de luz que Dios ha dado, y andando en ellos, entonces serán enseñados por Dios y trabajarán en direcciones enteramente distintas, vertiendo en su enseñanza menos de las teorías y sentimientos de hombres que jamás tuvieron unión con Dios. Honrarán mucho menos la sabiduría finita y sentirán en el alma un hambre profunda por aquella sabiduría que procede de Dios. ECR 397.2

A la pregunta formulada por Jesús a los doce: “¿Queréis vosotros iros también?” Pedro contestó: “Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente”. Juan 6:67-69. Si los maestros entrelazan estas palabras con la labor de sus aulas, el Espíritu Santo estará presente para afectuar su obra sobre las mentes y los corazones.—Joyas de los Testimonios 2:425-428. ECR 397.3