La Educación Cristiana

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Capítulo 51—Las fiestas para Dios

¿No seria bueno que nosotros dedicásemos a Dios fiestas durante las cuales podríamos hacer revivir en nuestra mente el recuerdo del trato que él nos ha dispensado? ¿No sería bueno considerar sus bendiciones pasadas, recordar las amonestaciones impresionantes que dirigió a nuestras almas para que no nos olvidásemos de él? ECR 368.1

El mundo tiene muchas fiestas, y los hombres se han dejado enfrascar en deportes, carreras de caballos, juegos, hábitos de fumar y emborracharse. Muestran claramente bajo qué estandarte se hallan. Evidencian que no se hallan bajo el del Príncipe de la vida, sino que el príncipe de las tinieblas los rige y domina. ECR 368.2

¿No tendrá el pueblo de Dios, con más frecuencia, santas convocaciones para dar gracias a Dios por sus ricas bendiciones? ¿No hallaremos tiempo para alabar a Cristo por su descanso, paz y gozo, y manifestar por nuestro agradecimiento diario que apreciamos el gran sacrificio que hizo en nuestro favor a fin de que pudiésemos participar de la naturaleza divina? ¿No hablaremos del reposo que nos espera en el paraíso de Dios, y de la honra y gloria que aguardan a los siervos de Jehová? “Y mi pueblo habitará en morada de paz, y en habitaciones seguras, y en recreos de reposo”. Isaías 32:18. Vamos hacia el hogar, en procura de una patria mejor, a saber, la celestial. ECR 368.3

El mundo está lleno de excitación. Los hombres obran como si se hubiesen enloquecido por cosas viles, comunes, que no satisfacen. ¡Cuán agitados los he visto por los resultados de un certamen de cricket! He visto las calles de Sidney densamente atestadas por cuadras enteras, y al preguntar cuál era el motivo de la excitación, se me dijo que algún experto jugador de cricket había ganado la partida. Me sentí hastiada. ECR 368.4

¿Por qué no son más entusiastas los escogidos de Dios? Están luchando por una corona inmortal, por una patria donde no se necesitará la luz del sol ni de la luna, ni vela encendida; porque el Señor Dios les da su luz, y reinarán por siempre jamás. Tendrán una vida que se comparará con la vida de Dios; pero la vela de los impíos se apagará en tinieblas ignominiosas, y entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. ... ECR 368.5

No recomiendo las partidas de placer en las cuales los jóvenes se congregan simplemente para divertirse, para dedicarse a la conversación vulgar y sin sentido, y donde se ha de oír la risa ruidosa y jactanciosa. No recomiendo las reuniones en las cuales se degrada la dignidad, y se presencian escenas de debilidad e insensatez. ECR 369.1

Muchas veces los jóvenes por quienes los seres celestiales han estado aguardando para contarlos como misioneros de Dios, son atraídos a las reuniones de diversión, y son arrebatados por las fascinaciones de Satanás. En vez de temer el continuo trato con niñas cuya profundidad mental es fácil de medir y cuyo carácter es vulgar, se han enamorado y comprometido con ellas. Satanás sabe que si estos jóvenes se comprometen con niñas de tendencias vulgares, amantes de los placeres, de disposición mundanal e irreligiosa, se vincularán con piedras de tropiezo. Su utilidad se verá grandemente estorbada, si no completamente destruida. Aun si los jóvenes mismos logran hacer una entrega sin reservas a Dios, encontrarán que los estorba grandemente el estar ligados a una esposa sin preparación, disciplina ni semejanza a Cristo, y que está muerta para Dios, la piedad y la verdadera santidad. Sus vidas resultarán carentes de satisfacción y felicidad. ECR 369.2

Las reuniones destinadas a la diversión confunden la fe y hacen que el motivo sea mixto e incierto. El Señor no acepta un corazón dividido. Quiere todo el ser. El hizo todo lo que hay en el ser humano. Ofreció un sacrificio completo para redimir el cuerpo y el alma del hombre. Lo que requiere de aquellos a quienes ha creado y redimido, queda resumido en las siguientes palabras: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma y de toda tu mente. ... Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mateo 22:37-39. Dios no aceptará ninguna cosa menor que esto.—Special Testimonies on Education, 80-83. Reproducido en Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 327-329. ECR 369.3