La Educación Cristiana

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La debida actitud del cristiano

El Dios eterno ha trazado la línea de demarcación entre los santos y los pecadores, los convertidos y los inconversos. Estas dos clases no se fusionan imperceptiblemente una con otra, como los colores del arco iris. Son tan distintas como el mediodía y la media noche. ECR 366.2

Los que están procurando la justicia de Cristo se espaciarán en los temas de la gran salvación. La Biblia es el alfolí que proporciona a sus almas alimento nutritivo. Meditan en la encarnación de Cristo, contemplan el gran sacrificio hecho para salvarlos de la perdición, para ofrecerles el perdón, la paz y la justicia eterna. El alma queda inflamada por estos temas grandiosos y elevados. La santidad y la verdad, la gracia y la justicia ocupan sus pensamientos. Muere el yo y Cristo vive en sus siervos. Mientras contemplan la Palabra, sus corazones arden en ellos como los de los dos discípulos que iban a Emaús mientras Cristo caminaba con ellos y les abría las Escrituras acerca de sí mismo. ECR 366.3

¡Cuán pocos comprenden que Jesús, invisible, anda a su lado! ¡Cuán avergonzados se sentirían muchos si oyesen su voz hablándoles, y supiesen que él oyó todas sus conversaciones insensatas y triviales! ¡Y cuántos corazones arderían de santo gozo, si supiesen que el Salvador está a su lado, que la santa atmósfera de su presencia los rodeaba, y que se están alimentando del pan de vida! ¡Cuánto agradaría al Salvador el oír a sus seguidores hablar de sus preciosas lecciones de instrucción, y saber que aprecian las cosas santas! ECR 367.1

Cuando la verdad mora en el corazón, no hay lugar para criticar a los siervos de Dios, o hallar defectos en el mensaje que él envía. Lo que hay en el corazón, fluye de los labios. No puede ser reprimido. Las cosas que Dios ha preparado para los que le aman, serán el tema de la conversación. El amor de Cristo es en el alma como un manantial de agua, que brota para vida eterna, enviando raudales vivos, que esparcen vida y alegría dondequiera que fluyan.—Special Testimony to the Battle Creek Church, 18 de noviembre de 1896. ECR 367.2

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Los cristianos tienen muchas fuentes de felicidad a su disposición, y pueden decir con infalible exactitud qué placeres son legítimos y correctos. Pueden disfrutar de las recreaciones que no disipen la mente ni degraden el alma, que no siembren desilusión, ni una triste influencia ulterior para destruir el respeto propio o estorbar el camino a la utilidad.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 322-326. ECR 367.3