La Educación Cristiana
Capítulo 46—Trabajo y educación
Nuestro ánimo ha sentido mucha ansiedad durante día y noche con respecto a nuestros colegios. ¿Cómo han de ser dirigidos? ¿En qué ha de consistir la educación y preparación de los jóvenes? ¿Dónde debe ser ubicado nuestro Colegio Bíblico de Australia? Me desperté esta mañana a la una con una grave preocupación en el alma. El asunto de la educación me ha sido presentado en diversas direcciones, en aspectos variados, por medio de muchas ilustraciones y con especificaciones directas, ora acerca de un punto, ora de otro. Creo, ciertamente, que tenemos mucho que aprender. Somos ignorantes en cuanto a muchas cosas. ECR 331.1
Al escribir y hablar acerca de la vida de Juan el Bautista y la vida de Cristo, he tratado de presentar aquello que me ha sido revelado con respecto a la educación de nuestros jóvenes. Tenemos para con Dios la obligación de estudiar este asunto sinceramente; pues merece un examen detenido y crítico en cada uno de sus aspectos. Cristo declaró acerca de Juan el Bautista: “No se levantó entre los que nacen de mujeres otro mayor”. Dicho profeta fué dirigido por el Espíritu de Dios al desierto, fuera de las influencias contaminadoras de la ciudad, para adquirir una educación que lo habilitara para recibir instrucción de parte de Dios más bien que de parte de los doctos escribas. No debía relacionarse con los rabinos; cuanto menos se familiarizase con sus enseñanzas, sentencias y tradiciones, tanto más fácilmente podría el Señor impresionar su mente y su corazón y darle el molde puro de verdad que había de ser dado a la gente para preparar el camino del Señor. Las enseñanzas de los escribas y los fariseos eran de tal carácter, que iban a apartar a la gente de la verdad genuina que el Gran Maestro debía presentar cuando diera comienzo a su misión. La única esperanza de la gente estaba en abrir su corazón y su inteligencia a la luz enviada del Cielo por medio de su profeta, el precursor de Cristo. ECR 331.2
Estas lecciones son para nosotros. Los que pretenden conocer la verdad y comprender la gran obra que ha de hacerse para este tiempo, han de consagrarse a Dios en alma, cuerpo y espíritu. En el corazón, el vestido, el lenguaje, en fin, en cada detalle, han de estar separados de las modas y las prácticas del mundo. Han de ser un pueblo singular y santo. No es el vestido lo que los hace singulares, sino que debido a que son un pueblo singular y santo, no pueden llevar las marcas de semejanza con el mundo. ECR 332.1
Como pueblo tenemos que aparejar el camino del Señor. Cada ápice de capacidad que Dios nos ha dado debe ponerse en uso para preparar a la gente según el dechado de Dios, según su molde espiritual, a fin de que permanezca firme en este día grande de la preparación de Dios y para que estas solemnes preguntas: ¿Qué es la eternidad para nosotros? ¿cómo soportará mi caso el juicio investigador? ¿cuál será mi suerte y mi destino? se susciten en el corazón de los amadores del mundo. Muchos que suponen que van al cielo tienen los ojos vendados por el mundo. Sus ideas acerca de lo que constituye una educación y disciplina religiosas son vagas y sólo se apoyan en probabilidades; y hay muchos que no tienen una esperanza bien comprendida y corren un gran riesgo al practicar precisamente las cosas que Jesús enseñó que no debieran hacer en el comer, beber y vestir, atándose así al mundo de diversas maneras. Tienen que aprender todavía las solemnes lecciones tan esenciales para crecer en espiritualidad a fin de salir del mundo y separarse de él. El corazón está dividido; la mente carnal apetece conformidad, semejanza con el mundo de tantas maneras que la señal distintiva con respecto al mundo es apenas notable. El dinero, el dinero de Dios, se gasta para crear una apariencia con arreglo a las costumbres del mundo; la experiencia religiosa se contamina con la mundanalidad y ni el mundo ni el universo celestial discierne la evidencia del discipulado: la semejanza de Cristo en la abnegación y en el llevar de la cruz. ECR 332.2
En este país [Australia], Satanás se ha entronizado de la manera más sorprendente para manejar a los dirigentes del gobierno nacional. La educación que han recibido desde la niñez es errónea. Muchas cosas se consideran importantes y tienen el efecto más perjudicial sobre las personas. Los muchos días feriados han tenido una influencia funesta sobre la mente de los jóvenes; su efecto es desmoralizador para el gobierno y son enteramente contrarios a la voluntad de Dios. Propenden a alentar una excitación artificial, un deseo de diversiones. Las personas son inducidas a disipar el precioso tiempo que debiera emplearse en el trabajo útil para sostener honradamente a sus familias y mantenerse libres de deudas. La pasión por las diversiones y el despilfarro de dinero en las carreras de caballos, en las apuestas y en varias cosas por el estilo, están aumentando la pobreza del país y ahondando la miseria, que es el resultado seguro de esta clase de educación. ECR 333.1
Nunca podrá darse la debida educación a los jóvenes en este país o en otro cualquiera, a menos que estén separados por una larga distancia de las ciudades. Las costumbres y las prácticas propias de las ciudades inhabilitan la mente de los jóvenes para la entrada de la verdad. El beber licores, el fumar y jugar, las carreras de caballos, el ir al teatro, la gran importancia atribuida a los días de fiesta, todo ello es una especie de idolatría, un sacrificio sobre el altar de los ídolos. Si las personas asisten concienzudamente a sus negocios legítimos en días de fiesta se las considera como miserables y antipatriotas. El Señor no puede ser servido de esta manera. Los que multiplican los días de placer y diversión están en realidad favoreciendo a los expendedores de bebidas y quitando a los pobres los mismos recursos con que habrían de comprar alimento y ropa para sus hijos, recursos que, usados con economía, pronto proveerían de un hogar a sus familias. Y no puedo más que mencionar de paso estos males. ECR 333.2
No es correcto el plan de situar los edificios escolares donde los alumnos hayan de tener constantemente ante sus ojos las prácticas erróneas que han estado amoldando su educación durante toda su existencia, larga o corta. Esos días de fiesta, con todo su séquito de mal, tienen por resultado veinte veces más miseria que bienestar. ECR 334.1
En una proporción grande, la observancia de esos días es realmente compulsiva. Hasta personas que se han convertido de veras, encuentran difícil romper con esas prácticas y costumbres. Si se situaran los colegios en las ciudades o a pocos kilómetros de ellas, sería más difícil contrarrestar la influencia de la educación anterior recibida por los alumnos con respecto a esos días de fiesta y las prácticas relacionadas con ellos, tales como las carreras de caballos, el juego y la oferta de premios. La atmósfera misma de esas ciudades está llena de un ponzoñoso ambiente. No se respeta la libertad de acción individual; el tiempo de un hombre no se considera como cosa realmente suya; se espera que proceda como los demás. Si se situase nuestro colegio en una de esas ciudades o a pocos kilómetros de ella, habría en acción constante una influencia oponente a la cual hacer frente y vencer. La consagración a las diversiones y la observancia de tantos días feriados suministran gran ocupación a los tribunales, a los funcionarios y los jueces, y acrecientan la pobreza y la miseria, cosas éstas que no tienen por qué aumentar. ECR 334.2
Todo esto es falsa educación. Encontraremos necesario establecer nuestros colegios fuera y distantes de las ciudades, si bien no tan lejos que no puedan estar en contacto con ellas, para hacerles bien y permitir que la luz resplandezca en medio de las tinieblas morales. Los alumnos tienen que ser colocados bajo las circunstancias más favorables para contrarrestar en gran parte el efecto de la educación que han recibido. ECR 334.3
Familias enteras necesitan una transformación cabal en sus costumbres e ideas antes de que puedan ser verdaderos representantes de Jesucristo. Y en gran medida, los niños que hayan de recibir educación en nuestras escuelas harán mucho mayor progreso si están separados del círculo familiar en que recibieron una educación errónea. Podría ser necesario que algunas familias se situaran donde puedan tener a sus hijos consigo y evitar gastos; pero en muchos casos esto demostraría ser un impedimento más bien que una bendición para sus hijos. La gente de este país aprecia tan poco la importancia de los hábitos de laboriosidad, que los niños no son educados para efectuar trabajo verdadero y diligente. Esto debe ser parte de la educación dada a los jóvenes. ECR 334.4
Dios proporcionó ocupación a Adán y Eva. El Edén fué la escuela de nuestros primeros padres y Dios su instructor. Aprendieron a labrar la tierra y a cuidar de las cosas que el Señor había plantado. No consideraban el trabajo como cosa degradante, sino como una gran bendición. El trabajo era un placer para ellos. La caída de Adán cambió el orden de las cosas; la tierra fué maldita; empero el mandato de que el hombre se ganara el pan con el sudor de su frente no fué dado como una maldición. Por medio de la fe y la esperanza, el trabajo tenía que ser una bendición para los descendientes de Adán y Eva. Dios no tuvo jamás el propósito de que el hombre no tuviera nada que hacer. Pero cuanto mayor y más profunda es la maldición del pecado, tanto más se altera el orden establecido por Dios. La carga del trabajo reposa pesadamente sobre una clase determinada, pero la maldición de la ociosidad se halla sobre muchos que están en posesión del dinero de Dios, y todo ello debido al falso concepto de que el dinero acrecienta la valía moral de los hombres. El trabajo es para los seres humanos lo que ellos hacen de él. El sumirse en constante faena y buscar alivio momentáneo en la bebida y en las diversiones excitantes, hará a los hombres poco mejores que las bestias. ECR 335.1
Necesitamos en este país colegios para educar a niños y jóvenes, a fin de que sean amos del trabajo y no esclavos de él. La ignorancia y la ociosidad no elevarán a ningún miembro de la familia humana. La ignorancia no aliviará la suerte del que trabaja duramente. Repare el trabajador en el beneficio que puede obtener en la ocupación más humilde haciendo uso de la capacidad que Dios le ha dado como un don. De este modo puede llegar a ser un educador que enseñe a otros el arte de trabajar inteligentemente. Puede comprender lo que quiere decir amar a Dios con el corazón, el alma, la mente y la fuerza. Las facultades físicas han de ponerse al servicio como resultado del amor hacia Dios. El Señor quiere la fuerza física; vosotros podéis revelar vuestro amor hacia él por el empleo debido de vuestras facultades físicas, haciendo precisamente el trabajo que es menester hacer. No hay acepción de personas para con Dios. Cuando se construyó el tabernáculo en el desierto para el servicio de Dios, el trabajo se hizo bajo la dirección divina. Dios fué el diseñador; los obreros fueron enseñados por él y pusieron en la obra corazón, alma y fuerza. Había trabajo penoso que hacer y el vigoroso artesano esforzaba sus músculos y nervios, manifestando su amor hacia Dios en la tarea hecha para su honra. ECR 335.2
Hay en el mundo una gran cantidad de trabajo penoso y abrumador que hacer, y aquel que trabaja sin poner en acción las facultades de la mente, del corazón y del alma, dadas por Dios, y emplea sólo la fuerza física, hace del trabajo una fatigosa carga. Hay hombres con mente, corazón y alma que consideran el trabajo como una actividad baja y tediosa y se entregan a él con resignada ignorancia, haciendo las cosas sin ganas, sin esforzar las aptitudes mentales para hacer mejor el trabajo. ECR 336.1
Hay ciencia en las ocupaciones más humildes, y si todos lo consideraran así, verían nobleza en el trabajo. El corazón y el alma han de ponerse en cualquier clase de trabajo; entonces habrá alegría y eficiencia. En ocupaciones agrícolas o mecánicas, los hombres pueden demostrar a Dios que aprecian el don de las facultades físicas como asimismo el de las mentales. Empléese la capacidad ya educada en idear mejores métodos de trabajo. Esto es lo que el Señor desea. Hay honra en cualquier clase de trabajo cuya ejecución sea esencial. Hágase de la ley de Dios la norma de la acción y ella ennoblecerá y santificará todo trabajo. La fidelidad en el cumplimiento de cada deber ennoblece la obra y revela un carácter que Dios puede aprobar. ECR 336.2
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas”. Dios desea el amor que se expresa en el servicio hecho de corazón, en el servicio prestado con la mente, en el servicio realizado mediante las facultades físicas. No hemos de ser mezquinos en cualquier servicio que prestemos a Dios. Cualquier cosa que nos haya dado prestada hemos de usarla para él inteligentemente. El hombre que ejercita sus facultades, las fortalecerá seguramente; con todo, debe tratar de hacer lo mejor que puede. Se requieren inteligencia y habilidad educada para idear los mejores métodos en la labranza, en la construcción y en cualquier otro ramo, a fin de que el obrero no trabaje en vano. ECR 337.1
No es una virtud que hombres o mujeres toleren la lentitud y la chabacanería en el trabajo, sea cual fuere su carácter. Los hábitos de lentitud deben vencerse. El hombre despacioso y que hace su trabajo sin producir beneficio, no es obrero de valor. Su lentitud es un defecto que es menester ver y corregir. Dicho obrero tiene que hacer uso de la inteligencia para idear cómo emplear el tiempo de modo que logre los mejores resultados. Cuando uno está siempre trabajando y el trabajo jamás se termina, la causa de ello se debe a que la mente y el corazón no están puestos en el trabajo. Algunas personas emplean diez horas en hacer aquello que otras ejecutan fácilmente en cinco. Tales obreros no aplican tacto ni método a su trabajo. Hay que aprender algo cada día acerca de cómo mejorar en la manera de trabajar, de modo que se termine la tarea y se tenga tiempo para otra cosa. Es deber de todo obrero poner no sólo sus fuerzas, sino también su mente e intelecto en aquello que va a hacer. Algunos de los que se ocupan en el trabajo doméstico están siempre trabajando y esto no porque tengan tanto que hacer sino porque no hacen planes para disponer de tiempo. Debieran fijarse un tiempo determinado para cumplir sus tareas y hacer que cada uno de sus movimientos sirva para algo. La torpeza y la ignorancia no son virtudes. Podréis elegir estereotiparos en un proceder erróneo por no tener la determinación de reformaros, o podréis cultivar vuestras facultades como para prestar el mejor servicio, y en este caso os veríais solicitados en todas partes. Seríais estimados en todo lo que valéis. “Todo cuanto hallare que hacer tu mano, hazlo con tus fuerzas”. “No perezosos en los quehaceres, fervorosos en espíritu, sirviendo al Señor”. ECR 337.2
Australia necesita que la levadura del sentido común sano y sólido se introduzca en todas sus ciudades y poblaciones. Hay necesidad de educación apropiada. Se debieran establecer colegios que respondan al propósito de que en ellos se obtengan no sólo conocimiento libresco sino también nociones de laboriosidad práctica. En diversas comunidades se necesitan hombres que indiquen a la gente cómo obtener las riquezas provenientes del suelo. El cultivo de la tierra dará su recompensa. ECR 338.1
Por la observancia de los días de fiesta, las personas, tanto del mundo como de las iglesias, han sido enseñadas a creer que los días de asueto son esenciales para la salud y la felicidad; sin embargo, los resultados revelan que dichas personas están llenas de maldad, la que a su vez está arruinando al país. Los jóvenes, por lo general, no son educados como para que formen hábitos de diligencia. Las ciudades y hasta los pueblos del campo se están volviendo como Sodoma y Gomorra y como el mundo de los días de Noé. La disciplina de los jóvenes en aquellos días era similar a la forma en que se educa y disciplina a los niños en esta época, esto es: amar la excitación, glorificarse a sí mismos y seguir tras la imaginación de sus corazones perversos. Ahora como entonces, la depravación, la crueldad, la violencia y el crimen son los resultados. ECR 338.2
Todas estas cosas constituyen lecciones para nosotros. Pocos son en la actualidad realmente laboriosos y económicos. La pobreza y el dolor se hallan por doquier. Hay hombres que trabajan arduamente y obtienen muy poco por su trabajo. Se necesita conocimiento mucho más vasto acerca de la preparación del terreno. No hay visión suficientemente amplia con respecto a lo que se puede obtener de la tierra. Se sigue una rutina estrecha e invariable con resultados desalentadores. La valorización de la tierra ha maldecido este país y se han pagado precios exhorbitantes por terrenos comprados a plazos. Se debe luego desmontar el terreno para la labranza y hay que tomar más dinero prestado; la edificación de una casa en que vivir demanda más dinero aún y después el interés, abierta su boca, se traga todas las utilidades. Se acumulan las deudas, luego viene el cierre y la quiebra de los bancos, y la consiguiente pérdida de los bienes hipotecados. Miles han sido expulsados de sus empleos; familias hay que pierden todo lo que poseen; solicitan préstamos una vez y otra y al fin abandonan su propiedad y salen sin un centavo. Mucho dinero y arduo trabajo se han dedicado a la compra de chacras a plazos, o heredadas con un gravamen. Los ocupantes vivieron con la esperanza de llegar a ser los verdaderos propietarios, lo que habría podido realizarse a no ser por las quiebras de los bancos por todo el país. ECR 339.1
El caso de un hombre que tenga su propiedad libre de gravamen es una dichosa excepción a la regla. Los comerciantes quiebran y las familias sufren por falta de alimento y de vestido. Ningún trabajo se presenta de suyo; pero los días de fiesta son muchísimos y sus diversiones se buscan con avidez. Todo el que pueda hacerlo gastará sus centavos y sus pesos ganados a duras penas en el disfrute de un placer, en bebida fuerte o en alguna otra satisfacción. Los periódicos que informan acerca de la pobreza de la gente tienen avisos permanentes de carreras de caballos y de los premios presentados por diferentes clases de deportes excitantes. Las salas de espectáculos, los teatros y toda esa clase de diversiones desmoralizadoras, están sustrayendo el dinero del país y la pobreza aumenta constantemente. Hombres pobres invierten su último centavo en una jugada de lotería con la esperanza de sacar un premio y tienen luego que mendigar el alimento necesario para sostener la vida o si no andar hambrientos. Muchos mueren a causa del hambre y otros tantos ponen fin a su existencia. Pero no se termina con esto. Algunos os llevan a sus plantíos de naranjas y limones y otras frutas y os dicen que el producto no cubre el trabajo empleado en ellos. Resulta casi imposible subvenir a las necesidades de la familia, por lo cual los padres deciden que sus hijos no serán agricultores; no tienen valor y esperanza para enseñarles a labrar la tierra. ECR 339.2
Lo que se necesita son colegios para educar y preparar a los jóvenes de modo que sepan cómo vencer este estado de cosas. Ha de haber enseñanza de las ciencias y de planes y métodos de trabajar la tierra. En la tierra hay esperanza; pero han de aplicarse el cerebro, el corazón y la fuerza al trabajo de cultivarla. El dinero dedicado a las carreras de caballos, al teatro, al juego y a la lotería; el gastado en las tabernas en cerveza y bebidas alcohólicas, inviértase en hacer productiva la tierra y veremos un estado de cosas diferente. ECR 340.1
Este país necesita agricultores educados. El Señor da la lluvia copiosa y la luz benéfica del sol. Da a los hombres todas sus facultades; por lo tanto, consagren ellos corazón, mente y fuerza a hacer su voluntad en obediencia a sus mandamientos. Despréndanse de todo hábito pernicioso; no gasten jamás un centavo en cerveza u otro licor cualquiera, ni tampoco en tabaco; no tengan nada que ver con las carreras de caballos o deportes similares y encomiéndense luego a Dios trabajando con toda su fuerza física, y su trabajo no será en vano. El Dios que hizo el mundo para beneficio del hombre proveerá de la tierra recursos para sostener al obrero diligente. La semilla colocada en el suelo perfectamente preparado rendirá su cosecha. Dios puede tender mesa en el desierto para su pueblo. ECR 340.2
Hay que aprender los diversos oficios y ocupaciones, los cuales ponen en acción una gran variedad de aptitudes mentales y corporales. Las ocupaciones que exigen una vida sedentaria son las más peligrosas, por cuanto apartan a los hombres del aire libre y de la luz solar y disciplinan cierto número de facultades, en tanto que otros órganos se debilitan a causa de la inacción. Hay hombres que fomentan su trabajo, perfeccionan sus negocios y pronto bajan al sepulcro. Mucho más favorable es la condición de uno cuya ocupación lo mantiene al aire libre, donde ejercita los músculos, y, mientras el cerebro está igualmente obligado a trabajar, todos los órganos tienen el privilegio de hacer lo mismo. Nuevas escenas se les revelan de continuo a aquellos que pueden vivir fuera de las ciudades y trabajar al aire libre contemplando las obras del gran Artista maestro. Mientras hacen del libro de la naturaleza su objeto de estudio, obra en ellos una influencia que enternece y subyuga, porque reconocen que el cuidado de Dios está sobre todo, desde el glorioso sol de los cielos hasta el pequeño gorrión o el diminuto insecto que tenga vida. La Majestad del cielo nos ha indicado estas cosas de la creación de Dios como una evidencia de su amor. El que formó las flores ha dicho: “Reparad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria fué vestido así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” El Señor es nuestro maestro, y enseñados por él podremos aprender las más preciosas lecciones provenientes de la naturaleza. ECR 341.1
El mundo está bajo la maldición del pecado; sin embargo, es hermosísimo aun en su decadencia. Si no estuviera manchado por los actos inicuos y corruptos de los hombres que andan sobre la tierra, podríamos, con la bendición de Dios, gozar de nuestro mundo así como es. Pero la ignorancia, el amor a los placeres y los hábitos pecaminosos que corrompen el alma, el cuerpo y el espíritu, llenan al mundo de lepra moral; un mortífero ambiente moral está destruyendo a millares. ¿Qué ha de hacerse para salvar a nuestros jóvenes? Nosotros podemos hacer poco, pero Dios vive y reina y él puede hacer mucho. Los jóvenes son nuestra esperanza para la obra misionera. ECR 341.2
Debieran establecerse colegios donde la naturaleza ofrezca más atractivos que deleiten los sentidos y den variedad al paisaje. Al par que evitamos lo falso y artificial, descartando las carreras de caballos, el juego de naipes, las loterías, las disputas de premios, el beber licor y usar tabaco, debemos proporcionar fuentes de placer puras, nobles y elevadoras. Debiéramos escoger para nuestro colegio un sitio apartado de las ciudades, donde los ojos no tengan que descansar constantemente sobre las moradas de los hombres sino sobre las obras de Dios; donde los alumnos encuentren lugares que les interese visitar, más bien que lo que la ciudad ofrece. Colóquese a nuestros estudiantes donde la naturaleza hable a los sentidos y en su voz puedan oír la voz de Dios. Estén donde puedan mirar sus obras maravillosas y a través de la naturaleza contemplar al Creador de ella. ECR 342.1
Los jóvenes de este país necesitan más ferviente labor espiritual que los de cualquier otro que hayamos visitado. Las tentaciones son fuertes y muchas, y las continuas festividades y los hábitos de ociosidad son muy desfavorables para ellos. Al ocioso, Satanás lo hace partícipe y colaborador de sus tretas, y el Señor Jesús no habita en su corazón por la fe. No se enseña a los niños y jóvenes a reconocer que la influencia que ejercen es o buena o mala. Se les debiera hacer ver constantemente lo mucho que pueden llevar a cabo; se les debiera animar en el sentido de alcanzar la más alta norma de rectitud. Empero, desde su juventud en adelante se les ha enseñado la idea popular de que los días de fiesta establecidos deben ser respetados y observados. Según la luz que el Señor me ha dado, tales días no tienen más influencia en el sentido del bien que la que tendría la adoración de las deidades paganas; pues en realidad su observancia no equivale a nada menos. Esos días son ocasiones de cosecha especiales de Satanás. El dinero extraído a hombres y mujeres se gasta en lo que no es pan. Los jóvenes aprenden a amar lo que es desmoralizador, lo que la Palabra de Dios condena. La influencia es mala y solamente mala de continuo. ECR 342.2
La ocupación manual para los jóvenes es esencial. La mente no ha de ser recargada constantemente, con descuido de las fuerzas físicas. La ignorancia de la fisiología y el descuido en observar las leyes de la salud han llevado al sepulcro a muchos que podrían haber vivido para trabajar y estudiar inteligentemente. El apropiado ejercicio de la mente y del cuerpo desarrollará y fortalecerá todas las facultades. La mente y el cuerpo serán preservados y podrán hacer una variedad de trabajo. A los ministros y maestros les es necesario ilustrarse acerca de estas cosas y asimismo practicarlas. El empleo debido de la fuerza física, así como el de las facultades mentales, equilibrará la circulación de la sangre y mantendrá a cada órgano de la maquinaria viviente en ordenada marcha. A menudo se hace mal uso de la mente; se la lleva a la locura al proseguir en un sólo género de ideas; la ocupación excesiva del cerebro y el descuido de los demás órganos del cuerpo originan una condición enfermiza en el organismo. Puede emplearse toda facultad de la mente con relativa seguridad si se utilizan igualmente las facultades físicas, y se varía el tema de pensamiento. Necesitamos un cambio de ocupación y la naturaleza es un maestro vivo y saludable. ECR 343.1
Cuando los alumnos entran en el colegio para educarse, los instructores debieran tratar de rodearlos de objetos del carácter más agradable e interesante, a fin de que la mente no se limite al estudio muerto de los libros. El colegio no debiera estar ni dentro ni cerca de una ciudad, debido a que su lujo, sus placeres inicuos y sus costumbres y prácticas malvadas requerirán constante trabajo para contrarrestar la iniquidad reinante a fin de que no envenene la atmósfera misma respirada por los alumnos. Todos los colegios debieran situarse, mientras sea posible, donde la vista pueda contemplar las cosas de la naturaleza en vez de un grupo de casas. El paisaje siempre variable dará satisfacción al gusto y dominará la imaginación. Es la naturaleza un maestro vivo que enseña constantemente. ECR 343.2
He estado inquieta por muchas cosas tocantes a nuestros colegios. En su trabajo los jóvenes están asociados con las jóvenes y hacen el trabajo que corresponde a las mujeres. Esto es aproximadamente todo lo que hay para ocuparlos, según se hallan ubicados actualmente; pero, por la luz que se me ha dado, no es ésta la clase de educación que los jóvenes necesitan. No les proporciona el conocimiento que deben llevar consigo a sus hogares. Debiera haber una clase de trabajo diferente a su alcance, que les diera la oportunidad de mantener ocupadas las facultades físicas lo mismo que las mentales. Debiera haber tierra para cultivo. No está muy lejos el tiempo cuando las leyes contrarias al trabajo dominical sean más rigurosas, por lo que debiera hacerse un esfuerzo para adquirir terrenos lejos de las ciudades, donde puedan cultivarse frutas y verduras. La agricultura ofrecerá recursos para el propio sostén; además, podrían aprenderse otros oficios. Este trabajo real y activo demanda fuerza intelectual lo mismo que muscular. Se requieren método y tacto para cultivar con éxito frutas y verduras. Los hábitos de laboriosidad serán una ayuda importante para que los jóvenes resistan la tentación. ECR 344.1
Hay en la agricultura campo abierto para dar salida a sus aprisionadas energías, las cuales, si no se emplean en ocupación útil, serán fuente constante de prueba para ellos y para sus maestros. Pueden idearse muchas clases de trabajos, adaptados a diferentes personas. Empero, el trabajo de la tierra será para el obrero una bendición especial. Existe una falta grande de hombres inteligentes para labrar la tierra, hombres que sean íntegros. Este conocimiento no será un obstáculo para la educación esencial para los negocios o la utilidad en cualquier sentido. Para aumentar la capacidad productiva de la tierra se requiere cuidado e inteligencia. Ello no sólo desarrollará los músculos sino también las aptitudes para el estudio, en virtud de quedar equilibrada la acción del cerebro y de los músculos. Debiéramos disciplinar a los jóvenes de tal manera que llegue a gustarles trabajar la tierra y a deleitarles mejorarla. La esperanza de promover la causa de Dios en este país está en crear un nuevo gusto moral en el amor al trabajo, lo cual transformará la mente y el carácter. ECR 344.2
Se ha dado un falso testimonio al condenar la tierra, la cual, si fuese debidamente trabajada, produciría cuantiosas ganancias. Los planes mezquinos, el poco vigor empleado y el reducido estudio de los mejores métodos, piden a gritos una reforma. La gente tiene que aprender que el trabajo paciente hará maravillas. Hay mucha lamentación a causa del terreno improductivo, mientras que si los hombres leyeran los escritos del Antiguo Testamento verían que el Señor conoce mucho mejor que ellos lo referente al trato adecuado de la tierra. Después de haberse cultivado durante varios años ciertas porciones del terreno y de haber obtenido sus tesoros, se les debiera conceder descanso, y cambiar las sementeras. Mucho podríamos aprender también del Antiguo Testamento en cuanto al problema del trabajo. Si los hombres quisieran seguir las instrucciones de Cristo acerca de recordar a los pobres y suplir sus necesidades, ¡cuán diferente sería este mundo! ECR 345.1
Tened siempre en vista la gloria de Dios y si la cosecha fracasa, no os desaniméis; haced una nueva tentativa; sin embargo, recordad que no podréis tener cosecha a menos que el terreno sea debidamente preparado para la semilla; el fracaso puede deberse enteramente al descuido de este punto. ECR 345.2
El colegio a establecerse en Australia debiera destacar el asunto de las industrias, y revelar el hecho de que el trabajo corporal tiene su sitio en el plan de Dios para cada hombre y que su bendición acompañará a dicho trabajo. Los colegios establecidos por aquellos que enseñan y practican la verdad para este tiempo deben ser dirigidos de manera que se añadan frescos y nuevos incentivos a todas las clases de trabajo práctico. Habrá mucho que pruebe a los educadores; sin embargo, se habrá logrado un objeto grande y noble cuando los alumnos sientan que ha de revelarse el amor hacia Dios no sólo en la consagración del corazón, de la mente y del alma, sino también en la apta y sabia consagración de sus fuerzas. Será mucho menor el número de sus tentaciones, y de ellos, por el precepto y el ejemplo, resplandecerá una luz entre las teorías erróneas y las costumbres que rigen en el mundo. Su influencia tenderá a corregir la falsa idea de que la ignorancia es el distintivo de un hombre de bien. ECR 346.1
Dios sería glorificado si vinieran a este país hombres de otras partes, que hayan adquirido una inteligente noción de la agricultura y que mediante precepto y ejemplo enseñen a la gente a cultivar la tierra para que produzca abundantes riquezas. Se necesitan hombres que enseñen a otros a arar y a hacer uso de las herramientas propias de la agricultura. ¿Quiénes van a ser misioneros para llevar a cabo este trabajo y para enseñar métodos adecuados a los jóvenes como también a todos los que se sientan dispuestos y lo bastante humildes para aprender? Si algunos no quieren que se les den ideas mejores, dense las lecciones silenciosamente, mostrando lo que puede hacerse con establecer huertos y sembrar granos; que la cosecha hable con elocuencia en favor de los métodos de trabajo correctos. Dirigid una palabra a vuestro vecino cuando podáis, perseverad en el cultivo de vuestro propio terreno y ello educará. ECR 346.2
Algunos podrán insistir en que nuestro colegio debe estar en la ciudad a fin de dar influencia a nuestra obra, y en que, si se halla en el campo, se pierde la influencia sobre las ciudades; pero éste no es necesariamente el caso. ECR 346.3
Los jóvenes que asisten por primera vez a nuestro colegio no están preparados para ejercer una influencia correcta en ninguna ciudad como luces que resplandezcan en medio de la oscuridad. No estarán preparados para reflejar la luz hasta que las tinieblas de su propia educación errónea se disipen. En lo futuro nuestro colegio no será lo mismo que ha sido en lo pasado. Entre los alumnos, ha habido hombres de sano juicio y de experiencia que han sacado provecho de la oportunidad de obtener más conocimiento para hacer una obra inteligente en la causa de Dios. Estos han sido una ayuda en el colegio, por cuanto han contribuido a su equilibrio; pero en lo futuro el colegio estará compuesto mayormente de alumnos cuyo carácter tiene que ser transformado, y a quienes habrá que dedicar mucho trabajo paciente; tendrán que desaprender y aprender de nuevo. Llevará tiempo el desarrollar el verdadero espíritu misionero, y cuanto más se los aleje de las ciudades y de las tentaciones que las inundan, tanto más fácil les será adquirir el verdadero conocimiento y desarrollar caracteres bien equilibrados. ECR 347.1
Los agricultores necesitan mucho más inteligencia en su trabajo. En la mayoría de los casos ellos tienen la culpa si no ven a la tierra rendir su cosecha. Debieran aprender constantemente cómo obtener una variedad de riquezas de la tierra. La gente debiera aprender hasta donde sea posible a depender de los productos que pueda obtener del suelo que cultiva. En cada fase de esta clase de trabajo puede educarse la mente para trabajar por la salvación de almas, por las cuales murió Cristo. “Vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois”. Lleven consigo los docentes de nuestros colegios a sus alumnos a los huertos y terrenos y enséñenles a trabajar la tierra en la forma más excelente. Sería bueno si los pastores que trabajan en palabra o doctrina pudieran ir a los campos y pasar parte del día en ejercicio corporal con los alumnos. Podrían hacer como hizo Cristo, cuando dió lecciones de la naturaleza para ilustrar la verdad de la Biblia. Tanto los maestros como los alumnos, tendrían entonces mucho más sana experiencia en las cosas espirituales, inteligencias más poderosas y más puros corazones para interpretar los misterios eternos que con sólo estudiar libros tan de continuo y haciendo trabajar el cerebro sin dar ocupación a los músculos. Dios ha dado a los hombres y a las mujeres facultades de raciocinio, y quisiera que empleasen la razón en lo tocante al uso de su maquinaria física. Podrá preguntarse: “¿Cómo puede adquirir sabiduría aquel que maneja el arado y dirige los bueyes? Buscándola como a plata e inquiriendo por ella como por tesoros escondidos”. “Así su Dios le enseña lo que es conveniente, y le instruye”. “Esto también procede de Jehová de los ejércitos, el cual es maravilloso en consejo y grande en sabiduría”. ECR 347.2
El que enseñó a Adán y Eva en el Edén a cuidar el huerto, enseñará a los hombres hoy día. Hay sabiduría al alcance de aquel que maneja el arado y siembra la simiente. La tierra tiene sus tesoros escondidos y el Señor quisiera que trabajasen el suelo millares de los que se aglomeran en las ciudades en espera de una oportunidad para ganarse una bagatela. En muchos casos esa bagatela no se convierte en pan, sino que es puesta en el cajón del tabernero a cambio de lo que destruye la razón del hombre formado a la imagen de Dios. Los que lleven a sus familias al campo las colocarán con ello lejos de las tentaciones. Los niños cuyos padres aman y temen a Dios, están en cualquier forma ventajosamente situados para aprender del gran Maestro, origen y fuente de la sabiduría. Tienen una oportunidad muy favorable para obtener la idoneidad necesaria para el reino de los cielos. Mándese a los niños a la escuela situada en la ciudad, donde cada clase de tentación espera para atraerlos y desmoralizarlos, y la tarea de edificar el carácter será diez veces más ardua para los padres y los niños. ECR 348.1
Se ha de hacer que la tierra rinda su productividad; con todo, sin la bendición de Dios no podría, de suyo, hacer nada. En el principio Dios contempló todo lo que había hecho y dijo que era bueno en gran manera. A consecuencia del pecado la tierra fué maldita. Pero, ¿ha de multiplicarse esta maldición por el aumento del pecado? La ignorancia está haciendo su obra funesta. Siervos perezosos están acrecentando el mal a causa de sus hábitos ociosos. Muchos no están dispuestos a ganarse el pan con el sudor de su frente y se niegan a cultivar la tierra. Pero la tierra oculta bendiciones en sus profundidades para los que tienen el valor, la voluntad y la perseverancia para recoger sus tesoros. Los padres y las madres que poseen un pedazo de tierra y un hogar cómodo son reyes y reinas. ECR 348.2
Muchos agricultores no han obtenido utilidades proporcionadas de sus tierras debido a que emprendieron ese trabajo como si fuese una ocupación degradante; no ven que hay en él una bendición para sí mismos y para sus familias. Todo lo que pueden discernir es un estigma de servidumbre. Sus huertos son descuidados, las mieses no se almacenan en el momento debido, y se hace un trabajo superficial en el cultivo de la tierra. Muchos desatienden sus labranzas por guardar los días de fiesta y para concurrir a las carreras de caballos y a los clubs de juego; gastan el dinero en espectáculos, loterías y holgazanerías; y luego alegan que no pueden obtener dinero para cultivar la tierra y mejorar sus labranzas; sin embargo, si tuviesen más dinero, el resultado sería la misma cosa.—Special Testimonies on Education, 105 (febrero de 1894). Reproducido en Fundamentals of Christian Education, 310-327. ECR 349.1
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Todos los que están en la escuela de Dios necesitan de una hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios. En ellos tiene que manifestarse una vida que en nada se armoniza con el mundo, sus costumbres o sus prácticas; necesitan, pues, experiencia personal para adquirir el conocimiento de la voluntad de Dios. Cada uno de nosotros ha de oír la voz de Dios hablar a su corazón. Cuando toda otra voz calla, y tranquilos en su presencia esperamos, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. El nos dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Salmos 46:10. Esta es la preparación eficaz para toda labor para Dios. En medio de la presurosa muchedumbre y de las intensas actividades de la vida, el que así se refrigera se verá envuelto en un ambiente de luz y paz. Recibirá nuevo caudal de fuerza física y mental. Su vida exhalará fragancia y dará prueba de un poder divino que alcanzará a los corazones de los hombres.—El Ministerio de Curación, 37. ECR 349.2