La Educación Cristiana

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Capítulo 47—La preparación manual

No se nos ha dado la vida para que la pasemos en la ociosidad o dándonos gusto, sino que se han puesto grandes posibilidades ante todo el que quiera desarrollar las aptitudes que Dios le ha dado. Por esta razón, la preparación de los jóvenes es un asunto de la mayor importancia. Cada niño nacido en el hogar es un cometido sagrado. Dios dice a los padres: “Tomad a este niño, y criadlo para mi, para que sea una honra para mi nombre y un canal por medio del cual mis bendiciones fluyan hacia el mundo”. A fin de preparar al niño para una vida semejante, se requiere algo más que una educación parcial y asimétrica, la cual desarrolla las facultades mentales a expensas de las físicas. Todas las facultades de la mente y del cuerpo tienen que desarrollarse, y ésta es la obra que los padres, ayudados por el maestro, tienen que hacer por los niños y los jóvenes confiados a su cuidado. ECR 351.1

Las primeras lecciones son de gran importancia. Es costumbre mandar a la escuela a niñitos muy pequeños. Se requiere de ellos que estudien en los libros cosas que recargan sus tiernas inteligencias, y a menudo se les enseña música. Con frecuencia los padres sólo cuentan con limitados recursos e incurren en gastos que no pueden soportar; pero hay que hacer cualquier cosa para desviarse de ese género artificial de educación. Dicho proceder no es prudente. Un niño nervioso no debiera ser recargado en ningún sentido y no debiera aprender música hasta que esté bien desarrollado físicamente. ECR 351.2

La madre debiera ser la maestra y el hogar la escuela donde todo niño reciba sus primeras lecciones; y estas lecciones debieran incluir las referentes a hábitos de laboriosidad. Madres, dejad a los pequeñuelos que jueguen al aire libre; que escuchen el canto de las aves y entiendan el amor de Dios según se revela en sus hermosas obras. Enseñadles lecciones sencillas del libro de la naturaleza y de las cosas que los rodean, y, a medida que se ensanchen sus inteligencias, podrán añadirse lecciones sacadas de los libros y grabárselas firmemente en la memoria. Pero que aprendan también, aun en sus más tiernos años, a ser útiles. Enseñadles a pensar que, como miembros de la familia, tienen que desempeñar una parte interesada y provechosa, compartiendo las responsabilidades domésticas, y buscar ejercicio saludable en el cumplimiento de los deberes propios del hogar. ECR 351.3

Importa a los padres el hallar provechosa ocupación para sus hijos, la cual ha de incluir el llevar responsabilidades a medida que su edad y fuerzas lo permitan. Se debiera dar a los niños algo que hacer que no sólo los tenga ocupados sino que también les interese. Esas manos y esos cerebros activos deben ser ocupados desde sus más tiernos años. Si los padres dejan de encauzar las energías de sus hijos por rumbos de utilidad, les hacen un grave daño; pues Satanás está preparado para hallarles algo que hacer. ¿No se les han de escoger los quehaceres y no han de ser los padres sus enseñadores? ECR 352.1

Cuando el niño tiene edad suficiente para que se lo mande a la escuela, el maestro debe cooperar con los padres y la preparación manual debe continuarse como parte de sus deberes escolares. Hay muchos alumnos que ponen reparos a esta clase de trabajo en los colegios. Consideran las ocupaciones útiles, como aprender un oficio, como cosa degradante; pero tales personas tienen una idea incorrecta de lo que constituye la verdadera dignidad. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, el cual es uno con el Padre, el que manda en los atrios celestiales, fué el instructor y guía personal de los hijos de Israel; y entre ellos fué requerido que cada joven aprendiera a trabajar. Todos tenían que educarse en algún ramo de actividad a fin de que poseyeran un conocimiento de la vida práctica y no sólo se sostuviesen a sí mismos sino que también fuesen útiles. Esta fué la instrucción que Dios dió a su pueblo. ECR 352.2

En su vida terrenal fué Cristo un ejemplo para toda la familia humana y en el hogar fué obediente y útil. Aprendió el oficio de carpintero y con sus propias manos trabajó en el pequeño taller de Nazaret. Había vivido en medio de las glorias del cielo; sin embargo, cubrió su divinidad con humanidad a fin de poder asociarse con la humanidad y llegar a los corazones por el camino común de la simpatía. Y siendo hallado en condición de hombre, humillóse a sí mismo, y trabajó por la restauración del alma humana, adaptándose a sí mismo a la situación en la cual halló a la humanidad. ECR 352.3

La Biblia dice de Jesús: “Y el niño crecía, y se iba fortaleciendo en espíritu, llenándose de sabiduría: y la gracia de Dios era sobre él”. A medida que trabajaba, durante su infancia y juventud, su mente y su cuerpo se desarrollaban. No empleó sin miramiento sus fuerzas físicas, sino que les proporcionó una clase de ejercicio tal como para mantenerlas en buen estado, a fin de poder hacer el trabajo mejor en cualquier dirección. No quería ser defectuoso ni aun en el manejo de las herramientas. Era perfecto como obrero y era perfecto en cuanto al carácter. Por precepto y ejemplo, Cristo ha dignificado el trabajo útil. ECR 353.1

El tiempo pasado en ejercicio físico no es perdido. El estudiante que tiene constantemente los ojos sobre los libros y hace poco ejercicio al aire libre, se perjudica a sí mismo. Un ejercicio proporcionado de todos los órganos y facultades del cuerpo es esencial para el mejor trabajo de cada uno. Cuando el cerebro está constantemente recargado, en tanto que los demás órganos de la maquinaria viviente se hallan inactivos, hay una pérdida de fuerza física y mental. El sistema físico es despojado de su saludable tono, la mente pierde su frescura y vigor, y una excitabilidad morbosa es la consecuencia. ECR 353.2

El beneficio mayor no se obtiene del ejercicio hecho a guisa de juego o de ejercicio simplemente. Hay cierto beneficio que se deriva de estar al aire puro y también del ejercicio de los músculos; pero conságrese la misma cantidad de energía al cumplimiento de deberes provechosos y el beneficio será mayor y se experimentará un sentimiento de satisfacción; pues un ejercicio de esa naturaleza lleva consigo la sensación de lo beneficioso y la aprobación de la conciencia por el deber bien cumplido. ECR 353.3

En los niños y los jóvenes se debe despertar la ambición de hacer ejercicio ejecutando algo que sea beneficioso para sí mismos y de ayuda para otros. El ejercicio que desarrolla la mente y el carácter, que enseña las manos a ser útiles y prepara a los jóvenes para llevar lo que les toca de las cargas de la vida, es el que proporciona fuerza corporal y aviva cada facultad. Y hay recompensa en la laboriosidad virtuosa y en el cultivo del hábito de vivir para hacer bien. ECR 354.1

No se debiera privar a los niños de los ricos de la gran bendición de tener algo que hacer para aumentar así el vigor del cerebro y de los músculos. El trabajo no es una maldición sino una bendición. Dios dió a los inmaculados Adán y Eva un hermoso jardín que cuidar. Era un trabajo agradable, y nada sino trabajo agradable es lo que habría entrado en nuestro mundo si la primera pareja no hubiera violado los mandamientos de Dios. La ociosidad apática y la complacencia egoísta producen inválidos; sólo pueden hacer de la vida una cosa vacía y estéril en todo sentido. Dios no ha dado la razón a los seres humanos ni coronado sus vidas con su benevolencia para que sean maldecidos por los resultados inevitables de la ociosidad. Los ricos no han de ser privados del privilegio y la bendición de tener un lugar entre los trabajadores de este mundo. Debieran darse cuenta de que son responsables del uso que hagan de las posesiones que se les ha confiado; de que han de emplear sabiamente su fuerza, su tiempo y su dinero, y no para alcanzar fines egoístas. ECR 354.2

La religión cristiana es práctica. Ella no inhabilita a uno para el fiel cumplimiento de cualquiera de los deberes importantes de la vida. Cuando el doctor de la ley preguntó a Jesús: “¿Haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?” Jesús devolvió la pregunta para que la contestase el mismo doctor de la ley, diciendo: “¿Qué está escrito en la ley? ¿cómo lees? Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Bien has respondido: haz esto, y vivirás”. Lucas 10:25-28. Lo que se bosqueja aquí no es una religión de inacción sino una religión que requiere el empleo enérgico de todas las facultades mentales y físicas. ECR 354.3

El ensueño indolente, la contemplación ociosa, no es religión. Dios demanda de nosotros que apreciemos los dones diversos que poseemos y los multipliquemos mediante uso constante y práctico. Su pueblo ha de ser modelo de corrección en todas las relaciones de la vida. A cada uno de nosotros nos ha dado una obra que hacer de acuerdo con nuestra capacidad, y es nuestro privilegio gozar de su bendición mientras consagramos el vigor del cuerpo y de la mente a su fiel ejecución, teniendo en vista la gloria de su nombre. ECR 355.1

La aprobación de Dios descansa con apacible confianza sobre los niños que toman parte alegremente en las obligaciones de la vida doméstica, compartiendo las cargas del padre y de la madre. Ellos serán recompensados con salud corporal y paz mental, y experimentarán el gozo de ver que sus padres disfrutan su porción de sociabilidad y sana recreación, prolongando sus vidas de esta manera. Los niños preparados para los deberes prácticos de la vida, saldrán del hogar para ser miembros útiles de la sociedad. Su educación supera en mucho a la obtenida mediante la estrecha reclusión en la sala de clases durante su tierna edad, cuando ni la mente ni el cuerpo son lo bastante fuertes para soportar la tensión. ECR 355.2

Los niños y los jóvenes debieran tener constantemente ante sí, en el hogar y en la escuela, por precepto y por ejemplo, la lección que les enseñe a ser veraces, desinteresados y laboriosos. No se les debiera permitir que pasen el tiempo en la ociosidad; sus brazos no debieran cruzarse en la inacción. Padres y maestros debieran trabajar por la realización de este propósito: el desarrollo de todas las facultades y la formación de un carácter correcto; con todo, cuando los padres reconozcan sus responsabilidades, quedará mucho menos que hacer para los maestros en la preparación de sus hijos. ECR 355.3

El cielo está interesado en esta obra en pro de los jóvenes. Los padres y maestros que mediante sabia instrucción se acostumbren, con calma y determinación, a pensar en otros y a cuidar de ellos, ayudarán a los jóvenes a vencer su egoísmo y cerrarán la puerta a muchas tentaciones. Angeles de Dios cooperarán con estos fieles instructores. Los ángeles no han sido comisionados para hacer por sí mismos este trabajo; pero darán fuerza y eficiencia a los que, en el temor de Dios, traten de preparar a los jóvenes para una vida útil.—Special Testimonies on Education, 11de mayo de 1896. Reproducido en Fundamentals of Christian Education, 416-420. ECR 356.1