La Educación Cristiana

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La Biblia es su propia expositora

La Biblia es su propia expositora. Se ha de comparar un pasaje con otro. El alumno debe considerar la Palabra como un todo y ver la relación de sus partes. Debe adquirir conocimiento de su gran tema central: el propósito original de Dios para el mundo, el despertar de la gran controversia y de la obra de la redención. Debe comprender la naturaleza de los dos principios que contienden por la supremacía, y debe aprender a seguir sus manifestaciones a través de los anales de la historia y la profecía, hasta la gran consumación. Debe ver cómo esa controversia entra en toda fase de la experiencia humana; cómo en todo acto de la vida él mismo revela uno u otro de los motivos antagónicos; y cómo, sea que lo quiera o no, está ahora mismo decidiendo de qué lado de la controversia será hallado. ECR 234.2

Cada parte de la Biblia ha sido dada por inspiración de Dios, y es provechosa. El Antiguo Testamento, no menos que el Nuevo, debe recibir atención. Mientras estudiemos el Antiguo Testamento, hallaremos fuentes vivas que borbotean donde el lector negligente discierne solamente un desierto. ECR 234.3

El Antiguo Testamento derrama luz sobre el Nuevo, y el Nuevo sobre el Antiguo. Cada uno es una revelación de la gloria de Dios en Jesús. Cristo manifestado a los patriarcas, simbolizado en los servicios de los sacrificios, esbozado en la ley, y revelado por los profetas, constituye las riquezas del Antiguo Testamento. Cristo en su vida, en su muerte y su resurrección; Cristo manifestado por el Espíritu Santo, es el tesoro del Nuevo. Tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento presentan verdades que revelan continuamente nuevas profundidades de significado al que las busca fervorosamente. ECR 234.4

Cuando se despierte su verdadero amor por la Biblia, y el estudiante empiece a comprender cuán vasto es el campo y cuán precioso su tesoro, entonces deseará aprovechar toda oportunidad de familiarizarse con la Palabra de Dios. Su estudio no se limitará a un tiempo ni lugar especial. Y esa preparación continua es uno de los mejores medios para cultivar el amor por las Escrituras. Tenga el alumno su Biblia siempre consigo, y a medida que se presente la oportunidad, lea un texto y medite sobre él. Mientras anda por las calles, espera en una estación de ferrocarril, aguarda el momento de una cita, aproveche la oportunidad de adquirir algún precioso pensamiento del tesoro de verdad. ECR 235.1

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El estudiante de la Palabra no debe hacer de sus opiniones un centro alrededor del cual gire la verdad. No ha de estudiarla con el propósito de hallar pasajes para probar sus teorías, forzando su significado, porque esto es torcer las Escrituras para su propia perdición. Tiene que despojarse de todo prejuicio, deponer sus propias ideas en las puertas de la investigación, y buscar sabiduría de Dios con ferviente oración, con corazón humilde y subyugado, con el yo escondido en Cristo. Debe procurar hacer la voluntad revelada de Dios porque concierne a su bienestar presente y eterno. Esta Palabra es la guía por la cual debe aprender el camino a la vida eterna.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 444-447. ECR 235.2