La Educación Cristiana

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Capítulo 31—Estudiad la Biblia personalmente

No hay nada que esté mejor calculado para vivificar la mente y fortalecer el intelecto que el estudio de la Palabra de Dios. Ningún otro libro es tan potente para elevar los pensamientos, y dar vigor a las facultades, como las amplias y ennoblecedoras verdades de la Biblia. Si la Palabra de Dios fuera estudiada como debiera serlo, los hombres tendrían una amplitud de opiniones, una nobleza de carácter y una estabilidad de propósito que rara vez se ve en estos tiempos. La búsqueda de la verdad recompensará a cada paso al que ande tras ella, cada descubrimiento abrirá campos más ricos para su investigación. ECR 233.1

Miles de hombres que ministran en el púlpito carecen de las cualidades esenciales de la mente y del carácter porque no se aplican al estudio de las Escrituras. Se conforman con un conocimiento superficial de las verdades que están llenas de ricas profundidades de significado; y prefieren seguir así, perdiendo mucho en todo sentido, más bien que buscar diligentemente el tesoro oculto. ECR 233.2

El conocimiento de Dios no se obtiene sin esfuerzo mental y sin oración por conseguir sabiduría. Muchos están convencidos de que los preciosos tesoros del reino de Dios y de Cristo están contenidos en la Palabra. Saben también que ningún tesoro terrenal se obtiene sin esfuerzo esmerado. ¿Por qué han de esperar, entonces, comprender el significado de las Escrituras sin estudio diligente? ECR 233.3

La Palabra de Dios es luz y verdad: una lámpara para los pies y una antorcha para el sendero. Puede guiar cada paso del camino hasta la ciudad de Dios. Por esta razón, Satanás ha hecho esfuerzos desesperados por oscurecer la luz, para que los hombres no puedan hallar ni conservar la senda trazada para que anden en ella los redimidos del Señor. ECR 233.4

Así como el minero cava en la tierra en busca del áureo tesoro, también nosotros debiéramos buscar ferviente y persistentemente el tesoro de la Palabra de Dios. En el estudio diario, el método de seguir versículo por versículo es a menudo muy útil. Tome el estudiante un versículo y concentre su mente en averiguar el pensamiento que Dios quiere comunicarle, y luego espáciese en él hasta asimilarlo. Un pasaje así estudiado, hasta que su significación se haga clara, es de más valor que la lectura de muchos capítulos sin un propósito definido; y tampoco se adquiere positiva instrucción así. ECR 234.1