Joyas de los Testimonios 2

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Una amonestación solemne

Las instrucciones que dió el Salvador a sus discípulos estaban destinadas a beneficiar a sus seguidores de toda época. Cuando dijo: “Mirad por vosotros” (Lucas 21:34), tenía en vista a los que vivirían cerca del fin del tiempo. A cada uno le toca apreciar por su cuenta en su corazón las gracias preciosas del Espíritu Santo. 2JT 15.1

Satanás está obrando con incansable perseverancia e intensa energía para arrastrar a sus filas a los que profesan seguir a Cristo. Está obrando “con todo engaño de iniquidad en los que perecen.” 2 Tesalonicenses 2:10. Pero Satanás no es el único que trabaja para sostener el reino de las tinieblas. Cualquiera que induce a otros a pecar es un tentador. Cualquiera que imite al gran engañador, lo auxilia. Los que prestan su influencia a sostener una mala obra, están haciendo el trabajo de Satanás. 2JT 15.2

Las acciones revelan los principios y los motivos. El fruto que llevan muchos de los que aseveran ser plantas de la viña del Señor, demuestran que no son sino cardos y espinas. Una iglesia entera puede sancionar la mala conducta de alguno de sus miembros, pero esa sanción no prueba que el mal sea correcto. No puede hacer uvas de las bayas de espinillos. 2JT 15.3

Si algunos de los que profesan creer la verdad presente pudiesen comprender su verdadera situación, desesperarían de la misericordia de Dios. Han estado ejerciendo toda su influencia contra la verdad, contra la voz de amonestación, contra el pueblo de Dios. Han estado haciendo la obra de Satanás. Muchos se han dejado infatuar de tal manera por sus engaños que nunca se recobrarán. No puede existir semejante estado de apostasía sin ocasionar la pérdida de muchas almas. 2JT 15.4

La iglesia ha recibido advertencia tras advertencia. Han sido claramente revelados los deberes y peligros del pueblo de Dios. Pero han prevalecido los elementos mundanos. Durante años y en desafío a las advertencias y súplicas del Espíritu Santo, han estado ganando terreno las costumbres, prácticas y modas que desvían al alma de Dios; hasta que al fin, esos caminos han parecido correctos, y apenas se oye la voz del Espíritu. Nadie puede decir hasta dónde irá en el pecado, una vez que se entregó al poder del gran engañador. Satanás entró en Judas Iscariote, y le indujo a traicionar a su Señor. Satanás indujo a Ananías y Safira a mentir al Espíritu Santo. Los que no están completamente consagrados a Dios serán inducidos a hacer la obra de Satanás, mientras se lisonjean de que están en el servicio de Cristo. 2JT 16.1