Joyas de los Testimonios 2

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Una falsa seguridad

“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso” (Sofonías 1:14); pero ¿dónde contemplamos el verdadero espíritu adventista? ¿Quiénes se están preparando para subsistir en ese tiempo de tentación que está por sobrecogernos? El pueblo al cual Dios ha confiado las verdades sagradas, solemnes y escrutadoras para este tiempo, está durmiendo en su puesto. Dice por sus acciones: Tenemos la verdad, somos ricos, y estamos enriquecidos, y no tenemos “necesidad de ninguna cosa;” mientras que el Testigo Fiel declara: “Y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo.” Apocalipsis 3:17. 2JT 13.5

¡Con qué fidelidad describen estas palabras la condición actual de la iglesia: “Y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo”! Los siervos de Dios presentan mensajes de amonestación dictados por el Espíritu Santo, que señalan defectos de carácter a los que yerran; pero ellos dicen: “Esto no representa mi caso. No acepto el mensaje que me traéis. Estoy haciendo lo mejor que puedo. Creo la verdad.” 2JT 14.1

Aquel siervo malo que dice en su corazón: “Mi Señor se tarda en venir” (Mateo 24:48), profesa estar aguardando a Cristo. Es un “siervo” exteriormente dedicado al servicio de Dios, mientras que en su corazón ha cedido a Satanás. No niega abiertamente la verdad, como el escarnecedor, sino que revela en su vida el sentir de su corazón, a saber, que la venida del Señor se tarda. La presunción lo vuelve negligente de los intereses eternos. Acepta las máximas del mundo y se conforma a sus costumbres y prácticas. En él predominan el egoísmo, el orgullo mundanal y las ambiciones. Temiendo que sus hermanos ocupen un puesto más elevado que él mismo, empieza a hablar despectivamente de sus esfuerzos y a impugnar sus motivos. Así hiere a sus consiervos. A medida que se aparta del pueblo de Dios, se une más y más con los impíos. Se lo encuentra comiendo y bebiendo “con los borrachos” (vers. 49), uniéndose con los mundanos y participando de su espíritu. Así queda adormecido en una seguridad carnal, y vencido por la indiferencia y la pereza. 2JT 14.2

Su mal se inició cuando comenzó a descuidar la vigilancia y la oración secreta. Luego sacrificó otros deberes religiosos, y así se abrió la puerta para todos los pecados que siguieron. Cada cristiano será asaltado por las seducciones del mundo, los clamores de la naturaleza carnal, y las tentaciones directas de Satanás. Nadie está seguro. Cualquiera que haya sido nuestra experiencia, por elevada que sea nuestra posición, necesitamos velar y orar de continuo. Debemos ser dominados diariamente por el Espíritu de Dios o seremos dominados por Satanás. 2JT 14.3