Joyas de los Testimonios 2

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Visto en el plan de la redención

Dice el apóstol: “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí.” 2 Corintios 5:19. Únicamente mientras contemplamos el gran plan de la salvación podemos apreciar correctamente el carácter de Dios. La obra de la creación era una manifestación de su amor; pero el don de Dios para salvar a la familia culpable y arruinada, es lo único que nos revela las profundidades infinitas de la ternura y compasión divina. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16. A la par que se mantiene la ley de Dios, y se vindica su justicia, el pecador puede ser perdonado. El más inestimable don que el cielo tenía para conceder ha sido dado para que Dios “sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.” Romanos 3:26. Por este don, los hombres son levantados de la ruina y degradación del pecado, para llegar a ser hijos de Dios. Dice Pablo: “Habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre.” Romanos 8:15. 2JT 336.1

Hermanos, con el apóstol Juan os invito a mirar “cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios.” 1 Juan 3:1. ¡Qué amor, qué amor incomparable, que nosotros, pecadores y extranjeros, podamos ser llevados de nuevo a Dios y adoptados en su familia! Podemos dirigirnos a él con el nombre cariñoso de “Padre nuestro,” que es una señal de nuestro afecto por él, y una prenda de su tierna consideración y relación con nosotros. Y el Hijo de Dios, contemplando a los herederos de la gracia, “no se avergüenza de llamarlos hermanos.” Hebreos 2:11. Tienen con Dios una relación aún más sagrada que la de los ángeles que nunca cayeron. 2JT 336.2

Todo el amor paterno que se haya transmitido de generación a generación por medio de los corazones humanos, todos los manantiales de ternura que se hayan abierto en las almas de los hombres, son tan sólo como una gota del ilimitado océano, cuando se comparan con el amor infinito e inagotable de Dios. La lengua no lo puede expresar, la pluma no lo puede describir. Podéis meditar en él cada día de vuestra vida; podéis escudriñar las Escrituras diligentemente a fin de comprenderlo; podéis dedicar toda facultad y capacidad que Dios os ha dado al esfuerzo de comprender el amor y la compasión del Padre celestial; y aún queda su infinidad. Podéis estudiar este amor durante siglos, sin comprender nunca plenamente la longitud y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Dios al dar a su Hijo para que muriese por el mundo. La eternidad misma no lo revelará nunca plenamente. 2JT 337.1

Sin embargo, cuando estudiemos la Biblia y meditemos en la vida de Cristo y el plan de redención, estos grandes temas se revelarán más y más a nuestro entendimiento. Y alcanzaremos la bendición que Pablo deseaba para la iglesia de Efeso, cuando rogó: “El Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos.” Efesios 1:17-19. 2JT 337.2