Joyas de los Testimonios 2

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Sencillez y majestad de la revelación divina

El apóstol Pedro dice que hay en las Escrituras cosas “difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, ... para perdición de sí mismos.” 2 Pedro 3:16. Las dificultades de la Escritura han sido presentadas por los escépticos como argumentos contra la Biblia; pero lejos de serlo, constituyen una fuerte evidencia de su inspiración divina. Si mencionase de Dios sólo aquello que se pudiese comprender fácilmente; si su grandeza y majestad pudiesen ser comprendidas por las mentes finitas, la Biblia no llevaría las inequívocas credenciales de la autoridad divina. La misma grandeza y el misterio de los temas presentados, deben inspirar fe en ella como palabra de Dios. 2JT 304.3

La Biblia revela la verdad con una sencillez y una adaptación tan perfecta a las necesidades y los anhelos del corazón humano, que asombra y encanta los intelectos más altamente cultivados, al par que habilita a los humildes e incultos para discernir el camino de la salvación. Sin embargo, estas verdades sencillamente presentadas abarcan temas tan elevados, tan extensos, tan infinitamente más allá del poder de la comprensión humana, que podemos aceptarlos únicamente porque Dios los ha presentado. Así se nos abre el plan de la salvación, para que cada alma pueda ver los pasos que ha de dar en el arrepentimiento hacia Dios y la fe en nuestro Señor Jesucristo, a fin de salvarse de la manera que Dios ha indicado; sin embargo, debajo de estas verdades, tan fácilmente comprendidas, hay misterios que ocultan su gloria; misterios que sobrepujan la mente en sus investigaciones, aunque inspiran reverencia y fe en el que busca sinceramente la verdad. Cuanto más se escudriña la Biblia, tanto más profunda se vuelve la convicción de que es la Palabra del Dios viviente, y la razón humana se inclina ante la majestad de la revelación divina. 2JT 305.1

Son bendecidos con la luz más clara los que están dispuestos a aceptar los oráculos vivientes por la autoridad de Dios. Si se les pide que expliquen ciertas declaraciones sólo pueden contestar: “Así se presenta el asunto en las Escrituras.” Están obligados a reconocer que no pueden explicar la operación del poder divino ni la manifestación de la sabiduría divina. Es como el Señor se propuso que fuera, que nos hallemos obligados a aceptar algunas cosas solamente por la fe. Reconocer esto es admitir que la mente finita es inadecuada para comprender lo infinito; que el hombre, con su conocimento limitado y humano, no puede comprender los propósitos de la Omnisciencia. 2JT 305.2

El escéptico y el incrédulo rechazan la Palabra de Dios porque no pueden sondear todos sus misterios; y no todos los que profesan creer la Biblia están seguros contra esa tentación. Dice el apóstol: “Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo.” Hebreos 3:12. Los intelectos que se han acostumbrado a criticar, dudar y cavilar porque no pueden sondear los propósitos de Dios caerán “en semejante ejemplo de desobediencia.” Hebreos 4:11. Es correcto estudiar detenidamente la enseñanza de la Biblia y escudriñar las cosas profundas de Dios hasta donde se revelan en las Escrituras. Si bien “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios,” “las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre.” Deuteronomio 29:29. 2JT 305.3

Pero la obra de Satanás consiste en pervertir las facultades investigadoras de la mente. Se mezcla cierto orgullo con la consideración de la verdad bíblica de manera que los hombres se sienten derrotados e impacientes si no pueden explicar toda porción de la Escritura a su satisfacción. Es demasiado humillante para ellos reconocer que no entienden las palabras inspiradas. No están dispuestos a aguardar pacientemente hasta que Dios vea propio revelarles la verdad. Piensan que su sabiduría humana, sin ayuda alguna, es suficiente para permitirles comprender la Escritura; y al fracasar en ello, niegan virtualmente su autoridad. 2JT 306.1

Es cierto que muchas teorías y doctrinas popularmente creídas como enseñanza de la Biblia, no tienen fundamento en la Escritura, y son a la verdad contrarias a todo el tenor de la inspiración. Estas cosas han sido causa de duda y perplejidad para muchas mentes. Sin embargo, no son imputables a la Palabra de Dios, sino a la perversión que el hombre le ha hecho sufrir. Pero las dificultades que hay en la Biblia no arrojan sombra sobre la sabiduría de Dios; no causarán la ruina de nadie que no habría sido destruido aun cuando no existiesen dificultades tales. Aun cuando no hubiese en la Biblia misterios que poner en duda, la propia falta de discernimiento espiritual de esas mentes les habría hecho hallar causa de tropiezo en los más claros asertos de Dios. 2JT 306.2

Los hombres que se imaginan dotados de facultades mentales tan superiores que pueden explicar todos los caminos y las obras de Dios, están tratando de ensalzar la sabiduría humana hasta igualarla con la divina y de glorificar al hombre como Dios. Están tan sólo repitiendo lo que Satanás declaró a Eva en el Edén: “Seréis como dioses.” Génesis 3:5. Satanás cayó por tener la ambición de ser igual a Dios. Deseó entrar en los consejos y propósitos divinos, de los cuales había sido excluído porque como ser creado era incapaz de comprender la sabiduría del Ser infinito. Fué este ambicioso orgullo lo que le indujo a rebelarse, y por el mismo medio trata de causar la ruina del hombre. 2JT 307.1