Consejos sobre Mayordomía Cristiana

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La transferencia de bienes a los hijos

Se me mostró que algunos hijos que profesan creer la verdad, en forma indirecta ejercerían influencia sobre el padre para que éste deje sus recursos financieros a sus hijos, en vez de destinarlos a la causa de Dios mientras vive. Los que han influido en su padre para que éste traslade esta mayordomía sobre ellos, no saben lo que están haciendo. Están echándose encima una doble responsabilidad: la de pesar sobre la mente de su padre para que éste no cumpla el propósito de Dios en la disposición de los recursos que él le prestó para que los utilizara para su gloria, y la responsabilidad adicional de convertirse en mayordomos de bienes que el padre debió haber entregado a los cambiadores para que el Maestro recibiese lo que le pertenece con los intereses correspondientes. CMC 345.2

Muchos padres cometen un gran error al transferir sus propiedades a las manos de sus hijos mientras ellos mismos son los responsables por el uso o abuso de los talentos que Dios les ha prestado. Ni los padres ni los hijos son hechos más felices por estas transferencias de bienes. Y aun cuando los padres vivan unos pocos años más después de esto, generalmente tienen que lamentar esta decisión realizada por ellos. Este procedimiento no aumenta el amor de los padres por sus hijos. Los hijos no sienten mayor gratitud y obligación hacia sus padres a causa de su liberalidad. En la raíz de este asunto hay una maldición que produce únicamente egoísmo de parte de los hijos e infelicidad y desdichados sentimientos de una estrecha dependencia de parte de los padres. CMC 346.1

Si los padres, mientras viven, ayudan a sus hijos a ayudarse a sí mismos sería mejor que si les dejasen una gran cantidad a su muerte. Los hijos que aprenden a confiar en sus propios méritos llegan a ser mejores hombres y mujeres, y están mejor capacitados para la vida práctica, que los hijos que han dependido de los bienes de su padre. Los hijos a quienes se ha enseñado a depender de sus propios recursos, generalmente aprecian sus habilidades, aprovechan sus privilegios y cultivan y dirigen sus facultades para realizar un propósito en la vida. Con frecuencia desarrollan hábitos de laboriosidad, frugalidad y dignidad moral, que están a la base del éxito en la vida cristiana. Los hijos por quienes los padres hacen más, es frecuente que se sientan muy poco obligados hacia ellos.—Testimonies for the Church 3:121-123. CMC 346.2