Consejos Sobre la Salud

435/555

El evangelismo médico

Melbourne, Australia,

16 de septiembre de 1892.

Estoy profundamente interesada en el trabajo médico misionero y en la educación de hombres y mujeres para llevar a cabo esta obra. Desearía ver que haya cien personas estudiando enfermería donde actualmente hay sólo una. Y así debería ser. Tanto los hombres como las mujeres serían mucho más útiles como misioneros médicos que como misioneros sin conocimientos de medicina. Cada vez estoy más convencida de que se debe dar un testimonio más decidido acerca de este asunto, que se deben realizar esfuerzos más directos con el fin de interesar a las personas adecuadas para exponerles las ventajas que cada misionero tendría si comprendiera cómo tratar a los que padecen enfermedades físicas, juntamente con ministrar a las almas enfermas de pecado. Esta doble ministración le dará entrada a los hogares al obrero que trabaja con Dios, y lo capacitará para alcanzar a todas las clases sociales. CSI 503.1

Un conocimiento inteligente del tratamiento de las enfermedades basado en los principios de la higiene, conquistará la confianza de muchas personas que de otro modo nunca serían alcanzadas con la verdad. La aflicción hace que muchos se vuelvan de espíritu humilde, y cuando alguien que trata de aliviar los sufrimientos físicos les habla tiernamente la palabra de verdad a estas personas, les puede tocar el corazón. La oración—corta, y llena de la simpatía más tierna—que presenta con fe a la persona sufriente ante el Gran Médico, inspirará en ella una confianza, un sentimiento de descanso confiado, que contribuirá tanto a la salud del alma como a la del cuerpo.* CSI 503.2

Me ha sorprendido mucho que algunos médicos me preguntaran si no pienso que sería más agradable a Dios que abandonaran su práctica médica para dedicarse de lleno al ministerio. Estoy preparada para contestar tal averiguación: si además de ser cristiano usted es un médico competente, se haya calificado para realizar un bien diez veces mayor como misionero de Dios, que si saliera solamente como un predicador de la Palabra. Aconsejo a los hombres y a las mujeres que le presten una atención cuidadosa a este asunto. Nos esperan tiempos peligrosos. El mundo entero se encontrará envuelto en perplejidad y aflicción; la familia humana se verá azotada por enfermedades de todas clases, y la ignorancia que hoy prevalece con respecto a las leyes de la salud producirá grandes sufrimientos y la pérdida de muchas vidas que podrían haberse salvado. CSI 504.1

En tanto que Satanás se esfuerza constantemente hasta el máximo para sacar ventaja de la ignorancia de los seres humanos y colocar el fundamento de la enfermedad por medio del trato impropio del cuerpo, los que dicen ser hijos e hijas de Dios hacen bien de aprovechar—mientras puedan—las oportunidades que ahora se les presentan para obtener un conocimiento cabal del organismo humano y de cómo preservarlo con buena salud. Debemos utilizar todas las facultades mentales que Dios nos ha dado. El Señor no obrará un milagro para preservar la salud de ninguna persona que no esté dispuesta a esforzarse por obtener el conocimiento que está a su alcance acerca de esta marvillosa morada que Dios nos ha dado. El estudio del organismo humano debería enseñarnos a corregir todo lo que haya de equivocado en nuestros hábitos y que, si no se lo corrigiera, produciría el resultado ineludible de enfermedad y sufrimiento que hace de la vida una carga. La sinceridad de nuestras oraciones puede probarse únicamente mediante la diligencia que pongamos en nuestros esfuerzos de obedecer los mandamientos de Dios. CSI 504.2