Consejos para los Maestros

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El propósito de Dios para el colegio

No se puede fijar límite a nuestra influencia. Un acto irreflexivo puede resultar en la ruina de muchas almas. La conducta de cada persona que trabaja en nuestro colegio, está haciendo impresiones sobre las mentes de los jóvenes, impresiones que ellos llevarán consigo al irse, y serán reproducidas en otros. Debe ser objeto del maestro preparar a cada joven que está bajo su cuidado para que sea una bendición para el mundo. Nunca se debe perder de vista este propósito. Hay algunos que profesan estar trabajando para Cristo, y que sin embargo, ocasionalmente se pasan al bando de Satanás y hacen su obra. ¿Puede el Salvador declarar a los tales buenos y fieles siervos?. ¿Están ellos, como centinelas, dando un sonido certero a la trompeta?... CM 93.1

Nuestro Salvador nos ordena: “Velad y orad, para que no entréis en tentación”. Marcos 14:38. Si encontramos dificultades, y las vencemos en la fuerza de Cristo; si afrontamos enemigos, y en la fuerza de Cristo los hacemos huir; si aceptamos responsabilidades, y en la fuerza de Cristo las desempeñamos fielmente, estamos adquiriendo una experiencia preciosa. Aprendemos, como no podríamos haberlo aprendido de otra manera, que nuestro Salvador es un pronto auxilio en toda ocasión de necesidad. CM 93.2

Hay una gran obra que hacer en nuestro colegio, una obra que exige la cooperación de todo maestro; y desagrada a Dios que uno desaliente al otro. Pero casi todos parecen olvidarse que Satanás es el acusador de los hermanos, y se unen con el enemigo en su trabajo. Mientras los que profesan ser cristianos están contendiendo, Satanás está colocando sus trampas para los pies inexpertos de los niños y jóvenes. Los que han tenido experiencia religiosa deben procurar escudar a los jóvenes de las asechanzas del diablo. Nunca debieran olvidar que ellos mismos estuvieron una vez bajo el ensalmo de los placeres del pecado. Necesitamos la misericordia y tolerancia de Dios en cada hora, y ¡cuán inconveniente es que seamos impacientes con los errores de los jóvenes inexpertos! Mientras Dios los tolera, ¿nos atreveremos nosotros, compañeros suyos en el pecado, a desecharlos? CM 93.3

Siempre debemos considerar a los jóvenes como adquiridos por la sangre de Cristo. Como tales, tienen derecho a nuestro amor, nuestra paciencia, nuestra simpatía. Si queremos seguir a Jesús, no podemos restringir nuestro interés y afecto a nosotros mismos y a nuestras propias familias; no podemos dedicar nuestro tiempo y atención a los asuntos temporales, y olvidarnos de los intereses eternos de los que nos rodean... “Que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Juan 15:12), es la orden de Jesús. Consideremos su abnegación; contemplemos cuál medida de amor nos ha conferido; y luego procuremos imitar al Modelo. Testimonies for the Church 5:21-35; leído en College Hall, en diciembre de 1881. CM 94.1

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Si alguna vez llegamos a conocer la verdad, será porque la habremos practicado. Debemos tener experiencia viva en las cosas de Dios, antes de poder comprender su Palabra. Este conocimiento experimental es lo que fortalece el intelecto y nos edifica en Cristo, nuestra cabeza viviente. CM 94.2