Consejos para los Maestros

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La verdadera prueba de la prosperidad

Si rebajáis la norma para obtener popularidad y aumentar el número de alumnos, y luego os regocijáis por este aumento, manifestáis grande ceguera. Si el número fuese evidencia de éxito, Satanás tendría derecho a la preeminencia; porque en este mundo, sus seguidores son por mucho la mayoría. El grado de fuerza moral que prevalece en el colegio es la prueba de su prosperidad. Es la virtud, inteligencia y piedad de los hermanos que componen nuestras iglesias, no su número, lo que ha de constituir una fuente de gozo y agradecimiento. CM 91.2

Sin la influencia de la gracia divina, la educación no será una ventaja real; ya que entonces el que aprende se vuelve orgulloso, vano y fanático. Pero la educación que se reciba bajo la influencia ennoblecedora y refinadora del gran Maestro, elevará al hombre en la escala del valor moral ante Dios. Le habilitará para subyugar el orgullo y la pasión, y para andar humildemente delante de Dios, como dependiendo de él por toda capacidad, oportunidad y privilegio. CM 91.3

Hablo a los obreros de nuestros colegios: No sólo debéis profesar ser cristianos, sino que debéis ejemplificar el carácter de Cristo. La sabiduría de lo alto impregne toda vuestra instrucción. En un mundo de tinieblas morales y corrupción, dejad ver que el espíritu que os mueve a obrar es de lo alto, y no de abajo. Mientras confiéis completamente en vuestras propias fuerzas y sabiduría, vuestros mejores esfuerzos lograrán poco. Si sois impulsados por el amor a Dios, y es su ley vuestro fundamento, vuestra obra será duradera. Mientras que la prueba consuma la paja, la madera y la hojarasca, vuestra obra resistirá. CM 92.1

Tendréis que volver a encontrar en derredor del gran trono blanco a los jóvenes colocados ahora bajo vuestro cuidado. Si permitís que vuestros modales incultos o vuestro genio irrefrenado os dominen, y así dejáis de influir en estos jóvenes para su bien eterno, en aquel día tendréis que afrontar las graves consecuencias de vuestro trabajo. Por el conocimiento de la ley divina y la obediencia a sus preceptos, los hombres pueden llegar a ser hijos de Dios. Por la violación de esa ley, llegan a ser siervos de Satanás. Por un lado, pueden elevarse a cualquier altura de excelencia moral; por otro lado, pueden descender a cualquier profundidad de iniquidad y degradación. Los que trabajan en nuestro colegio deben manifestar un celo y fervor proporcionados al valor del premio que está en juego: las almas de sus alumnos, la aprobación de Dios, la vida eterna y los goces de los redimidos. CM 92.2

Como colaboradores con Cristo, con tan favorables oportunidades de impartir el conocimiento de Dios, nuestros maestros deben trabajar como inspirados de lo alto. Los corazones de los jóvenes no están endurecidos, ni están estereotipadas sus ideas y opiniones, como las de las personas de más edad. Por vuestra santa conducta, vuestra devoción y vuestro andar como Cristo, los podéis ganar para el Señor. Sería mucho mejor apremiarlos menos en el estudio de las ciencias, y darles más tiempo para los ejercicios religiosos. En esto se ha cometido un grave error... CM 92.3