Consejos para los Maestros

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Capítulo 52—Si no se reconoce al mensajero de Dios

Solicito de vosotros que vivís en el mismo corazón de la obra que repaséis el trabajo de los años, y veáis si el “bien hecho” puede seros dirigido con verdad. Pido a los maestros de la escuela que consideren esto cuidadosamente y con oración: ¿Habéis velado individualmente por vuestra propia alma como quien coopera con Dios para su purificación de todo pecado y su completa santificación para él? ¿Podéis, por el precepto y el ejemplo, enseñar la santificación para él? ¿Podéis, por el precepto y el ejemplo, enseñar la santificación a los jóvenes... y obediencia a Dios por la verdad que es en santidad? CM 349.1

¿No habéis temido al Espíritu Santo? A veces se ha presentado en la escuela de Battle Creek con una influencia que todo lo compenetraba, como también en las escuelas de otras localidades. ¿Lo reconocisteis? ¿Le concedisteis el honor debido a un Mensajero celestial? Cuando el Espíritu parecía contender con los jóvenes, ¿dijisteis: “Pongamos a un lado todo estudio; porque es evidente que tenemos entre nosotros un Huésped celestial. Demos loor y honra a Dios”? ¿Os postrasteis en oración con corazón contrito juntamente con vuestros alumnos, intercediendo para recibir la bendición que el Señor os estaba ofreciendo? CM 349.2

El gran Maestro mismo estaba entre vosotros. ¿Cómo le honrasteis? ¿Era él un extraño para algunos de los educadores? ¿Era necesario llamar a una persona de supuesta autoridad para dar la bienvenida o rechazar a este Mensajero del cielo? Aunque invisible, su presencia se hallaba entre vosotros. Pero ¿no se expresó el pensamiento de que en la escuela el tiempo debía dedicarse al estudio, y de que había un tiempo para todo como si las horas consagradas al estudio común fuesen demasiado preciosas para dedicarlas a la operación del Mensajero celestial? CM 349.3

Si habéis restringido y repelido así al Espíritu Santo de Dios, os ruego que os arrepintáis de ello tan prestamente como sea posible. Si habéis cerrado y atrancado la puerta de vuestro corazón para el Espíritu de Dios, os ruego que la abráis y que roguéis con fervor: “Mora conmigo”. Cuando el Espíritu Santo revela su presencia en vuestra aula, decid a vuestros alumnos: “El Señor indica que él tiene para nosotros hoy una lección de significado celestial, de más valor que nuestras lecciones comunes. Escuchemos; inclinémonos delante de Dios, y busquémosle de todo corazón”. CM 350.1

Permitidme deciros lo que yo sé de este Huésped celestial. El Espíritu Santo se cernía sobre los jóvenes durante las horas de clase; pero algunos corazones eran tan fríos y lóbregos que no deseaban la presencia del Espíritu y la luz de Dios se retiró. El Visitante celestial les habría abierto el entendimiento, les habría dado sabiduría y conocimiento en todos los ramos de estudio que pudiesen emplear para gloria de Dios. Vino a convencer de pecado, a enternecer los corazones endurecidos por haber estado largo tiempo apartados del Señor. Vino para revelar el gran amor con que Dios amó a estos jóvenes... CM 350.2

Un principio de origen divino debe compenetrar nuestra conducta y vincularla con el cielo. Esto no será de ninguna manera un estorbo para el estudio de la ciencia verdadera. “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría” (Proverbios 9:10); y el hombre que consiente en ser amoldado de acuerdo con la similitud divina, es la obra más noble de Dios. Todos los que viven en comunión con el Creador comprenderán el designio que él tenía al crearlos. Tendrán un sentido de su propia responsabilidad para con Dios en cuanto a emplear sus facultades con el más elevado propósito. Procurarán no glorificarse a sí mismos ni despreciarse tampoco... CM 350.3