Consejos para los Maestros

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El esfuerzo humano es esencial

La intervención del Espíritu de Dios no nos exime de la necesidad de ejercitar nuestras facultades y talentos, sino que nos enseña a usar toda facultad para la gloria de Dios. Las facultades humanas, cuando están bajo la dirección especial de la gracia de Dios, son capaces de ser usadas con el mejor propósito de esta tierra. La ignorancia no aumenta la humildad o la espiritualidad de cualquier profeso seguidor de Cristo. Un cristiano intelectual es el que puede apreciar mejor las verdades de la Palabra divina. Los que le sirven inteligentemente son los que mejor pueden glorificar a Cristo. El gran objeto de la educación es habilitarnos para usar la fuerza que Dios nos ha dado de tal manera que representemos la religión de la Biblia y fomentemos la gloria de Dios. CM 346.3

A Aquel que nos dio la existencia debemos los talentos que nos han sido confiados; y es una obligación que tenemos hacia nuestro Creador cultivarlos y aprovecharlos. La educación disciplinará la mente, desarrollará sus facultades, y las dirigirá comprensivamente, a fin de que podamos ser útiles en hacer progresar la gloria de Dios. CM 347.1

¡La vida eterna! ¡Ojalá podamos comprender esto en las lecciones que Cristo dio! Las preguntas que los discípulos hacían al Salvador después que se habían dispersado las muchedumbres, y las enseñanzas que él les explicaba entonces más ampliamente, es esencial que las multitudes de hoy las comprendan y obedezcan. Deben aprender la piedad práctica. Los que estudian y practican las enseñanzas de Cristo, obtendrán una educación esencial en el conocimiento de la Biblia. De acuerdo con la norma de la Palabra de Dios, todo maestro será un día medido por el mayor Maestro que este mundo haya conocido jamás. La fe en las grandes verdades que presentó obrará una reforma en todos aquellos que las reciban de veras. CM 347.2

El amor de la verdad tal como es en Jesús significa amar todo lo que está comprendido en la verdad que Cristo enseñó. Esfuércense nuestros maestros por seguir su ejemplo, por albergar su espíritu y simpatía. Ninguno excluya el amor de Cristo de sus labores, sino que cada uno se pregunte: ¿Es mi vida consecuente? ¿Estoy yo guiado por el Espíritu Santo? Es privilegio de cada maestro revelar el poder de un obrero puro, consecuente y amante de Cristo. El maestro espiritualmente dispuesto no tendrá nunca una religión incierta. Si ama verdaderamente el servicio de Cristo, tendrá discernimiento y vida espirituales. CM 347.3