Consejos para los Maestros

107/279

Instrucciones adicionales

No es prudente que una nueva escuela enarbole su estandarte y prometa hacer una labor superior, antes de probar que es plenamente capaz de hacer un trabajo preparatorio. El gran propósito de toda escuela intermediaria debe ser realizar un trabajo cabal en los ramos comunes. CM 201.2

En toda escuela que se establezca entre nosotros, los maestros deben comenzar humildemente, no asiéndose de los peldaños superiores de la escalera sin haber ascendido antes los inferiores. Deben subir peldaño tras peldaño, empezando desde el más bajo. Han de aprender, aun mientras enseñan las materias comunes. Cuando hayan aprendido el significado de la sencillez de la verdadera educación comprenderán mejor cómo tienen que preparar a los alumnos para los estudios avanzados. Los maestros deben aprender mientras enseñan. Se han de hacer progresos, y por éstos se ha de adquirir experiencia. CM 201.3

Nuestros maestros no deben pensar que su trabajo termina con impartir instrucción de los libros. Debieran dedicar varias horas cada día a trabajar con los alumnos en algún ramo de preparación manual. En ningún caso se la debiera descuidar. CM 202.1

En toda escuela tiene que haber quienes posean una reserva de paciencia y talento para disciplinar, a fin de que todo ramo de trabajo se mantenga a la mayor altura posible. Hay que dar lecciones de aseo, orden y esmero. Se debe enseñar a los alumnos a mantener en perfecto orden todo lo que pertenece a la escuela y sus terrenos. CM 202.2

Antes de intentar guiar a los jóvenes, el maestro debe aprender a dominarse a sí mismo. Si no aprende constantemente en la escuela de Cristo, si no tiene el discernimiento y la discriminación que lo habiliten para emplear sabios métodos en su trabajo; si no puede gobernar con firmeza, aunque placentera y bondadosamente a los que le son confiados, ¿cómo puede tener éxito en la enseñanza? El maestro que no está bajo el dominio de Dios, necesita escuchar la invitación: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:29, 30. CM 202.3

Cada maestro debe aprender diariamente de Jesús, llevando su yugo de sujeción, sentándose en su escuela como alumno, y obedeciendo las reglas de los principios cristianos. El maestro que no esté bajo la dirección del Maestro de los maestros, no podrá afrontar con éxito los diferentes incidentes que surjan como resultado de la perversidad natural de los niños y jóvenes. CM 202.4

Ponga el maestro paz, amor y alegría en su trabajo. No se permita manifestar ira u ofuscación. Dios lo mira con intenso interés, para ver si está recibiendo el molde del divino Maestro. El niño que pierde el dominio propio es mucho más disculpable que el maestro que se permite manifestar ira e impaciencia. Cuando se ha de hacer un reproche severo, puede, sin embargo, hacerse con bondad. Evite el maestro el hacer al niño terco, hablándole con dureza. Haga que a toda corrección sigan las gotas del aceite de bondad. No debe nunca olvidar que está tratando con Cristo en la persona de uno de sus pequeñuelos. CM 202.5

Sea norma establecida que, en toda disciplina escolar, han de reinar la fidelidad y el amor. Cuando el maestro corrige a un alumno de una manera que no le hace sentir que desea humillarlo, en su corazón brota el amor hacia el maestro (Santa Helena, California, 17 de mayo de 1903). CM 203.1

*****

En una visión nocturna, estaba hablando fervientemente con los hermanos del sur de California con referencia a la escuela de Fernando. Se habían levantado cuestiones perturbadoras con relación a ella. Estaba en la asamblea un Ser revestido de autoridad, y daba consejos acerca de la manera en que debía dirigírsela. CM 203.2

Dijo nuestro Consejero: “Si procedéis a conocer al Señor, sabréis que su salida es preparada como la mañana. Los maestros de la escuela deben aprender con los alumnos en toda la instrucción impartida. Han de recibir constantemente sabiduría y gracia de la Fuente de toda gracia y sabiduría. CM 203.3

“Estáis tan sólo comenzando vuestra obra. No todas vuestras ideas son positivamente correctas. No todos vuestros métodos son prudentes. No es posible que vuestra obra sea perfecta en sus comienzos. Pero a medida que progreséis, aprenderéis a usar más ventajosamente el conocimiento que estáis adquiriendo. A fin de hacer esta obra en armonía con la voluntad de Dios, los maestros deben mantener sus mentes abiertas para recibir instrucción del gran Maestro” (Los Angeles, California, 18 de septiembre de 1902). CM 203.4

*****

Cometeréis ciertamente un grave error si emprendéis, con unos pocos alumnos y maestros, la realización del trabajo avanzado que se lleva a cabo con tanta dificultad y gasto en nuestras escuelas mayores. Será mejor para vuestros alumnos y para la escuela, que los que necesitan estudios superiores vayan al colegio, y dejen así libre a vuestro cuerpo docente para dedicar sus mejores energías a la ejecución de un trabajo esmerado en la enseñanza de las materias comunes. CM 204.1

¿Qué cosa hará de nuestras escuelas un poder? No es el tamaño de los edificios; no es el número de las materias avanzadas que se enseñen. Es el trabajo fiel que hagan los maestros y los alumnos, mientras, comenzando con los peldaños inferiores de la escalera del progreso, van subiendo escalón tras escalón. CM 204.2

Obtened un hombre fuerte para que se destaque como director de vuestra escuela, un hombre cuya fuerza física le sostenga en la ejecución de un trabajo cabal de disciplina; un hombre calificado para inculcar en los alumnos hábitos de orden, aseo y laboriosidad. Haced una obra cabal en todo lo que emprendáis. Si sois fieles en enseñar las materias comunes, muchos de vuestros alumnos podrán ir directamente a la obra como colportores y evangelistas. No necesitamos pensar que todos los obreros deben tener una educación avanzada. CM 204.3

*****

En todas nuestras instituciones, los jóvenes deben ser amoldados y disciplinados para Dios; y en esta obra se han de revelar siempre la misericordia, el amor y la ternura del Señor. Esto no debe degenerar en debilidad y sentimentalismo. Debemos ser bondadosos, pero firmes. Y recuerden los maestros que aunque es necesaria la decisión, nunca debemos ser duros o condenadores. Nunca hemos de manifestar un espíritu intolerante. Sean ellos serenos, revelando el mejor método al negarse a sentirse provocados a ira. CM 204.4

Dios quiere que manifestemos su amor mostrando vivo interés por los jóvenes que están bajo nuestro cuidado. Presentadlos al Señor y pedidle que haga por ellos lo que vosotros no podéis hacer. Dejadles ver que comprendéis vuestra necesidad de ayuda divina. CM 205.1

*****

El maestro debería tener constantemente por blanco la sencillez y la eficiencia. Debería enseñar principalmente con ilustraciones, y aun al tratar con alumnos mayores, debería tener cuidado de hacer clara y sencilla toda explicación. Muchos alumnos de edad avanzada, no son sino niños en entendimiento. La Educación, 228, 229. CM 205.2