El Gran Movimiento Adventista
Cristo enseña a sus discípulos acerca de su muerte
Al enseñar a sus discípulos, Cristo planteó un punto importante para disipar la idea de un reino temporal que se iniciaría de inmediato, y para mostrarles que él debía morir y resucitar, irse y volver. Así fue que les preguntó: “¿Pues qué, si viereis al Hijo del Hombre subir adonde estaba primero?”26 Después de encargarles que “a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo”, leemos: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca”.27 GMA 46.4
Al mismo tiempo les dijo que había algunos allí que no morirían hasta que vieran al Hijo del Hombre venir en su reino.28 Unos ocho días más tarde, su profecía se cumplió; y el apóstol Pedro se refiere a esa “visión” de Cristo viniendo en su reino como prueba de la real segunda venida de Cristo todavía en el futuro.29 GMA 47.1
En una ocasión cuando Cristo y sus discípulos estaban en Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera”.30 Y todavía no comprendían, no entendían su significado, porque aunque él estaba procurando impresionar sus mentes con la solemne verdad de su muerte y resurrección, ellos estaban debatiendo entre sí quién sería el mayor en el reino de los cielos.31 GMA 47.2
En otra ocasión Pedro le dijo a Jesús: “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”.32 Todavía el pensamiento de un reino que se establecería pronto llenaba su mente, y ellos, como humanos, comenzaron a buscar los cargos más elevados en el reino. GMA 47.3
En ese entonces vino la ambiciosa madre de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y le pidió a Cristo que sus hijos fueran favorecidos con altos cargos: uno a la derecha y otro a la izquierda en su trono, o tal vez, uno de Primer ministro del gobierno, y el otro como Secretario de Estado. Pero Cristo dijo claramente: “No sabéis lo que pedís”.33 GMA 47.4