Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)
Manuscrito 38—Para la ampliación de The Remnant Church not Babylon
Una certeza repetida a menudo. El Padre ama a su pueblo hoy tal como ama a su propio Hijo. Algún día será nuestro privilegio verlo cara a cara.— Ms 103, 1903, p. 6 («Instruction to Ministers and Physicians» [Instrucción a los pastores y los médicos], 15 de septiembre de 1902). MI1 147.1
Deberíamos tener siempre presente que la iglesia, por débil y defectuosa que sea, es el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su consideración suprema. La observa constantemente con solicitud, y la fortalece mediante su Santo Espíritu.— Ms 155, 1902, pp. 5, 6 (sermón predicado el sábado 22 de noviembre de 1902, «On the Study of the Book of Revelation» [Sobre el estudio del libro de Apocalipsis]). MI1 147.2
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Solicitado para su uso en el folleto titulado The Remnant Church not Babylon [La iglesia remanente no es Babilonia].
Confíen en la protección divina. Su iglesia ha de ser instruida. Por débil y defectuosa que sea, es el objeto de su consideración suprema.— Carta 279, 1904, p. 9 (a los hermanos Paulson, Sadler, Waggoner y Jones, lº de agosto de 1904). MI1 148.1
La iglesia debe intensificar su actividad y extender sus términos. Nuestros esfuerzos misioneros deben ser expansivos; debemos ensanchar nuestros límites. [...] MI1 148.2
Aunque ha habido virulentas disputas en el esfuerzo por mantener nuestro carácter distintivo, como cristianos bíblicos, pese a todo, siempre hemos estado en terreno ventajoso. Recordando que «el temor de Jehová es el principio de la sabiduría” (Prov. 9: 10), hemos de trabajar fervientemente, orando siempre para que la gracia salvadora de Dios nos guíe en todo momento. Siempre debemos buscar cercioramos de la voluntad del Señor y andar en armonía con ella. Sigamos conociendo al Señor, cuyo conocimiento correcto es la vida eterna.— Carta 170, 1907, pp. 1, 2 (al pastor M. N. Campbell y a G. A. Amadon, 6 de mayo de 1907). MI1 148.3
La evidencia que hemos tenido acerca de la presencia del Espíritu de Dios entre nosotros como pueblo durante los últimos cincuenta años soportará la prueba de los que ahora se alinean en las filas del enemigo y luchan contra el mensaje de Dios.— Carta 356, 1907, p. 3 (a los miembros de la iglesia de Battle Creek, 24 de octubre de 1907). MI1 148.4
Les escribo todo esto, hermanos míos, aunque es posible que no todos ustedes las entiendan plenamente. Si no creyera que Dios tiene su vista puesta sobre su pueblo, no podría tener el valor de escribir lo mismo una vez tras otra. [...] Dios tiene un pueblo al que conduce e instruye.— Carta 378, 1907, p. 3 (a los dirigentes de la Asociación del Sur de California, 11 de noviembre de 1907). MI1 148.5
Se me ha indicado que diga a los adventistas del séptimo día del mundo entero que Dios nos ha llamado como pueblo para ser un tesoro especial para él. Ha dispuesto que su iglesia en la tierra permanezca perfectamente unida en el Espíritu y el consejo del Señor de los ejércitos hasta el fin del tiempo.— Carta 54, 1908, p 4 (al pastor W. T. Knox, 21 de enero de 1908). MI1 148.6
En este mundo no hay nada tan querido para Dios como su iglesia. Con cuidado celoso protege a los que lo buscan. Nada ofende tanto a Dios como que los siervos de Satanás se esfuercen por arrebatarle a su pueblo sus derechos. El Señor no ha abandonado a su pueblo. Satanás señala los errores que han cometido, y procura hacerles creer que con eso se han separado de Dios. Los ángeles malignos procuran por todos los medios desanimar a los que luchan por obtener la victoria sobre el pecado. Les presentan su indignidad pasada y representan su caso como desesperado.— Carta 136, 1910, pp. 2, 3 (a J. Edson White, 26 de noviembre de 1910). MI1 148.7
Nuestro nombre. Somos adventistas del séptimo día. ¿Nos avergonzamos de nuestro nombre? Contestamos: «¡No, y no! No lo estamos». Es el nombre que el Señor nos ha dado. Señala la verdad que ha de probar a las iglesias.— Carta 110, 1902, p. 6 (al Dr. David Paulson, 7 de julio de 1902). MI1 149.1
Somos adventistas del séptimo día y nunca deberíamos avergonzarnos de este nombre. Como pueblo, debemos colocamos firmemente de parte de la verdad y la justicia. Así glorificaremos a Dios. Hemos de ser librados de los peligros, no entrampados y corrompidos por ellos. Para que esto pueda ser, hemos de contemplar en todo momento a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe.— Carta 106, 1903, p. 3 (a la Junta de la Asociación General, 30 de mayo de 1903). MI1 149.2
La Asociación General. No recibí ni un rayo de luz de que [el Señor] quisiese que yo viniera a este país [Australia]. Vine en sometimiento a la voz de la Asociación General, que siempre he mantenido que tiene autoridad.— Carta 124, 1896, p. 2 (a J. Edson White, 9 de agosto de 1896). MI1 149.3
Patrimonio White, Washington, D. C., 28 de marzo de 1948