Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)
Manuscrito 29—La apostasía
Los hombres que han apostatado últimamente dicen que el sábado carece de importancia. Resulta indiferente que lo guardemos o no. Dicen que predican la santificación, pero, ¿dónde están las evidencias de su santificación? Iniciaron la labor de animadversión con su crítica. Cayeron precisamente ahí, y ahí mismo caerán muchos. Quejarse de nuestros her-manos del cuerpo pastoral, desconfiar de los dones que el Señor ha puesto en la iglesia, estar siempre encontrando defectos y manchas en algo dicho o hecho es hacerle el juego al enemigo. Si uno escoge obtener esta clase de educación, Satanás lo apoyará de forma magistral. Una vez que los críticos señalan todo lo que les parece que está fuera de lugar, inician un negocio textil y se dedican a tejer lienzos de falsedad. Abusan de la confianza que se ha depositado en ellos y se esfuerzan en destruir la reputación precisamente de aquellos que han sido sus mejores amigos.— Carta 126, 1897, p. 5 (al hermano John Wessels y su esposa, 18 de mayo de 1897). MI1 99.1
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Solicitado por J.H. Smuts para una tesis del Seminario. La gran apostasía tuvo su origen en una negación del amor de Dios, claramente revelado en la Palabra.— Carta 172, 1907, p. 2 (al profesor P. T. Magan, 15 de mayo de 1907).
Muchas almas han sido presentadas ante mí que están siendo tentadas por Satanás para negar la fe. Estimulados por un celo ni santificado ni santo, llevarán a otros por sendas extrañas y, bajo su liderazgo, muchos quedarán enredados en las trampas engañosas del enemigo.— Carta 234, 1906, p. 5 (al hermano Sadler, 9 de julio de 1906). MI1 100.1
Cuando lleguen a toda alma la dificultad y la prueba, habrá apostasías. Los traidores, los impetuosos, los engreídos y hombres autosuficientes se apartarán de la verdad, naufragando en cuanto a la fe. ¿Por qué? Porque no cavaron con profundidad para dar estabilidad a sus cimientos.— Ms 68, 1897, p. 8 (a maestros de Melbourne, 21 de junio de 1897). MI1 100.2
En el futuro, así como ha ocurrido en el pasado, veremos como se producen casos de todo tipo. Presenciaremos la apostasía de personajes en quienes habíamos puestos muchas esperanzas, en quienes confiábamos, que, nos parecían tan firmes a los principios como el acero. Algo viene a probarlos, y son vencidos. Si tales personas caen, dicen algunos: «¿En quién podemos confiar?». Esta es una insinuación con la que Satanás nos acosa para destruir la confianza de los que están luchando para caminar por la senda angosta. Los que caen, evidentemente, han corrompido su camino delante del Señor, y son señales de advertencia que alertan a los que profesan creer la verdad de que solo la Palabra de Dios nos puede mantener firmes en el camino de la santidad, o librarlos de la culpa.— Ms 154, 1898, pp. 3, 4 («The Pearl of Great Price” [La perla de gran precio], 22 de noviembre de 1898). MI1 100.3
La fe en Dios y el amor por las almas dan a los seres humanos un elevado motivo para la fidelidad. Los lleva a obrar fielmente para que otros no se extravíen por el ejemplo de incredulidad que ha arruinado a tantas almas. «Algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Tim. 4: 1 ). ¿Por qué? Porque dejaron de obrar con diligencia.— Ms 42, 1901, p. 6 («Revealing the Christlikeness» [Revelar la semejanza a Cristo], 2 de junio de 1901). MI1 100.4
Una cosa es cierta: los adventistas del séptimo día que se sitúen bajo el estandarte de Satanás empezarán abandonando su fe en las advertencias y las reprensiones contenidas en los Testimonios del Espíritu de Dios.— Carta 156, 1903, p. 2 (al hermano Magan, 27 de julio de 1903). MI1 100.5
Algunos que en el pasado fueron honrados por Dios, han sido en-trampados por los engaños del enemigo. Se les advirtió de su peligro, pero, al negarse a oír las advertencias que les fueron enviadas, han ido siendo engañados cada vez más, hasta que, finalmente, se encuentran luchando contra el Señor y contra sus obreros.— Carta 289, 1905, p. 1 (a mis hermanos en el ministerio, 13 de septiembre de 1905). MI1 100.6
Patrimonio White, Washington, D. C., 30 de agosto de 1950
El número 30 está incluido en el 45 (pp. 167-172)