Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)
Manuscrito 89—Evangelización. * La labor de la madre.* Los ciegos. ** La lluvia tardía. ***
La evangelización en Washington, D. C. El mismo correo que trajo su carta me trajo una del hermano Washburn, que trabaja en Washington, D. C. El Señor me ha reiterado que en esta ciudad ha de hacerse un gran y decidido esfuerzo para proclamar la verdad del sábado. Hace varios años me fueron dadas instrucciones sobre esto.— Carta 115, 1903, pp. 1, 2 (a John Wessels, 20 de junio de 1903). MI1 347.1
Me complacería mucho verlo y hablar con usted. El mensaje que le fue enviado en testimonio era que usted no había de limitarse por entero al trabajo editorial, porque el Señor tiene un mensaje para que usted lo dé en nuestras grandes ciudades. Washington es un lugar en el que, junto con el pastor Daniells, el pastor A. T. Jones y el pastor Washburn, usted puede realizar un servicio valioso en el ministerio de la palabra. Debe realizarse una intensa campaña de evangelización en la capital de la nación. Se me mostró esto antes de que ardieran las oficinas de la Review and Herald. MI1 347.2
Me alegro de que usted haya emprendido este trabajo de evangelización en Washington y de que ya se haya suscitado un interés tan profundo. Los informes recibidos en cuanto al trabajo allí se corresponden tan estrechamente como resulta posible con las indicaciones que se me dieron de cómo debería ser. Estoy segura, porque el asunto me ha sido presentado, y este trabajo no debe resultar debilitado porque los obreros necesarios sean llamados a otros lugares. No es preciso que el trabajo en el Sur [de los EE. UU.] retenga mucho tiempo al pastor Daniells y al pastor Washburn. El pastor Butler está allí, y hay otros hombres que pueden acudir a prestar ayuda. MI1 348.1
Debe hacerse en Washington un trabajo de evangelización, y no debe ser menoscabado por llamamientos de otros lugares. El Señor espera que su obra en los grandes núcleos urbanos se lleve adelante con decisión.— Carta 53, 1904, pp. 1, 2 (a W. W. Prescott, 26 de enero de 1904). MI1 348.2
La obra en Washington no debería ocupar un puesto secundario con respecto a ninguna otra. Estoy completamente persuadida de que deberíamos dar buen uso, en esta ciudad, a lo mejor de los mejores talentos que podamos obtener. Se ha iniciado una buena obra con las reuniones que se han celebrado allí. Y, en esta coyuntura, me parece que obligar a ausentarse a los hermanos Daniells, Prescott, Washburn y otros, y distribuir estos talentos entre los diversos Estados, dejando hombres de menor capacidad para que lleven adelante la importante obra en Washington sería un mal plan. No puedo ver el interés que se ha suscitado en dejar desprovista a esa ciudad sin expresar mi protesta. Envíen hombres de experiencia a Washington, donde ha de realizarse una obra poderosa.— Carta 55, 1904, pp. 1, 2 (a W. C. White, 29 de enero de 1904). MI1 348.3
La labor de la madre. Criar a los niños en la educación y la admonición del Señor es la mayor obra misionera que pueden realizar los padres. Se confía a la madre una obra mayor que al rey en su trono. Ella tiene un deber que realizar en relación con sus hijos que nadie más puede realizar. Si aprende cada día en la escuela de Cristo, cumplirá su deber en el temor de Dios y cuidará de los niños como hermosa grey del Señor.— Ms 38, 1895, p. 15 (a «la iglesia de Hobart [Tasmania]», mayo de 1895). MI1 348.4
Los ciegos. Si leen las Escrituras del Antiguo Testamento verán que el Señor tiene especial cuidado de los ciegos. Tiene un amor que supera el amor de una madre por sus hijos afligidos, y dio instrucciones especiales relativas a cómo hay que tratarlos. Los que durante varios años del pasado no han diferenciado en absoluto entre los que son ciegos y los que pueden ver no han obedecido la voz del Señor.— Ms 30, 1890, pp. 4, 5 («Article Read in the Auditorium of the Battle Creek Tabernacle to a Large Assembly, at the General Conference of 1890» [Artículo leído en el auditorio del Tabernáculo de Battle Creek ante una gran concurrencia en el congreso de la Asociación General de 1890] [¿1891?]). MI1 349.1
A continuación visitamos a la hermana [Gurner], que es viuda. Algunos han pensado que es una mujer inquieta e inconforme, y se ha dicho que es murmuradora. Pero cuando supe que lleva veintiocho años sin poder leer, creí que, en vez de criticarla, sus hermanas en la fe que tienen la bendición de la vista deberían visitarla y leerle con tanta frecuencia como sea posible. Job dice: «Yo era ojos para el ciego, pies para el cojo» (Job 29: 15). Es deber de los que tienen vista ocuparse de los ciegos, para que los afligidos perciban su pérdida lo menos posible. Oramos con esta hermana, y el tierno Espíritu del Señor reposó sobre nosotros.— Ms 21, 1892, pp. 16, 17 («Diary Written at Preston, Victoria, Australia” [Diario escrito en Preston, Victoria, Australia], 28 de septiembre de 1892). MI1 349.2
La lluvia tardía . Cuando los obreros tengan un Cristo que more per-manentemente en sus almas, cuando todo egoísmo haya sido sepultado, cuando no haya rivalidad ni lucha por la supremacía, cuando exista unidad, cuando se santifiquen a sí mismos, de modo que se vea y sienta el amor mutuo, entonces las lluvias de la gracia del Espíritu Santo vendrán sobre ellos tan ciertamente como que las promesas de Dios jamás fallan ni en una jota o una tilde. Pero cuando es menospreciada la obra de otros, para que los obreros puedan mostrar su propia superioridad, demuestran que su propia obra no lleva el sello que debiera. Dios no puede bendecirlos.— Ms 24, 1896, p. 4 («Unselfishness among Brethren» [La generosidad entre hermanos], 9 de septiembre de 1896). MI1 349.3
Patrimonio White, Washington, D. C., 14 de enero de 1957