Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)
Manuscrito 79—Los niños pueden ser misioneros
Mi querida nieta: Siento un profundo interés por ti. Quiero que tengas una experiencia que sea para tu bien presente y eterno. Mantén siempre tu corazón apoyado en Dios. [...] MI1 313.1
La obra de cultivar el corazón es provechosa en todo momento y en todas las circunstancias. «Vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios» (1 Cor. 3: 9). Podemos aprender una lección del trabajo del agricultor en el cultivo de la tierra. El labrador debe cooperar con Dios. La parte del agricultor es preparar el terreno y plantar la semilla, en el momento oportuno y de la forma debida. Dios da vida a la semilla. El envía la luz del sol y los aguaceros, y brota la semilla, «primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga» (Mar. 4: 28). Si el agricultor deja de hacer su MI1 313.2
_______________
Solicitado para su uso en un artículo que había de aparecer en Junior Guide para estar en manos de los niños el Día del Espíritu de Profecía, el sábado 14 de abril de 1956. parte, si el instrumento humano no coopera con los agentes divinos, puede que el sol brille, puede que caigan sobre el suelo el rocío y los aguaceros, pero no habrá cosecha. Y aunque se haya hecho el trabajo de plantar, a no ser que Dios envíe la luz del sol y el rocío y la lluvia, la semilla no brotará jamás ni crecerá.
Debes cooperar con Dios en el desarrollo de tu carácter. Su Palabra nos ordena: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Fil. 2: 12, 13). Tienes algo que hacer, y cuando lo hagas, Dios sin duda cooperará contigo.— Carta 130, 1903, pp. 1, 2 (a Ella White, 5 de julio de 1903). MI1 314.1
¡Cuánto complace al Señor verlos a ustedes —su pequeño rebaño— veraces, rectos, honestos en todas las cosas! ¡Qué complacido se siente su Padre del cielo al escuchar cada oración ferviente que surge del corazón!: «Señor, ¿qué quieres que yo haga?». ¿Hay algún precepto de tu Palabra que esté yo menospreciando, algún mandato que haya desobedecido? ¿Tengo inclinación a ser poco veraz en las cosas pequeñas? ¿Intento formar buenos hábitos? ¿Es el espíritu que abrigo conforme a la mente y la voluntad de Jesucristo, mi modelo? ¿Hay alguna excusa secreta que presente por mi descuido del deber, por mi desobediencia? [...] MI1 314.2
El Señor le pide a cada uno de ustedes individualmente —Willie, Ella y Mabel, Edith y Nettie— que le entreguen el corazón. Entréguenle, a cambio del gran amor de él, un alegre reconocimiento de su obligación hacia Dios. Guarden sus mandamientos y sigan sus pisadas. Que su oración sea: «Toma mi pobre corazón y que sea tuyo, tuyo por completo y por entero, ahora y siempre”. MI1 314.3
Jesús los ama, queridos niños. Ustedes son su pequeño rebaño. Quiere que cada uno de ustedes desarrolle un hermoso carácter. Siempre habrá tentaciones que les sobrevengan individualmente para que abriguen y fortalezcan los aspectos débil o defectuosos de su carácter. Puede que nunca vuelvan a tener una oportunidad tan preciosa de estar unidos como lo están ahora. Por eso, tienen que ser muy amables entre ustedes, ser considerados en sus palabras y sus acciones, no vaya a ser que planten en el corazón de los demás semillas que se conviertan en cizaña, espinos y otras plantas aborrecibles. Esas palabras no solo afligen el corazón del otro, sino que afligen el corazón de Jesús. Que el enemigo no siembre las semillas de la envidia, del enojo, de la queja o de pensar mal el uno del otro. La semilla de celos está siempre lista para brotar en cualquier momento y para tomar el control de ustedes. MI1 314.4
Ahora, manada pequeña, recuerden que son hijos de Dios. Han sido comprados por precio. Que el amor de Jesucristo los constriña. Busquen ser de provecho el uno para el otro. Ahora tienen una estupenda oportunidad de aprender justamente lo que necesitan para aprender a llegar a ser útiles.— Carta 101, 1895, pp. 3, 4 (a «Queridos niños”, 2 de noviembre de 1895). MI1 315.1
¿No pedirán a sus hijos que pongan en esta alcancía el dinero que, si no, lo gastarían en golosinas y otras cosas innecesarias? Cuando lleguen visitas a su hogar, verán la alcancía y les llamará la atención. Que los niños entonces hablen de sus esfuerzos por ayudar a un campo misionero necesitado negándose a sí mismos. [...] MI1 315.2
Pido a los niños que muestren un interés abnegado en la obra en el Sur. ¿No darán sus «blancas» (Mar. 12: 42; Luc. 21:2) para ayudar en esta obra? Hay muchas formas en las que podrían conseguir dinero para este propósito. [...] ¿No pueden acaso los niños confeccionar artículos domésticos simples y útiles y venderlos, hablándoles a quienes se los ofrezcan de la obra a la que se dedicará el dinero así recogido? [...] MI1 315.3
El Señor los bendecirá mientras trabajan para él. Pueden ser su mano ayudadora. Al cumplir fielmente sus deberes en el hogar están colaborando con Jesús para la formación de caracteres semejantes al de él. Están contribuyendo a sobrellevar las cargas del hogar y así su mamá no se ve obligada a ser la esclava de la familia. MI1 315.4
Los niños pueden ser misioneros de provecho en el hogar y en la iglesia. El Señor quiere que se les enseñe que están en este mundo para prestar un servicio útil, no solo para jugar. Pueden aprender a hacer obra misionera que los prepare para alcanzar esferas más amplias de utilidad.— Ms 138, 1903, pp. 1, 2, 4 (a «Mis queridos hermanos en todas partes», «How We Can Help the Southern Work» [Cómo podemos ayudar en la obra de los Estados del Sur de EE. UU.], 17 de noviembre de 1903). MI1 315.5
Patrimonio White, Washington, D. C.
El número 80 se usó en el tomo 2 de Mensajes selectos y en la Review and Herald.