Manuscritos Inéditos Tomo 1 (Contiene los manuscritos 19-96)

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Manuscrito 81—El reproche de Dios a Laodicea

Los que han publicado el opúsculo «Loud Cry” (Fuerte clamor) lo han hecho sin haberme consultado para nada. Han citado profusamente mis escritos interpretándolos a su manera. Dicen que tienen un mensaje especial de Dios para denunciar como Babilonia a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, anunciar su caída y llamar al pueblo de Dios a que salga de ella, e intentar hacer que los Testimonios avalen su teoría. Esos impresos están trastornando el juicio de algunos y aumentando los prejuicios ya existentes, e impiden una buena difusión del mensaje de advertencia que Dios está dando al mundo, y que es de un carácter radicalmente diferente a las ideas presentadas en esos panfletos. MI1 317.1

Me levanté a las dos y media de la madrugada. No podía dormir; me embargaba la preocupación. Me vino a la cabeza la historia de los hijos de Israel, y me fueron mostradas diversas situaciones con tal claridad que no podía quedarme sin decir nada. Escribí veintitrés páginas entre las tres de la madrugada y las doce y media. Mi espíritu se agitaba dentro MI1 317.2

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Solicitado para su uso en la Review and Herald. de mí. Sentí preocupación por el pueblo de Dios, no por esa publicación en concreto, sino debido a los muchos asuntos de ese cariz que se van a presentar a la gente con la pretensión de ser mensajes procedentes de Dios. «Por sus frutos los conoceréis» (Mat. 7: 20).

Varios de esos panfletos llegaron a la oficina de correos con la instrucción de que el jefe de correos se los entregara a los adventistas. La gente de Wellington está llena de prejuicios. La circulación de las falsedades de D. M. Canright ha creado prejuicios, haciendo casi imposible alcanzar a la gente, y todo lo que tiene este carácter crea la sospecha de que trabajamos clandestinamente. Esos opúsculos y los despachos telegráficos del hermano C son de un carácter tal que confirman esas sospechas. Todo eso nos cierran las puertas. El camino se está volviendo muy espinoso justamente por todo eso. MI1 318.1

Toda esa gente que piensa que está prestando servicio a Dios, pero lo que está es favoreciendo al enemigo, no a Dios. Ayer envié veintitrés páginas manuscritas a Melbourne a fin de que las preparen para que se difundan entre nuestro pueblo. Antes yo ya había enviado unas pocas páginas que abordaban el mismo tema. No estarán a punto para salir en el correo de este mes. MI1 318.2

Un poco de levadura de falsa doctrina, con la inspiración de agentes satánicos, puede hacer mucho daño a los que no están arraigados y ci-mentados con firmeza en la verdad presente. Nadie puede estar a salvo ahora, a no ser que esté afirmado en la Roca eterna. Tenemos muchas razones para estar agradecidos a Dios y confiar en él. El Señor Jesús conoce a los que son suyos. Murió por salvar un mundo perdido, y ahora reúne de entre todos un ejército para servir bajo su estandarte, «a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga ni cosa semejante” (Efe. 5: 27). MI1 318.3

Cristo habla a Laodicea. Entendí que estos dos hombres, o sea, S y C, estuvieron en [el Congreso de] la Asociación General. * ¿No pudieron discernir allí la manifestación del Espíritu de Dios? ¿No pudieron ver que el Señor estaba abriendo las ventanas del cielo y derramando bendiciones? ¿Por qué? Se habían publicado testimonios que corregían y aconsejaban a la iglesia, y muchos habían hecho una aplicación práctica del mensaje a la iglesia laodicense, y confesaban sus pecados y se are pentían con contrición de alma. Oían la voz de Jesús, el Adalid celestial: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo” (Apoc. 3: 20). MI1 318.4

Esos hermanos que afirmaban tener esa maravillosa luz tenían que acometer exactamente la misma obra de arrepentimiento y confesión, quitando así toda inmundicia de la puerta de su propio corazón, y abrir esa puerta para dar la bienvenida al Invitado celestial. Si se hubieran situado en el canal de luz, habrían recibido las más preciosas bendiciones del cielo. Habrían visto que el Señor ha sido en verdad misericordioso, manifestándose a su pueblo, y que el Sol de justicia se había alzado sobre ellos. No era en realidad más que una bien montada promoción mercantil que proseguía activamente. Se obedecía el consejo de Cristo a la iglesia laodicense y todos los que percibían su pobreza compraban oro (fe y amor), vestiduras blancas (la justicia de Cristo) y colirio (verdadero discernimiento espiritual). MI1 319.1

¿Por qué no actuaron de forma similar estos hermanos, poniéndose en el canal de luz? Eran pobres de solemnidad y no lo sabían. No formaban en las filas de Cristo, no estaban suavizados ni controlados por su Santo Espíritu y estaban tan cegados que no podían ver los intensos rayos de luz que provenían del trono de Dios sobre su pueblo. No oyeron la voz del Buen Pastor. Escuchaban la voz de un extraño. MI1 319.2

Cuando considero las flaquezas de estos hermanos engañados, mi corazón siente un tremendo dolor, porque no suplicaron a Dios: «Te rogamos tu bendición. Ahora me doy cuenta de mi error. Has comunicado a tu pueblo la mayor riqueza de verdades jamás confiada a mortales. Este pueblo no es Babilonia; porque tú le has dado justicia y paz, y tu gozo, para que su gozo pueda ser completo». ¿Por qué no abrieron entonces la puerta de su corazón a Jesús? ¿Por qué no haber quitado allí mismo todo lo que obstruye los brillantes rayos del Sol de justicia para que puedan alumbrar el mundo? Mientras la bendición de Dios penetraba por dondequiera, mientras su presencia consagraba y santificaba almas para sí mismo, ¿por qué no pusieron su alma en el canal de luz? Fue porque Satanás había proyectado su infernal sombra sobre su senda para obstruir todo rayo de luz. MI1 319.3

La obra de Satanás. ¿Cómo pudieron venir de aquel congreso, en el que el poder de Dios se había revelado de forma tan evidente, y proclamar que el fuerte clamor era que el pueblo que guardaba los mandamientos era Babilonia? Satanás decía lo mismo a Cristo de Josué cuando este estaba de pie delante del ángel. Satanás declaraba que los pecados de Josué eran tan grandes que no se le debería impedir destruirlo. Las palabras de Cristo son aplicables a estos hermanos, y a todos los que promueven opiniones similares. «“¡Jehová te reprenda, Satán! ¡Jehová, que ha escogido a Jerusalén, te reprenda! ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?”. Josué, que estaba cubierto de vestiduras viles, permanecía en pie delante del ángel” (Zac. 3: 2, 3). ¿Quién lo vistió con vestiduras viles? «Habló el ángel y ordenó a los que estaban delante de él: “Quitadle esas vestiduras viles”. Y a él dijo: “Mira que he quitado de ti tu pecado y te he hecho vestir de ropas de gala”. Después dijo: “Pongan un turbante limpio sobre su cabeza”. Pusieron un turbante limpio sobre su cabeza y lo vistieron de gala. Y el ángel de Jehová seguía en pie. Después el ángel de Jehová amonestó a Josué diciéndole: “Así dice Jehová de los ejércitos: ‘Si andas por mis caminos y si guardas mi ordenanza, entonces tú gobernarás mi Casa y guardarás mis atrios, y entre estos que aquí están te daré lugar’”» (Zac. 3: 4-7). La obra de Satanás es cubrir al pueblo de Dios, penitente, creyente y observador de los mandamientos, con vestiduras viles; mientras Jesucristo ordena que sus integrantes sean vestidos con su justicia, prendas tejidas en el telar del cielo. MI1 319.4

Métodos ignominiosos. ¿Qué han venido haciendo nuestros hermanos S y C? Si Dios les hubiera encomendado eso, no habrían tenido necesidad de apropiarse de los escritos de la hermana White sin haberle consultado ni dicho palabra a ella. Si tanta es la seguridad que tienen en la obra que dicen que el Señor les encomendó que hicieran, ¿por qué no pidieron el consejo de ella para ver si este mensaje tan llamativo estaba de acuerdo con la instrucción que el Señor le había dado a ella? ¿Por qué no tuvieron la prudencia de actuar como es debido? MI1 320.1

El suyo, no obstante, es un mensaje espurio, de un carácter similar a los de otros hombres que alegaban asimismo haberlos recibido del Señor. No es como el brillante resplandor de una lámpara encendida desde el altar divino. Cuando el Señor da luz a su pueblo, es luz; no es oscuridad y error, que alejen directamente de la luz verdadera que el Señor ha enviado para fortalecer y bendecir, y dar esperanza a su pueblo. Esos hombres no tenían ningún derecho a apropiarse de los bienes del Señor confiados a esta humilde sierva para aprovecharse de ellos y medrar explotándolos, ni para ponerlos en el marco de sus errores, haciendo que pareciese que la voz de Dios, desde el cielo, daba el «fuerte clamor» de que la iglesia, su pueblo elegido, que guarda sus mandamientos, es Babilonia, y que su pueblo es llamado a salir de ella. MI1 320.2

Mi obra de salvar almas. Ese no es el mensaje que yo he de dar, sino otro de carácter completamente diferente. Mi obra es procurar salvar almas perdidas que perecen y enseñarlas como hizo Pablo, que dice: «Nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. [...] Por tanto, yo os declaro en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos, porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre, porque yo sé que después de mi partida en-trarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al rebaño» (Hech. 20: 20, 21, 26-29). MI1 321.1

«Hablan cosas perversas». A continuación Pablo presenta ante ellos a otra clase: «Y de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí discípulos. Por tanto, velad, acordándoos de que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (Hech. 20: 30-31). MI1 321.2

En todas las épocas de la historia ha habido quienes creen que tienen una obra que hacer para el Señor y no muestran ningún respeto por aquellos a los que el Señor ha venido usando. No aplican correctamente las Escrituras, tuercen las Escrituras para apoyar sus propias ideas. Con independencia de cuáles puedan ser las reivindicaciones de los que se alejan del cuerpo para proclamar teorías de su propia invención, están al servicio de Satanás para levantar algún nuevo estandarte para desviar a las almas de la verdad presente. MI1 321.3

La luz del mundo . Hay que tener cuidado con los que aparecen con la única preocupación de denunciar a la iglesia. Los escogidos que están firmes afrontando resueltamente la tormenta de la oposición del mundo y sosteniendo en alto los mandamientos de Dios pisoteados para exaltarlos como honorables y santos, son, ciertamente, la luz del mundo. MI1 321.4

¿Cómo osa un ser humano mortal condenarlos y llamar a la iglesia ramera, Babilonia, cueva de ladrones, jaula de toda ave inmunda y abo-rrecible, habitación de demonios, que embriaga a las naciones con el vino de su fornicación, confederándose con los reyes y los grandes de la tierra, que se enriquecen con la abundancia de sus lujos sensuales, y proclamar que sus pecados han llegado al cielo y Dios ha recordado sus iniquidades? (cf. Apoc. 17: 1-5; 14: 8-10; 18: 2-4). ¿Es este el mensaje que tenemos que dar a los adventistas del séptimo día? ¡De ningún modo! Dios no ha dado a nadie semejante mensaje. Que esos hombres humillen su corazón ante Dios y que, con verdadera contrición, se arrepientan de haber estado, aunque haya sido durante un instante, al lado del «acusador de nuestros hermanos, que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Apoc. 12: 10). [...] MI1 321.5

Parece casi imposible que nadie que haya tenido una experiencia genuina en la fe sugiera una interpretación tan errónea de las Escrituras para aplicársela al pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Suponiendo que este mensaje espurio —«Salid de ella, pueblo mío” (Apoc. 18: 4)— fuera el que todos deben oír en estos momentos, ¿adónde iríamos a parar? ¿Dónde encontraremos la pureza, la bondad y la santidad en las que estaremos seguros? ¿Dónde estaría entonces el redil en el que no ha de entrar ningún lobo? MI1 322.1

Les digo, hermanos míos, que el Señor tiene un cuerpo organizado por medio del cual actúa. Puede haber más de una veintena de Judas entre ellos; puede que haya un temerario Pedro que, en el momento de la prueba, niegue a su Señor; puede que haya personas representadas por Juan, a quien Jesús amaba, que tenía tal celo que quería destruir la vida de los hombres pidiendo que descendiera fuego del cielo para vengar un insulto inferido a Cristo y a la verdad. Pero el gran Maestro trata de dar instrucciones para corregir estos males existentes. Hace hoy lo mismo con su iglesia. Está señalando sus peligros. Presenta ante ellos el mensaje a Laodicea. MI1 322.2

El Señor les está mostrando que todo egoísmo, todo orgullo, toda exaltación propia, toda incredulidad y prejuicio, son peligrosos, y que, a no ser que haya un arrepentimiento concreto, los que albergan estos defectos serán dejados en las tinieblas como la nación judía. Que cada cual trate ahora de contestar la oración de Cristo; y que cada uno se haga eco de esa plegaria, rogando, en exhortaciones, que todos sean uno, así como Cristo es uno con el Padre, y que actúen para conseguirlo. En lugar de usar las armas de guerra dentro de nuestras propias filas, sean estas utilizadas contra los enemigos de Dios y de la verdad. Háganse eco del ruego de Cristo con todo su corazón: «Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros”. «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17: 11, 15). También esta oración que ofrece para interpretar el proceso a través del cual sus seguidores son santificados: «Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad» (Juan 17: 17). MI1 322.3

La iglesia unida. Tenemos que abrir la puerta del corazón al Espíritu Santo, porque este es el santificador, y la verdad es el medio. Tiene que haber una aceptación de la verdad como es en Jesús. Esta es la única santificación genuina: «Tu palabra es verdad». Lean, por favor, la oración de Cristo rogando a favor de la unidad: «A los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros» (Juan 17: 11). La oración de Cristo no fue solo por los que en ese momento eran sus discípulos, sino por todos aquellos que iban a creer, hasta el fin del mundo, en Cristo por las palabras de sus discípulos. Jesús estaba precisamente a punto de entregar su vida para sacar «a luz la vida y la inmortalidad» (2 Tim. 1: 10). Cristo, en medio de sus sufrimientos, y siendo desechado diariamente entre los hombres, mira dos mil años al futuro a su iglesia que existirá en los días finales, antes del fin de la historia de la tierra. MI1 323.1

El Señor ha tenido una iglesia desde ese día, en todos los cambiantes escenarios de la historia hasta hoy en 1893. La Biblia nos ofrece un modelo de iglesia: Sus miembros deben estar unidos los unos con los otros, y unidos a Dios. Cuando los creyentes están unidos con Cristo, la vid viviente, el resultado es que son uno en Cristo, y están llenos de compasión, ternura y amor. Cuando alguien se aparta del cuerpo organizado del pueblo que guarda los mandamientos de Dios, cuando comienza a pesar la iglesia en balanzas humanas y a pronunciar juicios contra ella, se puede saber que Dios no lo está dirigiendo; anda por sendas erradas. MI1 323.2

Constantemente surgen agitadores, que desean poner en marcha algún plan novedoso para realizar algo insólito. Satanás aguarda su oportunidad para darles algo que hacer en su obra. Dios ha dado a cada cual tareas. Hay oportunidades y medios en la iglesia para ayudar a los que están prestos a morir, y para inspirar a la iglesia con celo, pero no para reducirla a pedazos. Existen numerosas oportunidades en la iglesia para seguir los pasos de Cristo. Si el corazón está lleno de celo por avanzar hacia una santificación y una santidad más profundas, marchen en esa dirección con toda humildad y devoción. La iglesia necesita la valentía y la inspiración de quienes respiran la verdadera atmósfera del cielo, para revitalizar a la iglesia, a pesar de la cizaña que haya entre el trigo. MI1 323.3

Colaboradores de Dios. Si los buenos y los humildes están dispuestos a acometer su deber precisamente donde corresponda, para ayudar a los que se hallan al borde de la muerte espiritual, serán una gran bendición para la iglesia. Hay inconversos en la iglesia, y si los que tanto anhelan mostrar su celo por el Señor buscaran a esas pobres almas y trabajaran con paciencia y perseverancia para ganarlos para Jesús, Dios obraría a través de ellos. «Somos colaboradores de Dios» (1 Cor. 3:9), no para demoler y destruir, sino para restaurar. «Haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino» (Heb. 12: 13). Hay abundante trabajo que es preciso hacer en misiones locales y en ejercitar los talentos que Dios nos ha dado para una mejora prudente. Con la práctica, podemos llegar a ser diestros como un comerciante en su negocio. Queremos llegar a ser diestros en el arte de servir a las almas, aprendiendo a salvarlas. Esto requiere oración, un esfuerzo ferviente y perseverante, y disposición a actuar con humildad. MI1 323.4

Si el dinero, que se ha gastado innecesariamente en la ejecución de obras que Dios no nos ha encomendado en absoluto, se hubiera empleado con sentido de la economía y de manera sencilla y segura para el progreso y la edificación del reino de Cristo en el mundo, en vez de ayudar a Satanás a echar en cara un reproche al reino de Cristo y vestir a su iglesia con vestiduras viles, como hace Satanás, y de instar a sus miembros a adoptar posiciones falsas usando las reprensiones y las correcciones que Dios les ha dado para mostrarles su pecado; ¡qué gran obra se habría puesto sobre la piedra angular! MI1 324.1

«Si alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, pues por el fuego será revelada. La obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará” (1 Cor. 3: 12, 13). Amonesto a todos los creyentes a que aprendan a tener un celo santo sobre ustedes mismos, no sea que Satanás aparte su corazón de Dios y se deslicen inconscientemente hacia las filas de Satanás, sin percatarse de que han cambiado de dirigente y sean hallados bajo el poder traicionero de un tirano. MI1 324.2

Como iglesia tenemos que estar bien despiertos, y trabajar como obreros juntamente con Dios por los que yerran que hay entre nosotros. Estamos dotados de armas espirituales, poderosas para derribar la fortaleza del enemigo. No debemos lanzar invectivas contra la iglesia militante de Cristo, porque Satanás está haciendo todo lo posible en ese sentido, y ustedes, que se consideran el pueblo remanente de Dios, no vaya a ser que sean hallados colaborando con el enemigo, denunciando, acusando y condenando. Traten de restaurar, no de derribar, desanimar y destruir.— Ms 21, 1893, pp. 1-10 (Manuscrito sin título, 12 de junio de 1893). MI1 324.3

Para el pueblo de Dios que guarda los mandamientos. Recibí su carta al comienzo del sábado. [...] Debo aconsejarle que se matricule en el colegio, y que no salga del país hasta que tenga las ideas bien claras en cuanto a la verdad. Espero sinceramente que asista a este período de clases y aprenda todo lo que pueda con respecto a este mensaje de verdad que ha de predicarse al mundo. MI1 325.1

El Señor no le ha dado a usted un mensaje para que llame Babilonia a la Iglesia Adventista del Séptimo Día ni para llamar al pueblo de Dios a salir de ella. Todas las razones que usted pueda presentar en cuanto a eso no pueden hallar eco en mí, porque el Señor me ha dado una clara luz que se opone a ese mensaje. MI1 325.2

No cuestiono su sinceridad ni su honestidad. He escrito largas cartas en diferentes ocasiones a los que acusaban a los adventistas del séptimo día de ser Babilonia indicándoles que no estaban presentando la verdad. Usted cree que ciertas personas me han inducido a tener prejuicios. Si así fuera, no estaría yo capacitada para que me fuera confiada la obra de Dios. Pero este asunto me ha sido presentado en otros casos cuando ciertas personas han pretendido tener mensajes de un carácter similar para la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y me ha sido dicho: «No les creas”. «Yo no los envié, pero ellos corrían” (Jer. 12: 6; 23: 21). MI1 325.3

Algunos casos . [El pastor A, que estaba en su lecho de muerte, tenía la habitación llena de gente interesada mientras se hallaba en el hospital de Battle Creek. Muchos fueron engañados. Ese hombre parecía estar inspirado]. Pero la luz que se me dio fue: «Esta obra no es de Dios. No creas ese mensaje”. MI1 325.4

Unos años después, un hombre llamado B, de Red Bluff, California, vino a verme para presentarme su mensaje. Dijo que era el fuerte clamor del mensaje del tercer ángel que había de iluminar el mundo con su gloria. Pensaba que Dios había pasado por alto a todos los dirigentes y que le había dado a él ese mensaje. Intenté demostrarle que estaba equivocado. Decía que los adventistas del séptimo día eran Babilonia, y cuando le dimos nuestras razones y analizamos la situación con él y le demostramos que estaba equivocado, un gran poder vino sobre él y dio un «fuerte clamor», desde luego. [...] Tuvimos muchas dificultades con él; se le fue la cabeza y tuvo que ser internado en un manicomio. MI1 325.5

Un tal C defendía y publicaba un mensaje concerniente a la proclamación del fuerte clamor del tercer ángel; acusaba a la iglesia en forma similar a lo que usted está haciendo ahora. Dijo que los dirigentes de la iglesia caerían debido a la exaltación propia, que saldría a la palestra otra clase de hombres humildes que haría cosas admirables. [...] MI1 325.6

Me fue presentado este engaño. C es un tipo inteligente, que puede hablar en público de forma aceptable, es tenaz, y está lleno de celo y fervor, y tiene apariencia de consagración y devoción. Pero recibí esta amonestación de Dios: «No los creas; ¡yo no los he enviado!». MI1 326.1

Decía creer en los Testimonios. Afirmaba que eran verdaderos y que los usaba de la misma manera que usted los ha usado para dar fuerza y apariencia de verdad a sus pretensiones. Les dije que ese mensaje no era de Dios, sino que engañaba a los incautos. No hubo manera de convencerlo. [...] MI1 326.2

Si alguna vez estuvo inspirado alguien que yo haya visto, él, desde luego, lo estaba; pero le dije claramente que su inspiración procedía de Satanás y no de Dios. Su mensaje no llevaba las credenciales divinas. MI1 326.3

Con el fin de proclamar este mensaje a todo el mundo, indujo a un joven honesto y sincero a creer que era su deber robar la lista de la Review and Herald. Este es un delito que en el Estado [de Míchigan] se castiga con pena de prisión. Así que el joven huyó de Battle Creek y no se atrevió a regresar por algún tiempo. Fijó una fecha en que debía terminar el tiempo de gracia, y, cuando todas sus predicciones hubieron fallado, el joven se dio cuenta de que había sido engañado y confesó su pecado, y ahora es un digno miembro de la iglesia de Battle Creek. MI1 326.4

Solamente dos años después, otro hombre llamado D, de Connecticut, vino con un mensaje que él denominaba nueva luz, concerniente al mensaje del tercer ángel. Esta familia inteligente, a causa de su engaño, se ha separado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Debido a que yo había dado un testimonio definido contra esa supuesta nueva luz, en , Connecticut, donde él vivía, se opuso a mi obra y a los Testimonios. MI1 326.5

El padre de los hijos de D asistió al congreso y al cursillo bíblico para pastores que se celebraron en Battle Creek; pero se mantuvo al margen y no se avino con el espíritu de la reunión. Regresó a su hogar, y comenzó a corromper la iglesita de . Si yo no hubiera actuado per sonalmente allí, habrían destruido toda la iglesia con su rechazo de la verdad y de la posición de los adventistas del séptimo día y de la Sra. White en particular. MI1 326.6

Por ese mismo tiempo, llegó de Washington, D. C., la Sra. E afirmando estar completamente santificada y poseer el don de sanidades. Aquello dejó perplejas a muchas personas. Manifestaban el mismo espíritu acusador: esto es, que la iglesia estaba enteramente equivocada, y que Dios estaba llamando fuera de ella a un pueblo que obraría milagros. Un grupo numeroso de nuestros hermanos de Battle Creek se estaba separando de la iglesia. Fui movida por el Espíritu de Dios durante las horas de la noche a que escribiera a nuestros hermanos de Battle Creek. MI1 326.7

El mensaje a los laodicenses. Dios está guiando a un pueblo. Ha elegido un pueblo, una iglesia, en la tierra, a cuyos integrantes ha hecho depositarios de su ley. Les ha confiado un legado sagrado y una verdad eterna que deben presentarse al mundo. Quiso reprenderlos y corregirlos. El mensaje a los laodicenses es aplicable a los adventistas del séptimo día que han tenido gran luz y no han andado en ella. Precisamente aquellos que han hecho gran profesión de fe, pero que no se han mantenido al mismo paso de su Guía, serán vomitados de su boca, a no ser que se arrepientan. El mensaje que llama Babilonia a la iglesia y que llama al pueblo de Dios a salir de ella no procede de ningún mensajero celestial, ni de ningún instrumento humano inspirado por el Espíritu de Dios. MI1 327.1

El Testigo fiel dice: «Yo te aconsejo que compres de mí oro refinado en el fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez. Y unge tus ojos con colirio para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete. Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apoc. 3: 18-21). MI1 327.2

«Yo reprendo y castigo». Jesús entra para dar las más ricas bendiciones a los miembros individuales de la iglesia si quieren abrirle la puerta. No los llama ni una sola vez Babilonia, ni les pide que salgan de ella, sino que dice: «Yo reprendo y castigo a todos los que amo” (con mensajes de reproche y amonestación). No ignoro esos reproches. He presentado amonestaciones porque el Espíritu del Señor me ha constreñido a hacerlo así, y he pronunciado reproches porque el Señor me ha dado palabras de reproche. No he rehuido declarar todo el consejo de Dios que me ha sido dado para la iglesia. MI1 327.3

«Diré en el temor y el amor de Dios, que sé que el Señor tiene pensamientos de amor y de misericordia para restaurarlos y sanarlos de todas sus rebeliones. Tiene una obra que debe ser hecha por su iglesia. No debe decirse que sus miembros sean Babilonia, sino que son la sal de la tierra y la luz del mundo. Han de ser los mensajeros vivientes que proclamen un mensaje vital en estos últimos días. MI1 327.4

La Babilonia de Apocalipsis 18 .— «Después de esto vi otro ángel que descendía del cielo con gran poder, y la tierra fue alumbrada con su gloria. Clamó con voz potente, diciendo: “¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia! Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en albergue de toda ave inmunda y aborrecible, porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación. Los reyes de la tierra han fornicado con ella y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con el poder de sus lujos sensuales”. Y oí otra voz del cielo, que decía: “¡Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados ni recibáis parte de sus plagas!, porque sus pecados han llegado hasta el cielo y Dios se ha acor-dado de sus maldades. Dadle a ella tal como ella os ha dado y pagadle el doble según sus obras. En el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle el doble a ella. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto, porque dice en su corazón: ‘Yo estoy sentada como una reina, no soy viuda y no veré llanto’. Por lo cual, en un solo día vendrán sus plagas: muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego, porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga”»(Apoc. 18: 1-8). MI1 328.1

Todo el capítulo demuestra que la Babilonia que ha caído está constituida por las iglesias que no reciban el mensaje de amonestación que el Señor ha dado en los mensajes del primer, el segundo y el tercer ángel. Rechazaron la verdad y aceptaron una mentira; rechazaron los mensajes de verdad (ver 2 Tes. 2: 1-12). MI1 328.2

El mensaje del capítulo 18 de Apocalipsis es claro y concreto: «Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación. Los reyes de la tierra han fornicado con ella y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con el poder de sus lujos sensuales”. Nadie que lea este capítulo tiene por qué ser engañado. MI1 328.3

Cómo se regocijaría Satanás si pudiera conseguir que se proclamara un mensaje según el cual el único pueblo a quien Dios ha hecho depositario de su ley sería aquel a quien se aplica ese mensaje. El vino de Babilonia consiste en la exaltación del falso día de reposo sobre el sábado que el Señor Jehová ha bendecido y santificado para beneficio nuestro, así como la inmortalidad del alma. Estas herejías emparentadas, y el rechazo de la verdad, convierten a la iglesia en Babilonia. Reyes, comerciantes, gobernantes y líderes religiosos están todos en corrompida armonía. MI1 328.4

La iglesia no ha de disgregarse. Lo repito una vez más: El Señor no ha hablado mediante ningún mensajero que llame Babilonia a la iglesia que guarda los mandamientos de Dios. Es verdad que hay cizaña en medio del trigo, pero Cristo dijo que enviaría a sus ángeles a reunir primero la cizaña en manojos para quemarla, y a conservar el trigo en el granero. Sé que el Señor ama a su iglesia, la cual no ha de ser desorganizada ni dispersada en grupúsculos independientes. Eso no tiene el más mínimo sentido. No hay la menor evidencia de que vaya suceder. Quienes obedezcan este mensaje falso e intenten corromper a otros, serán engañados y preparados para recibir engaños mayores, y los frutos de sus esfuerzos se reducirán a la nada. MI1 329.1

En algunos miembros de la iglesia hay orgullo, suficiencia propia, incredulidad arraigada y una negativa a abandonar sus ideas, aunque se amontonen las evidencias que hacen aplicable este mensaje a la iglesia de Laodicea. Pero eso no borrará la iglesia para que desaparezca. Que la cizaña y el trigo crezcan juntos hasta la cosecha. Entonces los ángeles llevarán a cabo la obra de separación. MI1 329.2

Amonesto a la iglesia [...] a que vigile atenta cuando se presente ideas novedosas, y también en cuanto a los que pretenden tener gran luz, pero que lo que hacen parece que consiste únicamente en acusar y en destruir. MI1 329.3

Hermano mío, le diría: Tenga cuidado. No dé ni un paso más por la senda por la que se ha adentrado. Andemos en la luz «entretanto que [tenemos] luz, para que no [nos] sorprendan las tinieblas” (Juan 12: 35). MI1 329.4

Usted se queja de que en Battle Creek lo trataron fríamente. ¿Acudió usted con espíritu de humildad a aquellos que son espirituales y les dijo: «¿Escudriñemos juntos las Escrituras, y oremos en cuanto a esto? No tengo luz, y quiero tener; porque el error nunca santificará el alma»? ¿Puede sorprenderse de que ellos no le dieran toda la confianza que usted pensaba que le otorgarían, después de la experiencia por la que han pasado? ¿No deberían tener peso las palabras de Cristo: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mat. 7: 15)? Cada vez se oirá decir más a menudo: «“Mirad, aquí está el Cristo” o “Mirad, allí está”» (Mat. 24: 23; Mar. 13:21). Que los creyentes obedezcan la voz del ángel que ha dicho a la iglesia: «Unanse estrechamente». En la unidad está la fortaleza de ustedes. Amense como hermanos, sean compasivos, sean amables los unos con los otros. Dios tiene una iglesia, y Cristo ha declarado: «El poder del abismo no la vencerá” (Mat. 16: 18, LPH). Los mensajeros que el Señor envía llevan las credenciales divinas.— Carta 16, 1893, pp. 1-7 (a un hermano de Australia, 11 de junio de 1893). MI1 329.5

El Espíritu Santo obrará con poder. Tenemos la certeza de que en estos momentos el Espíritu Santo obrará en todo el mundo con inmenso poder, a no ser que por nuestra incredulidad limitemos sus bendiciones, y perdamos así las bendiciones que podríamos recibir. [...] MI1 330.1

En tiempos pasados, los santos hombres de la antigüedad hablaron al ser movidos por el Espíritu Santo. En los tiempos antiguos, los profetas buscaron qué daba a entender el Espíritu de Dios que estaba en ellos. El Espíritu no era dado entonces con poder porque Jesús no había sido glorificado aún. A partir del día de Pentecostés, el Espíritu Santo había de derramarse sobre hijos e hijas, sobre siervos y siervas, por los montes y los valles y las llanuras, y han de alzarse humildes obreros para el Señor. La sagrada influencia divina del Espíritu Santo obrando en nuestro mundo ha de ser como señales y prodigios, porque el pueblo de Dios es un pueblo peculiar, una nación santa, que resplandece en medio de tinieblas morales como piedras vivas en el edificio del Señor. Los más débiles y más frágiles, si ejercen fe en Dios y mejoran los poderes que les han sido confiados, serán elevados, refinados y perfeccionados en carácter por la acción del Espíritu Santo. Humildes y contritos, se someten al cincelado y modelado del Espíritu, y sabrán qué significa su plenitud eterna. MI1 330.2

Necesidad de mayor fe. Necesitamos mayor fe. El Señor desea que se haga su voluntad en el corazón de cuantos creen en él. Pero muchos que podrían ser colaboradores de Dios nunca lo serán, porque se aferran a sus imperfecciones de carácter. Uno se aferra a una deficiencia acariciada; otro más disfruta de sus defectos heredados y cultivados y lo que hace sobre todo es afianzarse y glorificarse; hasta que, al fin, se halla que está lleno, no del Espíritu Santo, sino del yo. MI1 330.3

El gran día del Señor ya está por llegar, y Dios requiere mensajeros en los que obre en ellos el Espíritu Santo, no que quieran obrar ellos en el Espíritu. Tales mensajeros serán guiados por el Espíritu, moldeados, refinados, hermoseados en justicia porque están dispuestos a que se obre en ellos. Pero los satisfechos de poseer un enorme egoísmo, de su afición de criticar, de sus sospechas, de su desconfianza y de las contiendas, estarán tan engañados que no serán conscientes de su torpe evaluación de sí mismos. Están repletos de sus propias obras. No tienen la menor idea de lo que significa estar crucificados con Cristo. Humillar el yo es algo ajeno a ellos. Antes de que puedan servir a Dios aceptablemente, tiene que morir su yo. Es preciso que les resulten familiares, con intensidad, las palabras de Cristo: «Os es necesario nacer de nuevo». «El que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios» (Juan 3: 7, 3). MI1 330.4

Nicodemo, a quien le fueron dirigidas estas palabras, era un maestro de Israel, un miembro del Sanedrín, y un docto consejero. No obstante, cuando Cristo le habló del nuevo nacimiento, dijo: «¿Cómo puede hacerse esto?». Cristo le respondió: «Tú, que eres el maestro de Israel, ¿no sabes esto?” (Juan 3: 9, 10). MI1 331.1

«De cierto, de cierto te digo que de lo que sabemos, hablamos, y de lo que hemos visto, testificamos; pero no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿cómo creeréis si os digo las celestiales? Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eternal” (Juan 3: 11-16). MI1 331.2

¿Por qué no tenemos más de la fe que obra por amor y purifica el alma? Hay una obra que hacer en cada una de nuestras instituciones. Se precisa conversión genuina, conversión de corazón, mente, alma y cuerpo. El yo debería morir cada día. Dijo el gran apóstol: «Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Cor. 10: 3-5). En esta obra es preciso que cada cual ponga toda la intensidad de todo su ser. En cada iglesia se necesita una experiencia religiosa personal. ¿Por qué? Porque los que no estén bajo la acción del Espíritu Santo no se encontrarán en medio de los peligros de los últimos días. MI1 331.3

Necesidad de conversión. Necesitamos una genuina conversión. [...] La Palabra de Dios declara: «Pero el que se gloría, gloríese en el Señor. No es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba” (2 Cor. 10: 17-18). El éxito del ministerio de Elías no se debió a ninguna cualidad heredada que él poseyera, sino a su sujeción al Espíritu Santo, que le fue dado como será dado a todos los que ejerzan una fe viviente en Dios. En su imperfección todo ser humano tiene el privilegio de vincularse a Dios a través de Jesucristo. MI1 331.4

Peguntémonos con toda seriedad y franqueza: ¿Nos hemos humillado ante Dios para que el Espíritu Santo pueda obrar a través nuestro con poder transformador? Como hijos de Dios, es nuestro privilegio que su Espíritu obre en nosotros. Cuando el yo está crucificado, el Espíritu Santo toma a los de corazón quebrantado y hace de ellos vasos de honra. Son en sus manos como arcilla en las manos del alfarero. Jesucristo hará a esos hombres y mujeres superiores en poder mental, físico y moral. Las gracias del Espíritu darán solidez al carácter. Ejercerán una influencia para el bien porque Cristo permanece en el alma. MI1 332.1

A no ser que este poder conversor predomine en nuestras iglesias, a no ser que se produzca el reavivamiento del Espíritu de Dios, toda su profesión nunca convertirá en cristianos a los miembros de iglesia. Hay pecadores en Sion que precisan arrepentirse de pecados que han sido albergados por ellos como preciosos tesoros. Mientras estos pecados no sean reconocidos y echados del alma, hasta que cada rasgo de carácter defectuoso y desagradable no sea transformado por la influencia del Espíritu, Dios no puede manifestarse con poder. Hay más esperanza para el que peca abiertamente que para los profesamente justos que no son puros, santos e inmaculados. MI1 332.2

Reciban el Espíritu Santo con plenitud. He recibido indicaciones de que dé un mensaje a los que ministran hablando largo y tendido de la Palabra de Dios a otros. Ustedes deben estar convertidos. Sin duda, esto es lo que necesitan. La unción espiritual del Señor nunca vendrá sobre hombres autosuficientes. El Espíritu Santo no obra en muchos que están en el servicio a Dios proclamando la verdad por escrito y de viva voz. El yo de ellos ha crecido hasta alcanzar grandes proporciones. Mientras el alma no se vacíe del yo y el Espíritu Santo no tome posesión, ustedes no estarán listos para la venida de Cristo. Ciertamente serán pesados en la balanza de oro del santuario celestial y hallados faltos. MI1 332.3

La promesa de Dios es para nosotros y para nuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos sean llamados por el Señor nuestro Dios. Podemos reclamar esta promesa para nosotros mismos y recibir el Espíritu Santo en su plenitud. Entonces, los que predicamos la Palabra, ¿no seremos acaso revestidos del poder de Dios? ¿No seremos realmente sus mensajeros? [...]. MI1 332.4

¿Quién está dispuesto a ocuparse de sí mismo? ¿Quién está dispuesto a apartar con su mano los ídolos de pecado que abriga, y permitir que Cristo purifique el templo expulsando a los que compran y a los que venden? ¿Quién está preparado para permitir que Jesús entre en el alma y la limpie de todo lo que mancilla o corrompe? La norma es: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» (Mat. 5: 48). Dios pide a todos que vacíen su corazón del yo. Entonces su Espíritu puede encontrar una entrada despejada. Dejen de intentar hacer esta obra ustedes mismos. Pidan a Dios que obre en ustedes y a través de ustedes hasta que se vuelvan suyas las palabras del apóstol: «Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí» (Gál. 2: 20). MI1 333.1

Todo el ser debe tener hambre y sed de justicia. El deseo del alma debe ser acercarse a Dios, ser modelada en perfecta conformidad a su voluntad. Entonces, el corazón frío y duro se enternecerá por la gracia y el amor de Dios, que se manifestará con poder. Dios será glorificado por medio de los instrumentos humanos. El yo es el gran obstáculo en esta obra. [...] MI1 333.2

«¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis y ardéis de envidia y nada podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, pero no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Adúlteros!, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: “El Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros nos anhela celosamente”? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pe-cadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, lamentad y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro y vuestro gozo en tristeza. Humillaos delante del Señor y él os exaltará”. «Pero si tenéis celos amargos y rivalidad en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad. No es esta la sabiduría que desciende de lo alto, sino que es terrenal, animal, diabólica, pues donde hay celos y rivalidad, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Sant. 4: 1-10; 3: 14-18). MI1 333.3

Cada miembro de iglesia debería aprender estas lecciones. Existe la necesidad de un minucioso examen de conciencia a la luz de la Palabra de Dios para que podamos realizar el trabajo ejemplar que ha de hacerse. MI1 334.1

Habiendo acatado la Palabra de Dios, no dependan de sus sentimientos como evidencia de que Dios los acepta. «La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve» (Heb. 11:1, NVI). Si han acatado las condiciones, crean en Dios, con independencia de si sienten o no alguna diferencia. Cristo declaró: «Como el Padre me mandó, así hago. [...] Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor» (Juan 14: 31; 15: 10). Que cuantos entiendan las inmutables exigencias de la ley de Dios den obediencia implícita a todo requerimiento dado en la Palabra. Las convicciones del Espíritu Santo son advertencias que es peligroso ignorar. MI1 334.2

Las dos casas. Cristo declara que los que hacen caso de sus palabras son como un hombre que edificó su casa sobre una roca. Esa casa no pudo ser barrida del mapa por la tempestad ni la inundación. Los que no cumplen las palabras de Cristo son como el hombre que edificó su casa sobre la arena. La tormenta y la tempestad azotaron la casa y cayó, y grande fue su caída. Fue una completa ruina. En la casa arruinada se ve el resultado de profesar guardar la ley de Dios y, pese a todo, caminar de forma contraria a los principios de esa ley. Los que hacen profesión de obediencia mientras dejan de obedecer no pueden soportar la tormenta de la tentación. Un acto de desobediencia debilita el poder de ver la pecaminosidad del siguiente acto. Una pequeña indiferencia a un «Así dice Jehová» es suficiente para detener la bendición prometida del Espíritu Santo. Por la desobediencia, la luz una vez tan preciosa se vuelve oscura. Satanás se apodera de la mente y el alma y Dios resulta muy deshonrado. MI1 334.3

«Si queréis y escucháis, comeréis de lo mejor de la tierra; si no queréis y sois rebeldes, seréis consumidos a espada» (Isa. 1: 19, 20). Estas palabras son verdaderas. Se requiere una obediencia exacta, y los que dicen que no es posible vivir una vida perfecta arrojan sobre Dios la imputación de injusticia y falsedad. MI1 334.4

«Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas te-néis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí» (Juan 5: 39). Un descuido a la hora de satisfacer el hambre del alma la deja débil y carente de fuerza, incapaz de hacer la voluntad de Dios. La vida de una persona así es como la de la higuera estéril: carece de fruto. No dependan de ningún ser humano para conseguir palabras de consuelo. Busquen al Señor con todo el fervor mientras leen sus ricas promesas y las aplican. Entonces no serán consumidores, sino proveedores. MI1 334.5

El Salvador que mora en nuestro interior siempre es revelado por las palabras. El Espíritu Santo no permanece en el corazón humano que se irrita si otros no captan sus ideas y sus planes, que a él le parecen la suma y la sustancia de todo lo deseable. De los labios de los que son así provienen comentarios cáusticos, que contristan y alejan al Espíritu Santo y producen atributos que son satánicos, no divinos. El Señor quisiera que los relacionados con su obra hablen en todo momento con la mansedumbre de Cristo. Si reciben provocaciones, no se vuelvan impacientes; manifiesten la mansedumbre de la cual Cristo dio ejemplo en su modélica vida. Cristo tomó nuestra naturaleza para poder darnos un ejemplo, mostrando a los que los reciben el fruto que deben dar. MI1 335.1

El Señor requiere que los que lo sirven muestren de palabra y acción que son hijos de Dios. Mostrar con la vida cotidiana que somos miembros de la familia real, hijos del Rey celestial, es de más valor a la vista de Dios que todo el saber, toda la sabiduría, todos los grandes logros. Cualquier otro curso de acción es deshonestidad hacia la familia de Dios y, ciertamente, supondrá el divorcio de ella. MI1 335.2

Cuando alguien está lleno del Espíritu Santo, cuanto más intensamente sea probado y examinado, con mayor claridad demuestra que es un verdadero representante de Cristo en palabra, en espíritu y en acción. Cristo declara: «El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14: 12). ¿Cuál es la promesa para cada creyente verdadero? «Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hech. 1: 8). ¿No sería mejor, hermanos, que nos reprendiéramos a nosotros mismos por nuestra falta de semejanza con Cristo? Dice él: «Vosotros sois mis testigos» (Isa. 43: 10). ¿Qué tipo de testigos de la verdad y la justicia somos? ¿Luchamos con todas las facultades que Dios nos dio para alcanzar la medida de la estatura de hombres y mujeres en Cristo? ¿Buscamos su plenitud, esforzándonos siempre por llegar más alto cada vez, intentando alcanzar la perfección de su carácter? MI1 335.3

Cuando los siervos de Dios alcancen este punto, serán sellados en la frente. El ángel registrador declarará: «Consumado es». Serán completos en Aquel a quien pertenecen por creación y redención. MI1 335.4

No hay vida sin crecimiento. No hay nada en el mundo natural que tenga vida salvo lo que crece y produce fruto. Y en el mundo espiritual no hay en absoluto vida sin crecimiento en la gracia. El impulso espiritual no es crecimiento. El impulso es sentimiento, y depender del sentimiento es ser tan cambiante como las circunstancias. El cristiano profeso que no obtenga vida de la vida de Cristo no es un hacedor de la Palabra. Es un miembro paralizado, conectado con el cuerpo solo de forma nominal. En ocasiones, se verán movimientos irregulares y discontinuos, pero sin ninguna actividad permanente. Que nadie piense que la gracia de Cristo inspira estas efímeras acciones impulsivas. MI1 335.5

Muchas personas son objeto de impresiones que no son fiables. Muchos tienen lo que creen que son buenas impresiones, una maravillosa exaltación de los sentimientos, pero la vida no representa a un Cristo permanente. No obtienen vida de la Fuente de toda vida, no beben del Agua viva, que brota para vida eterna. La gracia de Dios es el agua viva de la que debemos beber, y que reaviva todo el ser a la vida espiritual, la vida del Hijo de Dios. MI1 336.1

La religión personal significa perfecta conformidad a la vida de Cristo. Cuando poseamos esta religión, mostraremos un sólido crecimiento espiritual, porque seremos participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en la viña del Señor. Debemos ser colaboradores de Dios; si no, fracasaremos en la obra de vencer, y nuestra influencia irreligiosa hará que otras almas fracasen. No se pierde ningún alma que no arrastre a otras almas en su caída. Que todo aquel que pronuncia el nombre de Cristo se aparte de toda iniquidad, para que Cristo no pueda avergonzarse de nosotros. MI1 336.2

En el nombre de Jesucristo de Nazaret, apelo a los miembros de iglesia para que se examinen y hagan autocrítica. Dense cuenta de que hacerlo es de tal trascendencia que nadie puede ocuparse de hacer la crítica de otra persona. Revelen un Salvador que mora en su interior. Entonces comprenderán qué significa ser un auténtico misionero. Aportarán una intensidad cristiana a sus acciones, y muchas almas serán salvas por sus oraciones fervientes y sus labores interesadas.— Ms 148, 1899, pp. 2-14 («The Need of Self-Surrender» [La necesidad de la rendición de uno mismo], 8 de octubre de 1899). MI1 336.3

Patrimonio White, Washington, D. C., 26 de abril de 1956