Elena De White: Mujer De Visión
UNA EXPERIENCIA NOTABLE QUE CONFIRMÓ LA CONFIANZA
A duras penas Daniells pudo esperar para leer los testimonios que Elena de White le había enviado. Con un ministro asociado leyó las comunicaciones. Notaron que mientras ambos documentos habían sido copiados el jueves 21 de diciembre de 1905, uno fue escrito en agosto de 1903 y el otro el l°de junio de 1904. MV 512.1
Inmediatamente se hicieron arreglos para tener una reunión en el Tabernáculo esa noche a las 7:30, en la cual se leerían los testimonios a toda la iglesia. A las 7:30 el Tabernáculo estaba lleno: el auditorio, los cuartos anexos y la galería. El Dr. Kellogg no estaba allí. Su hermano, W. K., y un número de los partidarios del doctor sí estaban. El pastor Daniells tomó la iniciativa diciendo a la congregación de cómo, en tiempos antiguos, Dios se comunicaba con su pueblo. A veces el profeta entregaba en persona el mensaje de Dios; otras veces era entregado mediante otros. Señaló que “desde los primeros días de esta causa el espíritu de profecía había estado en nuestro medio, y había sido reconocido por aquellos que eran leales a este mensaje, y que la mensajera siempre había afirmado tener la libertad de entregar el mensaje ya sea en persona o enviándolo a otros para que lo leyesen” (Ibíd.). MV 512.2
Leyó el telegrama en el que se lo instruía a esperar en Battle Creek la llegada de los testimonios. Ahora tenía los dos documentos en sus manos: el Manuscrito 120, 1905, “El Resultado de No Oír las Advertencias de Dios”, y el Manuscrito 122, 1905, “Una Solemne Apelación”. Señaló que ambos fueron escritos por Elena de White en su diario, uno hasta dos años antes, pero que no fueron copiados sino hasta cuando ella recibió la impresión de hacerlo, el jueves 21 de diciembre. Ambos documentos comunicaban mensajes solemnes, indicando que los di-rigentes que eran espiritualmente ciegos estaban guiando a los ciegos, y que a menos que sean “convertidos y transformados”, “los dirigentes y sus seguidores” “no pueden ser obreros juntamente con Dios” (MS 120, 1905). MV 512.3
Ambos testimonios fueron leídos sin comentario. Mientras el pastor Daniells leía, página tras página, una cantidad de personas en la audiencia del gran Tabernáculo no podían sino notar cuán exactamente el mensaje de la Sra. White describía las palabras y actitudes presenciadas justo la noche anterior cuando el Dr. Kellogg se dirigió a los líderes del sanatorio. Eran las 9:00 de la noche cuando Daniells terminó de leer las 16 páginas de los dos documentos. “Me pareció cuando yo leía —escribió al día siguiente— que nunca había sentido el ardiente poder de las palabras llegar a mi propia alma como con estas páginas” (AGD a G. A. Irwin, 27 de diciembre, 1905). MV 512.4
“Debemos recurrir a la oración ferviente”, le dijo a una audiencia callada, y sugirió que aquellos que deseaban hacerlo “se dirigiesen a la sala norte”. Pero era demasiado grande el número de los que deseaban orar, por lo tanto la concurrencia regresó al auditorio principal. MV 512.5
Durante el receso tres hombres que habían estado en la reunión de seis horas del Dr. Kellogg vinieron a Daniells y le dijeron que la reunión celebrada la noche anterior había sido descrita claramente en los mensajes que Elena de White había enviado. También dijeron que “si hubiese habido una duda en sus mentes respecto a la fuente de los testimonios, habría sido despejada por sus propias declaraciones [como fueron expuestas por Elena G. de White] en los testimonios” (Ibíd.). MV 513.1
De 9:15 a 10:00 todos se unieron en oración para que sus ojos pudieran ser abiertos para ver las cosas como Dios las ve. Oraron para que el Dr. Kellogg y sus asociados y todos los ayudantes del sanatorio pudieran ser inducidos a recibir y obedecer los mensajes solemnes que les habían llegado. MV 513.2
Durante los pocos días siguientes en la vieja ciudad de Battle Creek hubo mucha discusión sobre cómo el Espíritu del Señor, en el jueves previo, había inducido a Elena de White a hacer que el mensaje que ella escribió dos años antes fuese copiado y enviado a Battle Creek, para que llegase justo después de la notable reunión celebrada por el Dr. Kellogg en el edificio del colegio. Algunos dijeron en cuanto a la reunión del lunes de noche que “si no hubieran estado bien fundamentados, se habrían apartado enteramente de los testimonios. Uno dijo que habría sido impulsado a entregarse a la infidelidad si hubiese creído las cosas que el doctor les relató” (Ibíd.). MV 513.3
El pastor Daniells se sintió impelido a expresar sus sentimientos. “Sé —declaró firmemente— que Dios nos está recompensando por nuestro voto de inmutable lealtad al espíritu de profecía como también a todo el resto de este mensaje”. “Se le ha dado la victoria a esta causa” (Ibíd.). MV 513.4
Y ciertamente fue una victoria. MV 513.5
En cuanto al Dr. Kellogg, no se observó ningún cambio en su actitud. Dos días después de la memorable reunión del martes de noche, reunió a la familia del sanatorio y durante tres horas repasó la historia de la institución, tratando de probar que nunca fue un establecimiento adventista sino más bien la propiedad de los accionistas. MV 513.6
La Review and Herald del 28 de diciembre de 1905, incluía un artículo editorial de seis columnas escrito por W. W. Prescott y titulado “La Universidad de Battle Creek”. En él el autor desnudó su alma cuando declaró: MV 513.7
Conocemos por experiencia personal algo sobre la amargura de la experiencia que resulta de escuchar constantes insinuaciones acerca de las verdades fundamentales de este mensaje llevado al mundo por los Adventistas del Séptimo Día. Sabemos qué significa luchar con las dudas y los temores despertados por hábiles tergiversaciones de las advertencias y consejos dados a través del espíritu de profecía... Hemos aprendido nuestras lecciones a través de una experiencia de la que alegremente protegeríamos a otros, y por lo tanto nos sentimos justificados de hablar claramente cuando vemos armada la trampa tan seductoramente. MV 513.8
Battle Creek no llegó a ser el centro educacional que algunos habían anticipado; ni atrajo a un gran número de jóvenes adventistas. Los colegios de las uniones fueron fortalecidos para enfrentar las necesidades de la causa, y pronto la iglesia estableció en Loma Linda el Colegio de Evangelistas Médicos. MV 514.1