Testimonios para la Iglesia, Tomo 1

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La dadivosidad sistemática

Se me llamó la atención a los hijos de Israel de la antigüedad. Dios requería de todos ellos, tanto de los pobres como de los ricos, un sacrificio que estuviera de acuerdo con la forma como él los había prosperado. No excusaba a los pobres porque no poseían los bienes de sus hermanos ricos. Se requería que manifestaran economía y abnegación. Y si había algunos que eran tan pobres que les resultaba completamente imposible llevar una ofrenda al Señor, si la enfermedad o el infortunio los había privado de la capacidad de dar, se requería que los ricos les ayudaran a llevar una ofrenda humilde, para que no se presentaran con las manos vacías delante del Señor. Esta disposición preservaba el interés mutuo. 1TPI 201.3

Algunos no se han unido en el plan de la dadivosidad sistemática, excusándose porque tenían deudas. Sostienen que primero deben llegar a un estado en el que “no le deban nada a nadie”. Pero el hecho de que se encuentren en deuda no constituye una excusa para ellos. Vi que debían dar a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios. Algunos tienen mucho cuidado de no “deber a nadie nada”, y piensan que Dios no puede requerir nada de ellos hasta que hayan pagado todas sus deudas. En esto se engañan a sí mismos. Dejan de dar a Dios lo que le pertenece. Todos deben llevar una ofrenda adecuada delante de Dios. Los que están endeudados debieran descontar de sus entradas lo que deben pagar y luego deben dar en proporción a lo que les queda. 1TPI 202.1

Algunos han sentido una obligación sagrada hacia sus hijos. Deben dar una parte a cada uno, pero no logran reunir recursos para ayudar a la causa de Dios. Se excusan diciendo que tienen un deber hacia sus hijos. Eso puede ser así, pero su primer deber es hacia Dios. Dad a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios. No robéis a Dios reteniendo vuestros diezmos y ofrendas. El primer deber sagrado consiste en dar a Dios una parte adecuada de los recursos. Que nadie procure con sus pretensiones induciros a robar a Dios. Que vuestros hijos no roben vuestra ofrenda del altar de Dios para usarla en beneficio propio. 1TPI 202.2

Vi que en tiempos antiguos la codicia de algunos los inducía a retener una buena parte de sus recursos; con eso presentaban una ofrenda mezquina. Eso se registraba en el cielo, por lo que la maldición caía sobre su cosecha y sus rebaños proporcionalmente a lo que habían retenido. En el caso de algunos, su familia era afligida con enfermedades. Dios no estaba dispuesto a aceptar una ofrenda imperfecta. Debía ser sin tacha, la mejor del rebaño, y los frutos debían ser las primicias del campo. Debía ser una ofrenda voluntaria si deseaban tener la bendición del Señor sobre su familia y sus posesiones. 1TPI 202.3

Se me presentó el caso de Ananías y Safira para ilustrar lo que hacen los que evalúan su propiedad por debajo de su valor real. Ananías y Safira pretendieron dar al Señor una ofrenda voluntaria de sus posesiones. Pedro dijo: “¿Vendisteis en tanto la heredad?” La respuesta de Safira fue: “Sí, en tanto”. Hechos 5:8. Algunos en este tiempo maligno no considerarían eso una mentira. Pero así lo considera el Señor. La habían vendido en tanto, y en mucho más. Habían fingido dedicarlo todo a Dios. A él se lo habían encubierto y su retribución no tardó en llegar. 1TPI 202.4

Vi que mediante el plan de la dadivosidad sistemática se prueban los corazones. Es una prueba de vigencia permanente. Lo hace a uno comprender lo que tiene en su propio corazón y ver si predomina la verdad o el amor al mundo. Esta es una prueba para los que son egoístas y codiciosos por naturaleza. Estos tasarán sus posesiones en muy poco. En eso actúan con fingimiento. Dijo el ángel: “Maldito el que hace engañosamente la obra del Señor”. Los ángeles observan el desarrollo del carácter, y el informe de las acciones de tales personas es llevado al cielo por los mensajeros celestiales. Algunos serán castigados por Dios por estas cosas, y sus entradas serán rebajadas para que armonicen con los cálculos que ellos han hecho acerca del valor de sus bienes. “Hay quienes reparten, y les es añadido más, y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado”. Proverbios 11:24-25. 1TPI 203.1

Se requiere de todos que se interesen en esta obra. Los que usan tabaco, té y café debieran poner de lado esos ídolos, y colocar en la tesorería del Señor lo que gastan en ellos. Algunos nunca han efectuado un sacrificio por la causa de Dios, y están dormidos concerniente a lo que Dios requiere de ellos. Algunas de las personas más pobres tendrán una gran lucha para negarse esos estimulantes. Este sacrificio individual no se requiere porque la causa de Dios sufre por falta de recursos. Pero todo corazón será probado, todo carácter será desarrollado. Es un principio que debe ser observado por el pueblo de Dios. El principio viviente debe manifestarse en la vida. 1TPI 203.2

“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, y vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos”. Malaquías 3:8-11. Vi que este pasaje bíblico se había aplicado erróneamente al acto de hablar y orar en una reunión. Esta profecía tiene una aplicación especial en los últimos días, y enseña al pueblo de Dios su deber de entregar una parte de sus recursos como ofrenda voluntaria al Señor. 1TPI 203.3

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