Carácter sagrado de los instrumentos de Dios
Son muchos los que no reconocen distinción alguna entre una empresa comercial común, un taller, una fábrica o un campo de cereal, y una institución establecida especialmente para fomentar los intereses de la causa de Dios. Sin embargo, existe la misma distinción que Dios estableció en tiempos antiguos entre lo sagrado y lo común, lo santo y lo profano. El desea que cada obrero de nuestras instituciones discierna y aprecie esta distinción. Los que ocupan un puesto en nuestras editoriales gozan de muy alto honor. Tienen un cargo sagrado. Están llamados a colaborar con Dios. Deben apreciar la oportunidad que significa estar tan estrechamente relacionados con los instrumentos celestiales, deben sentir que tienen un alto privilegio al poder dar a la institución del Señor su capacidad, su servicio y su vigilancia incansable. Deben tener un propósito vigoroso, una aspiración sublime y mucho celo para hacer de la casa editora exactamente lo que Dios desea que sea: una luz en el mundo, un fiel testimonio para él, un monumento recordativo del sábado del cuarto mandamiento.
7TPI 182.1
“Y puso mi boca como espada aguda, cubrióme con la sombra de su mano; y púsome por saeta limpia, guardóme en su aljaba; y díjome: Mi siervo eres, oh Israel, que en ti me gloriaré... Poco es que tú me seas siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures los asolamientos de Israel: también te di por luz de las gentes, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra”. Isaías 49:2-6. Esta es la palabra que el Señor dirige a todos los que están de algún modo ralacionados con sus instituciones. Son favorecidos de Dios, pues se hallan en canales donde brilla la luz. Le sirven en forma especial, y no deben estimar esto como cosa liviana. Proporcionales a su sagrado cometido deben ser su sentido de la responsabilidad y su devoción. No deben tolerar las conversaciones triviales y comunes, ni la conducta frívola.
7TPI 182.2
Deben alentar y cultivar un sentido del carácter sagrado del lugar.
7TPI 183.1
Sobre este instrumento designado por él, el Señor ejerce un cuidado y una vigilancia constantes. La maquinaria puede ser manejada por hombres hábiles en su dirección; pero cuán fácil sería dejar un tornillito, una pequeña pieza de la máquina fuera de su lugar, y cuán desastroso podría ser el resultado. ¿Quién ha impedido los accidentes? Los ángeles de Dios vigilan el trabajo. Si pudiesen abrirse los ojos de los que manejan las máquinas, discernirían la custodia celestial. En toda dependencia de la editorial donde se realiza el trabajo, hay un testigo que toma nota del espíritu con que se realiza, y anota la fidelidad y la abnegación que se revelan.
7TPI 183.2
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Si no he tenido éxito al presentar con claridad la forma como Dios considera a sus instituciones -como centros mediante los cuales obra de manera especial- quiera él revelar estas cosas a vuestras mentes por medio de su Santo Espíritu, para que logren comprender la diferencia que hay entre un servicio común y uno sagrado.
7TPI 183.3
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Tanto los miembros de la iglesia como los empleados de la casa editora deben sentir que como obreros y colaboradores con Dios tienen una parte que realizar en la tarea de salvaguardar su institución. Deberían ser fieles guardianes de sus intereses en cada renglón, y esforzarse por protegerla, no sólo de pérdidas y desastres, sino de todo cuanto pudiera profanarla y contaminarla. Nunca una acción de ellos debería manchar su buen nombre, ni siquiera por el susurro de una crítica descuidada o de una censura. Las instituciones de Dios deberían ser consideradas como un encargo sagrado, para ser cuidadas tan celosamente como el antiguo Israel guardaba el arca.
7TPI 183.4
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Cuando se instruya a los obreros de la casa editora a considerar que este gran centro está conectado con Dios y se halla bajo su supervisión; cuando comprendan que constituye un canal por medio del cual la luz del cielo debe ser comunicada al mundo, la considerarán con gran respeto y reverencia. Entonces sustentarán los pensamientos más elevados y los sentimientos más nobles, de modo que en su trabajo puedan tener la colaboración de las inteligencias celestiales. A medida que los trabajadores se den cuenta de que se hallan en la presencia de los ángeles, cuyos ojos son demasiado puros para mirar la iniquidad, se ejercerá una fuerte restricción sobre los pensamientos y palabras y acciones. Entonces se les concederá fortaleza moral, porque el Señor ha dicho: “Yo honraré a los que me honran”. 1 Samuel 2:30. Cada obrero obtendrá una experiencia preciosa y poseerá una fe y un poder que se elevarán por encima de las circunstancias. Todos podrán decir: “El Señor está en este lugar”.
7TPI 183.5
232
7TPI
Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
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