Testimonios para la Iglesia, Tomo 6

38/177

Después del bautismo

Los votos que asumimos con el bautismo abarcan mucho. En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, somos sepultados a la semejanza de la muerte de Cristo, y levantados a semejanza de su resurrección, y hemos de vivir una vida nueva. Nuestra vida debe quedar ligada con la vida de Cristo. Desde entonces en adelante el creyente debe tener presente que está dedicado a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo. Debe subordinar a esta nueva relación todas las consideraciones mundanales. Ha declarado públicamente que ya no vive en orgullo y complacencia propia. Ya no habrá de vivir en forma descuidada e indiferente. Ha hecho un pacto con Dios. Ha muerto al mundo y debe vivir para Dios y dedicarle toda capacidad que él le haya concedido, sin perder jamás de vista el hecho de que lleva la firma de Dios; es un súbdito del reino de Cristo, participante de la naturaleza divina. Debe entregar a Dios todo lo que es y todo lo que tiene, empleando sus dones para gloria de su nombre. 6TPI 103.4

Las obligaciones del pacto espiritual que se expresan en el bautismo son mutuas. Mientras los seres humanos desempeñen su parte con obediencia ferviente, tendrán derecho a orar: “Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel”. 1 Reyes 18:36. El hecho de que habéis sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es una garantía de que si pedís su ayuda, estas potestades os ayudarán en toda emergencia. El Señor oirá y contestará las oraciones de los que le siguen sinceramente, llevan el yugo de Cristo y en su escuela aprenden a ser mansos y humildes. 6TPI 104.1

“Si, pues habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Colosenses 3:1-3. 6TPI 104.2

“Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos...Y todo lo que hacéis, sea de palabra, o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio él”. Vers. 12-17. 6TPI 104.3